Argentina y una fuerte apuesta a la integración global

El ingreso a la OCDE y el acuerdo MERCOSUR-UE

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Oportunidad histórica para las relaciones comerciales del país (Foto: Shutterstock)
Oportunidad histórica para las relaciones comerciales del país (Foto: Shutterstock)

Argentina se encuentra en una etapa crucial de transformación económica y política, impulsada por dos procesos estratégicos: su adhesión a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la implementación del acuerdo comercial entre el MERCOSUR y la Unión Europea. Ambos hitos no solo buscan posicionar al país como un actor relevante en el escenario global, sino que también se complementan mutuamente en sus objetivos de modernización económica, atracción de inversiones y fortalecimiento institucional.

La adhesión a la OCDE es un proceso largo y riguroso que podría extenderse entre 6 y 8 años, siguiendo las experiencias de Chile, Colombia y Costa Rica, los últimos países de América Latina y el Caribe en ingresar a esta exclusiva Organización que reúne a 38 naciones responsables del 75% de la inversión global y el 60% del comercio mundial. Este proceso incluye evaluaciones exhaustivas por parte de 26 comités técnicos en aspectos como instituciones públicas, capital humano con eje en educación y salud, desarrollo económico y protección ambiental.

A largo plazo, pertenecer a la OCDE constituye una herramienta para transitar del subdesarrollo al desarrollo en 25 años. A mediano plazo, las políticas públicas alineadas a los estándares internacionales generarán mejoras de hasta un 10% del PBI. En el corto plazo, ya se observa una reducción del costo de capital para las empresas argentinas gracias al “sello de calidad” que representa el proceso de adhesión. Este prestigio podría traducirse en mayores flujos de inversión extranjera directa, como ocurrió con otros países miembros.

En paralelo, el acuerdo MERCOSUR-UE representa una oportunidad histórica para integrar a la Argentina en las cadenas globales de valor. Este pacto busca crear la mayor zona de libre comercio del mundo, eliminando barreras arancelarias para más del 90% de los productos comercializados entre ambos bloques. Para Argentina, sectores clave como el agrícola, vitivinícola y pesquero serán grandes beneficiarios gracias al acceso preferencial al mercado europeo.

El ingreso a la OCDE y el acuerdo MERCOSUR-UE deben formar parte de una estrategia integral para integrar a Argentina en los mercados globales. Ambos procesos comparten objetivos complementarios:

  • Atracción de inversiones: mientras que el acuerdo MERCOSUR-UE ofrece un acceso preferencial al mercado europeo, la membresía en la OCDE refuerza la confianza internacional al garantizar estabilidad normativa y estándares elevados.
  • Modernización institucional: la implementación del acuerdo comercial exige transformaciones en áreas como la seguridad alimentaria y las cuestiones ambientales. Estas transformaciones están también alineadas con las evaluaciones técnicas requeridas por la OCDE.
  • Fortalecimiento regional: como miembro fundador del MERCOSUR, Argentina podría liderar una agenda regional más ambiciosa dentro de la OCDE. Brasil —también candidato a ingresar al organismo— podría consolidar junto con Argentina una voz sudamericana más fuerte.

Además, ambos proyectos requieren estabilidad política para garantizar su continuidad. Dado que los plazos superan los mandatos gubernamentales actuales, resulta crucial construir consensos amplios que trasciendan coyunturas partidarias. El “Pacto de Mayo” puede constituir una herramienta adecuada para avanzar con este propósito.

La combinación y sinergias del ingreso a la OCDE y el acuerdo MERCOSUR-UE representan una oportunidad única para transformar a Argentina en un actor clave del comercio global bajo estándares internacionales elevados. Si se gestionan adecuadamente ambos procesos estratégicos, se podría marcar un antes y un después en el desarrollo económico sostenible del país y en su integración plena al mundo globalizado. Trabajemos entonces con audacia, con imaginación y con determinación –los nuevos valores que necesita hoy la política internacional– para alcanzar con éxito estos desafíos históricos y legar las bases de país desarrollado para las próximas generaciones de argentinos.

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