A los 14 años, en una entrevista que se volvió viral en las redes sociales, Franco Colapinto contó su gran ambición: llegar a la Fórmula 1. Hoy, tan solo 7 años más tarde, su sueño se convirtió en realidad. Pero, ¿cómo lo hizo? ¿Qué le permitió estar donde está hoy? ¿Fue con suerte o buena suerte?
Es fácil hoy analizar la foto del “campeón”. Hoy escuchamos frases como: mira este pibe, que bárbaro, viene de familia con plata, o que suerte que tuvo. Pero que hay detrás de esta realidad exitosa.
En primer lugar, los éxitos no son casos de suerte, son casos de buena suerte. Según, los autores Trias de Bes Mingot y Roviera Celma, la clave de la prosperidad de cualquier persona es no tener suerte sino buena suerte.
La suerte no depende de vos, mientras que la buena suerte solo depende de vos si te lo propones. La buena suerte no tiene límites de tiempo ni ámbitos. Muchos son los que quieren la buena suerte, pero pocos son los que deciden ir por ella. Tal como lo hizo Franco, ambicionado por su futuro, pero dedicado en su presente, preparo las circunstancias para esta realidad. Nada es casual. Nada es solo una cuestión de destino. Él diseñó su futuro para atraer la buena suerte en el presente. ¿Cómo? Aquí algunas pistas:
- Soñó y diseño su futuro.
- Definió objetivos ambiciosos pero alcanzables.
- Realizo acciones concretas para alcanzar esos objetivos, y cambio a tiempo aquellas que lo estaban desfocalizando de su gran meta.
- Pensó como científico: experimentación al extremo. Siempre supo que todo esto valía la pena, pero que también en el camino se equivocaría. Planifico sabiendo que iban a existir errores. Se cayó y se levantó.
- Creo una red de contención para no estar solo. Sabiendo que trabajar en tu camino siempre requiere decisiones que hay que tomar en soledad, pero que nunca estás solo. Creo la tribu que le celebro, desafío, empujo lo freno.
- Y cuando el plan estaba funcionando, decidió ser auténtico: La autenticidad es una práctica, una elección consciente de cómo queremos vivir. Un conjunto de decisiones que tenemos que tomar cada día. Es la decisión de ser reales y mostrarnos tal cual somos. La decisión de ser honestos. La decisión de dejar que se vea nuestro verdadero yo. Y esto es justamente lo que muestra Franco. Con fanáticos, y detractores, pero así es la vida. Cuando es auténtico, no le gustas al 100%.
Ojalá todos aprendamos que para llegar a dónde llegó Franco, más allá de las habilidades técnicas, necesitamos habilidades interpersonales. Las que te permite conectar con tu mundo y con el mundo de los demás desde un lugar más honesto. Con la vulnerabilidad y valentía que requiere esta buena suerte. A los que solo creen en el azar, todo esto les resulta absurdo y hasta demagógico; pero a los que nos dedicamos todos los días con esfuerzo y tiempo a crear las circunstancias, el azar ni nos preocupa.
Desconfío de las personas que se proponen cosas y las ganan fácil y rápido. Desconfío de los vendedores ambulantes de suerte.
Confió en que el mundo necesita más personas como Franco, en que tiene mucho Francos. Confío en que nuestra vida no es algo que nos pasa, sino que es algo que hacemos con lo que nos pasa. Creamos las circunstancias, nos esforzamos por nuestro sueño, dedicamos tiempo y sobre todo tenemos paciencia para que suceda, o la resiliencia para encontrar un nuevo camino si el anterior dejo de existir.
A sus 21 años, Franco no es más ni menos que un hombre sabio; porque como dijo el pensador Francis Bacon: “El hombre sabio crea más oportunidades que las que encuentra”
La autora es Lic. Recursos Humanos, magister en dirección de empresas y coach ejecutiva