Después de la asunción de Javier Milei, hace casi un año, ocurrieron acontecimientos que, mirados a la distancia, prefiguraban situaciones que hoy son muy relevantes. Uno de ellos fue el portazo de Victoria Villarruel. Todo el mundo estaba pendiente del Presidente y las cámaras apenas mostraron un segundo de lo que ocurrió. Pero lo cierto es que en el momento en que Milei se subía al atril para hablar ante sus simpatizantes, de espaldas al Congreso, ella subía enfurecida las escaleras dando la espalda a su compañero de fórmula. El segundo acontecimiento fue más visible. Milei bromeó de manera muy distendida con Cristina Kirchner. Le mostró que en su bastón presidencial tenía tallados los rostros de sus cinco perros. Ella estalló en carcajadas. “Son tus perros”, le dijo. Y a él se lo pudo ver pronunciando una frase sorprendente a la vice saliente: “Quedate tranquila”. Mauricio Macri no apareció en primer plano durante la ceremonia. Recibió apenas el lugar que el protocolo reserva a los ex presidentes. La bronca de Villarruel tenía alguna relación con la complicidad entre Milei y Cristina.
En los días previos hubo negociaciones delicadas sobre cómo se realizaría la ceremonia. Villarruel pretendía que Cristina Kirchner, como presidenta saliente de la Asamblea Legislativa, le tomara juramento a ella como nueva vice para que, entonces, ella hiciera lo propio con Milei. Pero CFK se negó: haría lo que Milei le pidiera. Los mensajes entre Milei y Cristina se transmitían a través de Karina Milei y el influyente dirigente peronista Juan Manuel Olmos. Ambos habían logrado construir una buena relación durante los debates entre los candidatos presidenciales. Así pactaron que sería Cristina quien le tomaría juramento al nuevo presidente y Villarruel quedó desplazada. Durante todo el año siguiente, pasara lo que pasara, nunca se rompió el puente entre el líder del país y la líder del kirchnerismo.
Aquellos antecedentes se proyectan hasta hoy de manera bastante lineal. En los últimos días, una senadora cercana a Cristina firmó el dictamen para que el pliego de Ariel Lijo pueda ser tratado en el recinto del Senado. Lijo es resistido por Villarruel y por Mauricio Macri. Al mismo tiempo, los libertarios fueron un elemento clave para trabar el tratamiento de la ley de Ficha Limpia, cuyo efecto directo sería dejar fuera de la política para siempre a Kirchner. Ese intercambio de buena voluntad se coronó con un gesto de CFK, quien corrigió en un acto a la multitud que bramaba “Milei, basura vos sos la dictadura”. “No, no, no”, dijo ella. Entonces, sus seguidores cantaron “traigan al gorila de Milei…” y ella asintió. “Esa sí”. Así las cosas, es posible que Milei avance en la conformación de una Corte Suprema más afín a sus deseos. Y que Cristina logre trabar esa ley que le impediría ser candidata el año próximo.
A primera vista, estos coqueteos parecen contradictorios con el hecho de que Milei y Kirchner defienden ideas antagónicas de país. Pero, en cambio, son coincidentes con otros detalles. El viernes, por ejemplo, Milei difundió una historia de las Sagradas Escrituras cuya moraleja, más o menos, establecía que las personas respetables son las que se sitúan en los extremos, nunca los moderados o los tibios. “Los que juegan para todos lados son los peores de todos, incluso mucho peor que los completamente malvados. Ya que al que es malvado y se identifica como tal lo tenemos completamente identificado. En cambio el otro se comporta como bueno, y no sabemos nunca cuáles son sus actitudes y sus intenciones nefastas”. A buen entendedor. Los tibios acercamientos entre Milei y Cristina –un proceso que tampoco es lineal– dejan desconcertado al macrismo, o a lo que queda de él, que sufrió una semana espantosa.
El miércoles, en la Cámara de Diputados, los legisladores del PRO fueron los voceros más enfáticos del rechazo a una ley que limita al extremo la publicidad de las apuestas online. La expansión de ese negocio monumental ha generado una nueva adicción en adolescentes y, por ende, una extendida preocupación en muchísimas familias. ¿Qué razón habría para oponerse a regular los avisos que inundan los medios? “Somos liberales, no intervenimos en la vida de las personas adultas”, gritó una diputada. Pero aquí nadie intervenía en ninguna vida. Apenas se prohibía que los chicos vean a sus ídolos empujarlos hacia una adicción. La posición del PRO era incomprensible salvo que se añadiera que uno de los empresarios más poderosos del mundo de las apuestas ha sido desde siempre un hombre de máxima confianza de Macri. Los adalides de la ética quedaban manchados por el lobby de las empresas de apuestas. Entre fomentar una adicción muy destructiva y la ética, elegían lo primero. Nada sorprendente. Pero es muy difícil sostener el digno discurso de la ética republicana con esos antecedentes.
Al día siguiente, los muchachos y muchachas de Propuesta Republicana parecieron encontrar una salida al laberinto por donde siempre lo intentan: pegarle al kirchnerismo. Se trata de una fuente de legitimidad que les dio muchas satisfacciones pero que tal vez ya haya sido exprimida demasiado. Pero es el recurso que tienen desde siempre y allí van. Entonces impulsaron una vez más la ley de Ficha Limpia, que dejaría a Cristina Kirchner fuera de carrera. Cuando no consiguieron quórum, dispararon contra el Gobierno. “¿Estamos o no estamos contra la corrupción?”, escribió Mauricio Macri sin sonrojarse ni un poquito. La diputada Silvia Lospennato, que pasó en tiempo récord de moderada larretista y feminista militante a operadora de Javier Milei en varias leyes clave, pronunció un conmovedor discurso acerca de cómo los corruptos y los terroristas estarían celebrando. El PRO volvía a sus fuentes y parecía exponer a Milei como cómplice de la corrupción K.
Pero el oficialismo respondió con un comunicado tremendo para las huestes de Macri. “Tienen vara suiza para nuestro gobierno y vara argentina para el de ellos. ¿Por qué no aprobaron la ficha limpia cuando eran Gobierno?”. En otras palabras, el rey está desnudo, gritó Milei. Y además: la política es esto, no mintamos más, entre bomberos no vamos a pisarnos la manguera. Es revelador el mensaje de La Libertad Avanza, además, por el contraste con lo que Milei dice en otros ámbitos. Ya no hay lucha contra la casta. Ahora hay “vara Argentina” y quien lo critique mejor que esté limpito. En ese contexto se entiende que todos los sectores políticos mayoritarios sean cómplices del crecimiento de las apuestas y tantas otras cosas.
En el esquema presidencial, entonces, hay dos fuerzas políticas respetables: la propia y el kirchnerismo. Esas dos fuerzas están destinadas a enfrentarse electoralmente. Una de ellas está liderada por Cristina Kirchner. La otra, por él mismo. Todo lo demás sobra. Si se mira bien, así trabaja Milei desde su asunción. Y se lo hace saber a Macri en todos los idiomas. Con fragmentos de los libros sagrados, dejándolo a pie en aquel acto fundacional en Tucumán, o mandándolo a Manuel Adorni a decir que “Macri es un ex presidente con el que Javier Milei a veces come milanesas”. Macri, por su parte, ha criticado fuertemente a Karina y a Santiago Caputo, que siguen tan firmes como antes de su crítica. Luego ha justificado todas las agresiones de Milei. “Es auténtico. Es lo que la gente votó”. Va y viene y sigue en un lugar incómodo. Milei no parece dispuesto a compartir el liderazgo del hemisferio derecho de la política argentina.
Esa dinámica parece terminar en pocos meses en uno de dos escenarios. La Libertad Avanza cederá algunos puestos en las listas para candidatos del PRO, pero solo a aquellos que tengan la venia del Presidente. O irán con listas separadas. En cualquiera de los casos, los libertarios reducirán a los macristas a su mínima expresión, algo bastante acorde con lo que representa hoy ese espacio, que creció y se evaporó a una velocidad récord. A Macri y los suyos les queda un dilema: diluirse en otra fuerza o conservar algo de su identidad republicana, distanciándose de los contenidos más disruptivos del oficialismo: su agresividad, sus recurrentes raptos homofóbicos, el escrache de los disidentes, la convocatoria a construir un brazo armado. Pero si no lo han hecho hasta ahora, ¿por qué serían creíbles? Milei actúa como Néstor Kirchner en el arranque de su gobierno, cuando decidió que no iba a compartir su liderazgo con el de Eduardo Duhalde. Pero Duhalde entonces era mucho más que Macri hoy.
Si esta línea de puntos se proyecta hacia el futuro, Cristina Kirchner podrá dormir tranquila. La ley de Ficha Limpia no saldrá. Ella podrá ser primera candidata a diputada nacional por la provincia de Buenos Aires. Si gana, ocupará de nuevo el centro de la política argentina y Milei quedará herido de muerte. Es difícil que eso suceda dado lo que muestran las encuestas en estos días. Pero, ¿es imposible? Hace un año, Kicillof obtuvo 45 puntos en la provincia de Buenos Aires. ¿No es obvio que tiene una chance? Más en el caso de que La Libertad Avanza pierda algunos puntos a expensas del PRO. Si pierde, CFK tendrá fueros por cuatro años más. Y luego, una Corte Suprema construida en acuerdo con Milei tardará una eternidad infinita en confirmar su condena.
En el final se imponen algunas moralejas tan obvias como repetidas: en política nada es lo que parece, los extremos muchas veces se atraen, los enemigos no son tan enemigos como para serlo siempre, ni los amigos tan amigos para serlo siempre. Milei y Cristina, además, comparten algo: la tirria por Mauricio Macri.
Las cosas como son.