En la sala principal del Felsenreitschule el 21 de agosto de 2024 la Filarmónica de Oslo interpretó, de Piotr Tchaikovski, el concierto para violín y orquesta en Re mayor, op 35, en sus tres movimientos: Allegro moderato, Canzonetta: Andante, Finale Allegro vivacissimo. A cargo del violín estuvo Lisa Batiashvili. En la segunda parte, el turno fue para la Sinfonía n.º 5 en re menor op 47 de Dmitri Shostakóvich, en sus movimientos: Moderato, Allegro, Largo, Allegro non troppo.
El concierto para violín y orquesta en re mayor op 35 de Piotr Tchaikovski fue compuesto en 1878. Esta obra reclama cuanto menos la participación al menos de 2 flautas, 2 oboes, 2 clarinetes, 2 fagotes, 3 cuernos, 2 trompetas, timbales, cuerdas y del violín solista, todo lo cual fue cumplido. El compositor creó una melodía grácil y apasionada en la expresión. Es un concierto con diferentes sutilezas y matices desde el inicio, lo cual va generando distintos climas. El movimiento más lento es La Canzonetta, el cual nos va envolviendo con su magia y muy pronto el hechizo se rompe dando paso a un vibrante tercer movimiento. El final exulta en la pura fisicalidad, en los cambios repentinos de humor, ritmo y esencia. La parte del solista reclama una gran destreza.
El violín, como hemos dicho, estuvo a cargo de Lisa Batiashvili, georgiana, hija de músicos cuyos estudios cursó en Hamburgo. Es reconocida por la crítica, el público y sus colegas como una virtuosa. Artista galardonada, ha desarrollado relaciones duraderas con las principales orquestas, directores y músicos del mundo. En 2021, Batiashvili creó y sigue dirigiendo la Fundación que lleva su nombre, cumpliendo su compromiso de apoyar a jóvenes músicos georgianos de gran talento para que prosperen en sus carreras musicales. Ha tocado con la Filarmónica de Berlín y con destacados directores. Tras su última gira por Europa, la violinista vuelve a los escenarios y ofrecerá recitales y clases magistrales por todo Estados Unidos, que culminarán con una actuación en el Carnegie Hall. Lisa vive en Berlín y toca un Joseph Guarneri “del Gesù” de 1739, generosamente cedido por un coleccionista privado.
Su talento quedó a la luz durante todo el desarrollo del concierto. Sin embargo, pondremos foco en lo que podríamos llamar el corazón del concierto, la Canzonetta del segundo movimiento. En ella logró una expresividad y claroscuros de gran emoción, un verdadero halago al creador de esa página. El director da el cierre del movimiento con una mano. En una fracción de segundo, la eleva y desciende e irrumpe abruptamente la orquesta en pleno, abriendo el tercer movimiento que impone el nuevo y velocísimo ritmo, un desafío sin duda. Es entonces cuando Lisa Batiashvili da rienda suelta a su virtuosismo. Velocidad y destreza (sin partitura) en casi permanente contacto visual con el director que es el responsable de coordinar todas las partituras en este caso, a toda marcha. Fue verdaderamente impactante el allegro vivacissimo del tercer movimiento en las manos de la solista por su gracia, velocidad y precisión.
Por su parte, la Sinfonía n.º 5 en re menor Op.47 fue compuesta entre los meses de abril y julio de 1937 para la celebración del vigésimo aniversario de la Revolución de Octubre. La obra se estrenó en Leningrado en noviembre de 1937, interpretada por la Orquesta Filarmónica local y bajo la batuta de Yevgeny Mravinsky. Fue un éxito desde entonces. En enero de 1938, la obra fue interpretada en Moscú y luego en New York, París, logrando siempre idéntica repercusión y convirtiéndose en una de las obras más populares del autor. El tercer movimiento, largo, es lento desde el principio. No emplea los metales. Un tema lírico de meditación y va ganando tensión en el desarrollo de esta parte, constituyendo uno de los grandes logros del compositor. En su parte central, la flauta presenta un nuevo tema de carácter soñador. Luego, iniciándose en los bajos, retorna el tema principal, que nos conduce hasta su clímax mediante apasionadas frases de la cuerda. Termina con la tranquilidad de su principio. El último movimiento empieza lentamente con el primer tema, que se va elevando de un modo triunfal hasta explotar en los poderosos acordes que inician la coda triunfal.
Según las palabras del autor, es como ir recogiendo flores. Es una sinfonía lírico-heroica, su idea principal es la experiencia emocional y el optimismo triunfante del hombre, con música vibrante, mucha presencia de los bronces, cuerdas y timbales en los momentos de mayor dramatismo.
El director de orquesta fue Klaus Mäkelä (Helsinki, 17 de enero de 1996), es hijo y nieto de músicos, estudió violonchelo y, a los 12 años, dirección de orquesta en la Academia Sibelius. A la edad de 21 años fue nombrado director invitado principal de la Orquesta Sinfónica de la Radio Sueca. En 2018 ya había actuado con varias orquestas. En octubre de 2020 asume como Director Principal de la Filarmónica de Oslo y ese mismo año también dirige la Orquesta de la Ópera de París. Su labor en el concierto que anotamos fue brillante. Logró cautivar la atención no solo de la orquesta, sino del público todo. Su lenguaje gestual fue claro y ajustado, utilizando todo su cuerpo con enorme plasticidad y expresividad. Lideró la obra en todo momento.
La orquesta realizó su trabajo con rigor técnico, exhibiendo formación y profundo conocimiento de las obras. El virtuosismo de la solista y del director de orquesta, muy jóvenes ambos, quedó expuesto en todo momento. Ambos están construyendo una importante trayectoria que, de seguir en la misma línea, darán mucho que hablar. Gran concierto.