En un mundo que avanza a una velocidad tecnológica sin precedentes resulta imperativo que Argentina abrace la transformación digital en sus ciudades. Las “ciudades inteligentes” no son un concepto futurista de países desarrollados, sino una necesidad urgente que Argentina debe asumir para mejorar la vida cotidiana de sus ciudadanos, optimizar el uso de sus recursos públicos y hacer frente a los desafíos urbanos contemporáneos, como la inseguridad, la congestión, el cuidado del medio ambiente, la gestión eficiente de servicios incluyendo toda la tramitación con el estado y una mayor igualdad en el acceso a oportunidades, entre los aspectos más relevantes.
Las ciudades inteligentes se basan en el aprovechamiento del poder de los datos y la tecnología para administrar los recursos de manera más eficaz. El impacto de la Inteligencia Artificial en la construcción de ciudades inteligentes es fundamental, ya que ofrece la capacidad de analizar grandes volúmenes de datos generados tanto por los sistemas digitales como por los distintos sensores implementados a lo largo de cada ciudad, permitiendo identificar patrones determinados, predecir tendencias y automatizar respuestas en tiempo real. Esto permite, sin dudas, una gestión más dinámica y adaptativa de los servicios urbanos, en todos los sectores, movilidad, sanidad pública, educación y toda la tramitación entre ciudadanos y estado.
Un ejemplo claro es la gestión del tráfico y el transporte público, donde el análisis de datos en tiempo real puede reducir el congestionamiento, mejorar la seguridad vial y disminuir la contaminación. Son ya una realidad los sistemas que permiten que los semáforos se ajusten automáticamente según la densidad de vehículos, o donde las rutas del transporte público se reconfiguran de acuerdo con la demanda del momento. Estas soluciones no solo ya existen, sino que ya están demostrando su efectividad en muchas ciudades de todo el mundo, y Argentina por supuesto, no debe quedar atrás.
Pero las ciudades inteligentes no solo dependen de la tecnología; requieren de la formación de su capital humano y de una ciudadanía activa y comprometida. Las plataformas digitales brindan una oportunidad única para que los vecinos participen con su gobierno local. Los ciudadanos pueden convertirse en actores centrales, aportando ideas, señalando problemas y construyendo soluciones junto con el gobierno. Esto no solo fortalece la transparencia, sino que fomenta la relación más cercana y confiable entre el gobierno y sus comunidades, vital en las democracias modernas. Asistentes virtuales que guían a los ciudadanos en los trámites, herramientas para la salud pública, plataformas de formación ciudadana y portales de rendición de cuentas públicas, son algunos de los ejemplos que permiten fortalecer esta relación entre ciudadanos y gobiernos.
Para todo ello la conectividad juega un papel central. En Argentina, es esencial reducir la brecha digital y garantizar que todos los habitantes tengan acceso a internet accesible para todos, especialmente en áreas rurales y barrios vulnerables. Sin este acceso, la creación de una verdadera ciudad inteligente será un objetivo difícil de alcanzar. Es vital que el país invierta en reducir esta brecha, garantizando acceso a internet de calidad para todos sus habitantes. Solo así las ciudades inteligentes podrán ser digitales, inclusivas y verdaderamente transformadoras.
Por supuesto, como decíamos ,la transformación digital no solo requiere infraestructura tecnológica, sino empleados públicos capacitados para utilizar las nuevas herramientas y gestionar. La dinámica de una gestión digital. Para ello, es crucial que los gobiernos locales inviertan en la formación continua de su capital humano. Solo así se podrán gestionar de manera eficaz las nuevas plataformas y procesos que surgirán de la digitalización.
Para conocer el nivel de implementación tecnológica de cada ciudad, es crucial contar con herramientas que midan su desarrollo digital. En este contexto, el Índice Municipal de Servicios en Línea (IMSEL), desarrollado por la Fundación País Abierto y Digital, se erige como una herramienta muy interesante. Este índice evalúa a través de 80 indicadores específicos aspectos fundamentales como la funcionalidad de las plataformas, la disponibilidad de contenidos y servicios en línea, y la facilidad de uso para los ciudadanos.
En su primera edición, el IMSEL analizó 64 ciudades de más de 100.000 habitantes en Argentina, arrojando hallazgos relevantes:
- La gran mayoría de municipios estudiados ofrecen la posibilidad de generar boletas de pagos de tasas e impuestos y abonarlas en línea.
- Sin embargo, persisten déficits significativos en la posibilidad de realizar trámites online, punta a punta y adolecen también de información detallada de los servicios disponibles en áreas clave como Salud, Educación y Gestión.
- Mientras que muchos municipios cuentan con sistemas de turnos digitales, pocos han avanzado en programas sólidos de participación ciudadana o en políticas robustas de datos abiertos.
Estos resultados subrayan la necesidad de seguir fortaleciendo la modernización y la digitalización en los municipios para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, fomentar la transparencia y garantizar una gestión más eficiente y participativa.
Algunos municipios argentinos ya muestran avances significativos en digitalización. La Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, ha logrado progresos importantes en gobernanza y planificación urbana digital. Otras ciudades, como Rosario y Córdoba, también destacan en áreas como sostenibilidad y desarrollo de capital humano. Estos y otros ejemplos más , reflejan cómo los municipios en Argentina están adoptando estrategias de digitalización para mejorar sus servicios y, en última instancia, la calidad de vida de sus habitantes.
Argentina está en un punto de inflexión. Adoptar una política ambiciosa de ciudades inteligentes no solo mejorará la calidad de vida de millones de ciudadanos, sino que posicionará al país como líder de innovación dentro de la región. Pensemos que las ciudades son el primer contacto que los vecinos y ciudadanos tienen con su “estado”.
Debemos ser ambiciosos en nuestras políticas de transformación digital, apostando por la tecnología y el talento para transformar las realidades locales. Las ciudades inteligentes no son solo una opción, son una necesidad urgente y el primer engranaje para garantizar un futuro sostenible y equitativo.