Guerra Santa: esa recurrente obsesión libertaria

Muchas personas creen que lo único importante acerca de Javier Milei son las reformas económicas que está implementando. Y que todo lo demás son minucias. Pero el Presidente, a cada paso, les hace saber que eso no es así, que para él hay un elemento innegociable: la batalla cultural

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Javier Milei junto a Agustín
Javier Milei junto a Agustín Laje

Si los cristianos no luchan, serán destruidos sin piedad. Si sus líderes los siguen educando en la cobardía y la sumisión, jamás lucharán”. La advertencia parece extraída de una novela medieval. Un grito de guerra antes de lanzar la caballería al ataque.

“Si no los destruimos, nos destruyen. No existe una tercera vía. O asumimos que son nuestros enemigos (hostis, no inimicus) o perecemos”. Encima, esa expresión en latín.

Hostis, no inimicus (#).

¿Se trata de la desesperada convocatoria de un oráculo? ¿La premonición de un líder religioso poseído?

Nada de eso. El texto no es antiguo ni fue escrito por un autor medieval. Fue difundido a fines de julio por la red social X –cuando no— por Agustín Laje, quien, como se verá, es la nueva estrella del firmamento libertario. Ese día de principios de agosto Laje estaba enfurecido. La ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos que se realizarían en París había sido un despliegue de diversidad cultural y sexual. En varias escenas, se habían visto chicos de la mano con chicos, chicas de la mano con chicas, bailarines y bailarinas de géneros difusos, esos gestos que solo son posibles gracias a la libertad que Occidente logró en los dos últimos siglos. Emmanuel Macron había tuiteado: “Libertad, Igualdad, Fraternidad, Orgullo”, agregando una última palabra a los tres sustantivos que identificaron históricamente a la Revolución Francesa.

Entonces, Agustín desparramó su bronca. Si no los destruimos, nos destruyen. Y tuiteó: “Les traduzco a la basura humana de Macron: Libertad, Igualdad, Fraternidad, Orgullo. En otras palabras, nos explica la horrorosa apertura de sus Juegos Olímpicos como un paso más de la revolución. A la divisa de 1789 se le agrega en 2024 el lema LGBT. ¿Pero no será mucho comparar la más determinante revolución política moderna, con hombres que creen que por disfrazarse de mujer se convierten en mujeres? ¿No será demasiado comparar al Tercer Estado, dispuesto a voltear al antiguo régimen, con degenerados desesperados por voltearse a menores de edad?”.

Ceremonia de apertura de los
Ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos en París

Laje había sido víctima de su febril imaginación, había visto algo que no había existido. En ningún momento de esa exhibición aparecieron “degenerados desesperados por voltearse a menores de edad”. Apenas, tal vez, eran gays. Pero esa confusión entre “gays” y “degenerados violadores”, tal vez deliberada, o tal vez producto de un sesgo muy personal, es toda una declaración de convicciones. Hasta ahí, su historia, sus opiniones.

La noticia es que tres meses después de ese episodio, Agustín Laje acaba de asumir como presidente de la Fundación Faro, cuyo punto de partida se produjo el miércoles, durante una cena en el coqueto Yacht Club de Puerto Madero. En esa “gala”, así la llamaron, estuvieron los principales empresarios de la Argentina para financiar la cruzada que recién empieza. Pusieron entre 20 y 30 mil dólares cada uno. Las estrellas de la noche fueron Laje y, naturalmente, el presidente Javier Milei.

La idea de la Fundación consiste, como lo explicó el propio Laje, en formar a los gladiadores de la “batalla cultural” que impulsa Javier Milei. Laje es un escritor y ensayista de la derecha radical, muy prolífico y popular en todo el continente, que ha participado de varios actos con el propio Milei, y que ha sido calificado por el presidente como “una de las mentes más brillantes” que ha conocido. Muchas personas creen que lo único importante acerca de Javier Milei son las reformas económicas que está implementando. Y que todo lo demás son minucias –sus diatribas, sus insultos, sus escraches, sus purgas, sus amenazas. Cuestiones de formas, dicen. Autenticidad. La gente votó eso.

Javier Milei en la Fundación
Javier Milei en la Fundación Faro

Personajes que se sentían cómodos en un supuesto republicanismo —Patricia Bullrich, Mauricio Macri, Silvana Giudici, Fernando Iglesias, Silvia Lospennato, Rodrigo De Loredo, entre otros— prefieren ignorar o minimizar estos detalles, suponer que no existen, que son apenas rasgos de color. Pero Milei, a cada paso, les hace saber que eso no es así, que, junto a las reformas económicas —cuyos efectos, por otra parte, se irán viendo en el tiempo— para él hay un elemento innegociable: la batalla cultural.

En ese contexto, Laje ocupa un rol central. De modo que un pequeño recorrido por sus ideas tal vez sirva para entender el significado profundo de lo que está sucediendo con el poder en la Argentina.

En mayo del 2019, Javier Milei todavía no había decidido lanzarse a la política, pero ya era una figura muy conocida. En ese contexto, participó de un acto impresionante en un teatro de Belgrano junto a dos personajes que serían cada vez más trascendentes. Uno fue Nicolás Márquez, su biógrafo, que ha escrito varios libros con Laje, y que suele identificar a los homosexuales como “depravados” o “enfermos”. El otro era, justamente, el propio Laje.

Nicolás Márquez
Nicolás Márquez

Ese día, ante varios miles de jóvenes, Laje dijo: “Acá se ha dicho que el liberalismo es el respeto por el proyecto de vida del prójimo. No estoy de acuerdo. Uno es liberal y por eso no tiene que intervenir en lo que hacen los demás. Pero, ¿por qué yo tendría que respetar a un cerdo comunista como Diego Maradona? ¿Por qué yo tendría que respetar el proyecto de vida de un tipo como Florencia de la V?”.

La platea lo ovacionó. Había mucho fervor esa tarde.

La homosexualidad ha sido un tema obsesivo en las opiniones de la nueva estrella libertaria. “Hay un mito que dice que los homosexuales están felices con su condición. Es un mito. Hay muchos homosexuales que no quieren serlo, porque no se condice con su proyecto de vida. Muchos quisieran tener una familia biológica. Hay homosexuales que no están cómodos con el ambiente LGBT por promiscuos. Es un ambiente de mucha enfermedad. El 80 por ciento con VIH son homosexuales cuando solo el 4 por ciento de la población mundial es homosexual. Entonces, si yo tuviese un hijo homosexual, trataría de buscar ayuda en terapias que han tenido mucho éxito y lamentablemente, en otros casos no”.

En otro momento, Laje opinó así sobre las Madres de Plaza de Mayo y sobre la represión ocurrida durante la dictadura militar. “Estas viejas de mierda son unas viejas hijas de puta. Eso es lo que son. Criaron chicos para matar y cuando a esos chicos los mataron fueron a llorar estas viejas hijas de puta. No sé si se dan cuenta de lo que estoy hablando. Criaron chicos para matar, para poner bombas, para secuestrar, para torturar. Y una vez que con toda justicia les mataron a esos hijos —con toda justicia, porque el mejor terrorista es el terrorista muerto— cuando con toda justicia terminaron con la vida de estas basuras humanas, que fueron los terroristas que mataron, torturaron, asesinaron, estas viejas salieron a llorar derechos humanos: lloraron derechos humanos”.

La designación de Laje en un rol tan central fue, apenas, uno de los episodios que expresó la importancia que Milei le asigna a su batalla cultural. Casi en el mismo momento, la Argentina se transformó en el único país del mundo que rechazó el pronunciamiento de las Naciones Unidas en contra de la violencia que sufren mujeres y niñas. Esta vez, como ya ocurrió, la Argentina ni siquiera votó junto a Estados Unidos e Israel. En realidad, no votó junto a nadie porque quedó sola. Algunos países no quisieron acompañar el pronunciamiento pero tampoco se animaron a ir tan lejos como el paraíso libertario: se abstuvieron. Sus nombres son muy reveladores: Venezuela, Burundi, Nicaragua o Corea del Norte.

El otro episodio es la sorprendente campaña en contra de una serie de libros muy valiosos. El más mencionado entre esos textos es Cometierra, una novela escrita en 2019 por la docente Dolores Reyes. Ese texto no solo fue un éxito de ventas sino que además fue traducido a muchos idiomas. A grandes rasgos, Cometierra cuenta la violencia que sufren los jóvenes en esa tierra de nadie que, muchas veces, es el segundo cordón del conurbano bonaerense. La protagonista es una joven vidente con capacidad para esclarecer la desaparición o muerte de algunos de esos jóvenes: a veces eso se debe a femicidios, en otras no, porque los muertos son varones, y en otros casos son producto de accidentes.

Las Primas, Cometierra, Las aventuras
Las Primas, Cometierra, Las aventuras de la China Iron, Si no fueras tan niña fueron algunos de los textos cuestionados por los libertarios

La novela tiene 174 páginas. En un momento, la protagonista tiene sexo con un chico. Esa escena ocupa apenas dos párrafos. Durante toda esta semana, los libertarios desparramaron en las redes sociales esos dos párrafos para demostrar que se trata de un texto pornográfico. Es una tontería. Solo alguien que no lo leyó, o que tiene una mente afiebrada, puede decir algo así. En tiempos de pornografía digital tan accesible, que los libertarios no quieren regular, parece claro que la amenaza contra la sexualidad adolescente no proviene de dos párrafos de una gran novela.

Como Cometierra fue distribuido por el gobierno bonaerense en la biblioteca de algunas escuelas, la fiesta fue completa. Milei, Laje y Victoria Villarruel no dejaron pasar la oportunidad. “ESTO ES EL KIRCHNERISTA KICILLOF: Les dejo fragmentos que el degenerado de Axel Kicillof obliga a leer a los alumnos en las escuelas de la Provincia de Buenos Aires”, retuiteó el Presidente. “Los bonaerenses no merecen la degradación e inmoralidad que Kicillof les ofrece. Existen límites que nunca deben pasarse. ¡Dejen de sexualizar a nuestros chicos, saquen de las aulas a los que promueven estas agendas nefastas y respeten la inocencia de los niños! ¡¡Con los chicos NO!!”, se envalentonó la vice. Laje sostuvo que el gobierno bonaerense reparte “pornografía”.

Los dos párrafos en cuestión sirvieron, además, para que se difundiera una lista de otros libros que, al parecer, no deberían ser de fácil acceso para los adolescentes, aunque en este caso no había párrafos supuestamente escandalosos. El periodismo, mayoritariamente, se encargó de discutir los textos, sin conocerlos demasiado, en lugar de la aparición, por primera vez en décadas, de una lista negra de libros supuestamente peligrosos. ¿Qué sigue? ¿Ataques contra librerías? ¿Sanciones a docentes por difundir buena literatura entre los alumnos?

En medio del debate, Reyes retuiteó un párrafo de Stephen King. Traducido, decía: “Hola chicos. Soy vuestro viejo amigo Steve King: si les prohíben un libro en sus escuelas, vayan cuanto antes a una librería o biblioteca más cercana y averigüen qué es lo que no quieren que lean”. Alguien debe haberlo leído, porque la campaña en contra generó que Cometierra, un libro de 2019, escalara nuevamente en la lista de Best Sellers.

Pero es una anécdota. Apenas una batalla.

La cruzada cultural recién empieza.

Stephen King
Stephen King

Ayer, en San Miguel, se realizó el lanzamiento de una agrupación llamada “Las Fuerzas del Cielo”. La convocatoria incluía, como nombre más destacado, al de Agustín Laje, y luego el de varios personajes del mundo libertario.

En el flyer, se podía leer: “Ellos vienen contra nosotros, llenos de orgullo e impiedad, a matarnos a nosotros y a robarnos lo que tenemos. Nosotros, en cambio, luchamos por nuestras vidas y costumbres. No les tengan miedo, el Cielo los destruirá frente a nosotros”. Parece el grito de guerra del jefe de un batallón, en una novela sobre la Edad Media.

Tal vez, sin darnos cuenta, algo de eso estemos viviendo.

(#) Hostis, no inimicus es una expresión latina que se usa para diferenciar dos tipos de enemigos. Inimicus se refiere a un enemigo personal. Es más cercano al concepto de “rival” o “adversario” en un sentido personal. Hostis tiene un significado más grave: se refiere al enemigo público, el enemigo del Estado o de toda la comunidad. Históricamente, en el derecho romano, hostis designaba al enemigo extranjero o exterior que representaba una amenaza existencial para Roma como sociedad.

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