El saltimbanquismo de radicales y peronistas con peluca (los que saltaron al mileísmo por voluntad propia o por pedido de sus gobernadores) muestra la enorme pobreza de principios y valores trastocados devenidos en oportunismo.
¿Estamos entonces ante una sociedad que ha fracasado? Porque los representantes sociales son su expresión.
¿La sociedad argentina ha perdido su razón colectiva de ser? Ha disminuido el nivel de vida social y ha crecido la desigualdad. ¿Esto la vuelve egocentrista y apática?
Los DNU son profundamente antidemocráticos ayer y hoy. Pero la sociedad civil está entretenida en otros temas o sencillamente no le interesa. Tal vez como nunca, hay una ciudadanía indiferente a los hechos políticos. Nadie da explicaciones sobre las conductas políticas que generan, salvo el Presidente y la ex presidenta, ambos a su manera. Antes, al menos en los bares, la política era tema de conversación, hoy ya no.
Estamos viviendo un significativo momento de “cada cual atiende su juego”. Son sumatorias individuales de espasmódicas reacciones que no terminan de convertirse, al menos, en una opinión. Argentina tiene una sociedad -y la política es la gran exponente de ello- que perdió la práctica de la conversación, del diálogo. Se conversa en paralelas, es decir, diciendo lo que cada uno quiere, sin escuchar en absoluto el decir del otro.
La fragmentación en el Congreso de la Nación, la falta de pertenencia a lo que dijeron representar cuando se candidatearon, los hace fáciles objetos de persuasión oficial. Milei y su gobierno aprendieron. No es un gobierno débil, en todo caso es un gobierno que la oposición, en su debilidad, ha hecho fuerte.
La principal referente de la grieta opositora, Cristina Kirchner, quedó un paso más cerca de la ratificación de la condena que tal vez algún día la Corte Suprema resuelva. De ser así, se le impedirá hacer política.
En la Argentina de las grietas sin posiciones intermedias -tampoco las hay ante las sentencias de la Justicia-, para una de ellas Cristina Kirchner es una perseguida política, para la otra es una ladrona.
Pareciera que en la política, aquí y en el mundo, la corrupción los arropa. ¿A todos? No.
Pero la sensación, dependiendo de qué lado te encuentre la grieta, es que los corruptos son los otros. Lo cierto es que Carlos Menem, Cristina Kirchner, Mauricio Macri y Alberto Fernández tuvieron y tienen sospechas -y algo más- de corrupción. También es cierto que, como le dijo a Infobae el sociólogo chileno Manuel Antonio Garretón, “con democracia en descomposición, con ciudadanía fragmentada, dividida, se vota corrupción”.
Garretón ahondó: “Una de las cuestiones más importantes que viven las democracias hoy no solo es la ola autoritaria o populista de derecha, sino la transformación de la ciudadanía donde no hay confluencia común, donde ha perdido el proyecto colectivo”.
Remató diciendo: “Hoy se vota con rabia, con rechazo, sin involucrarse en el destino del país”.
América Latina, y Argentina especialmente, han perdido el centro en la política, ¿alguien lo conquistará? ¿O seguirá prolongadamente vacante?
Esta semana, el inaugural bloque Democracia para siempre, de Pablo Juliano, no pudo concretar su estreno en el tema de limitar al gobierno la emisión de DNU, porque un grupo de gobernadores actuó sobre sus diputados para restar el número necesario. Ayer, formalmente comenzó el tratamiento del Presupuesto 2025, al cierre de este análisis no había dictamen y se supone que se obtendría el próximo martes.
El Gobierno está ante una disyuntiva, que es tener un gesto en el Presupuesto con los gobernadores facilitadores, dado que si este no aparece en el dictamen, el jueves, cuando se concrete la sesión suspendida, podrían dar quorum.
El PRO, por indicación del ex presidente Macri, viene acompañando el ordenamiento macroeconómico en todo lo que el Gobierno necesite, pero toma distancia en lo que -entiende- lesiona la institucionalidad, como por ejemplo la aplicación del IVA a los medios y la limitación del derecho a la información pública, y se siente molesto porque su proyecto de ficha limpia, que tenía un acuerdo para ser tratado el 2 de octubre, se dilató hasta la próxima semana exprofesamente.
Milei necesita a Cristina Kirchner como candidata (si ficha limpia fuera, ley se lo impediría, pero esto no va a ocurrir hasta el año que viene, en el mejor de los casos), y, ante su reciente condena, especula con interesarla en el nombramiento del juez Lijo a la Corte Suprema. Esto último no es acompañado por Mauricio Macri.
El presidente Milei tuvo una semana política exultante: fue electo su amigo Trump, la inflación rompió la berrera del 3% (2,7%), el riesgo país sigue a la baja y el dólar permanece planchado. No obstante, las grandes inversiones siguen sin aparecer.
Infobae consultó al economista y analista financiero Christian Buteler: “La desaceleración de la inflación es una condición necesaria pero no suficiente para abordar los desequilibrios económicos, los grandes desafíos argentinos, entre ellos el 50% de pobreza y una economía que no crece”.
Ante el último planteo del presidente Milei de eliminar el exceso de pesos para abrir el cepo cambiario, Buteler manifestó: “Si esperamos a eliminar el exceso de pesos, eliminar el cepo nos va a llevar más de un año. Mientras haya cepo, podrá hacer un rebote de la economía, pero no habrá crecimiento genuino. La pata más floja de este programa es lo cambiario. Atrasar el tipo de cambio es peligroso, porque la salida del cepo va a tener un costo. El tema es que el costo es creciente en el tiempo: mientras más mantenga el control, mayor el atraso y mayor el problema al liberarlo. El dólar bajo es como un resorte: se contrae, pero cuando le sacás el pie de encima, el resorte vuelve a su posición natural”.
Remató diciendo: “El objetivo debe ser ir a una inflación de un digito anual y un tipo de cambio libre”.