Trump-Milei, la nueva religión de los nadies

El Gobierno se nutre del combustible simbólico de la ola de derecha en el mundo. El Presidente se abraza al club de amigos de la CPAC. Byung-Chul Han y la reivindicación de la “esperanza”. La profundización del relato libertario

El presidente electo estadounidense, Donald Trump, saluda al presidente de Argentina, Javier Milei

Eduardo Galeano publicó el poema “Los Nadies” en El libro de los abrazos, editado en 1989. Fue leído, al igual que toda su obra, como una crítica al capitalismo y la situación irreversible de los marginados dentro del sistema, una visión que talló fuerte en la izquierda latinoamericana durante décadas.

“Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.

Los nadies: los ningunos, los ninguneros,

corriendo la liebre, muriendo la vida,

jodidos los nadies, jodidos:

Que no son, aunque sean”

Es interesante porque los resultados electorales y los debates en el mundo ponen en jaque la noción de quiénes son, qué piensan y qué quieren “los nadies”, y la distancia cada vez mayor entre ellos y las dirigencias en todos los ámbitos.

El regreso arrollador de Donald Trump al poder lleva a pensar que no sólo hubo un rechazo a la gestión anterior o un hartazgo con los demócratas como espacio político, sino también una adhesión al rosario de ideas que promueve el líder republicano por más que se patalee. Esta segunda vuelta, mucho más contundente y menos prevista que la primera, da cuenta de un fenómeno distinto.

Uno de los predicadores libertarios, Alejandro “El Profe” Álvarez, tomó la poesía Galeano, a modo de provocación, para describir el batacazo en Estados Unidos y la consolidación de Javier Milei.

Escribió en X: “La rebelión de los nadies, los ningunos, los ninguneados; no tenemos periodistas, no tenemos medios, no tenemos artistas, ni universidades, ni encuestadores. Nos aferramos con todas nuestras fuerzas a nuestra libertad, a nuestra Patria, nuestros hijos y nuestra Fe. VLLC!”. O sea, los nadies son ellos, representados por ellos.

Efectivamente, carecen de un “aparato intelectual” pero harán lo suyo para conquistarlo, como sea. El Gobierno le pone a todo épica y transforma cada evento en show (como ir con las corbatas rojas el lunes a Casa Rosada), pero también trabaja bastante planificadamente en generar una identidad de principios y aprovechar el escenario mundial.

Corbatas rojas para celebrar el triunfo republicano en Estados Unidos

En el oficialismo está extendida la percepción de que el “consenso político” es una farsa antidemocrática porque, según dicen, es un mero pacto de cúpulas sin representación real de la gente. Esa afirmación implícitamente niega la posibilidad de un diálogo porque en nombre de la sociedad se buscará imponer una opinión, lo que deja la confrontación como única vía.

La Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) era un foro ignorado por la política argentina hasta que el Presidente lo puso en el centro de la escena. Desde que asumió, fue orador en dos cumbres, una en Washington, en febrero; y la otra en Camboriú, en julio. Antes de que termine este año, será speaker en una semana en Mar-A-Lago, donde tendrá su encuentro con Trump; y oficiará de anfitrión en la primera reunión de la organización en Buenos Aires, el 4 de diciembre, en el Hilton.

El primer evento de la organización se realizó en 1974, con Ronald Reagan como figura del Partido Republicano, cuando gobernaba California y blandía una arenga anticomunista (cuando el comunismo existía, vale aclarar). Seis años después volvió a dar su discurso en la CPAC pero como presidente de los Estados Unidos, al inaugurar una etapa de orden fiscal y desregulación. Ese Reagan era, de todas maneras, una palomita tibia comparado con Trump. Otro tiempo.

El presidente Javier Milei, durante una Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) 2024

El club de los conservadores vuelve a adquirir relevancia hace poco, en simultáneo con el sacudón social que generó el COVID, y la mancomunidad de personajes estridentes de la nueva derecha: Georgia Meloni (Italia), Viktor Orban (Hungría), Jair Bolsonaro (Brasil), Nayib Bukele (El Salvador), Trump y, finalmente Milei. Los une el lema de vida, libertad y derecho a la propiedad; y la intención de una propuesta refundacional. El estilo es de características similares: narcisistas, disruptivos, de rasgos autoritarios, grandes comunicadores y tendientes a la manipulación. Los separan, por ejemplo, los conceptos de nacionalismo y Estado.

Uno de los principales logros es la imposición de las palabras, y en esto Milei es el más eficaz. Su guerra contra el comunismo es el mejor ejemplo, lucha contra lo que ya no vive en su definición exacta. Falacia del hombre de paja debería decirse el Presidente a sí mismo.

El material de la CPAC en sus intervenciones y actividades aporta en toda la línea de batalla: desde la argumentación contra el “globalismo” y el denominado “movimiento woke” hasta los ricos de Davos y la Comunidad Económica Europea.

En la mesa chica presidencial están convencidos de que esa corriente expresa mucho más lo que siente hoy la sociedad que “la agendita de las elites vanguardistas” que consideran entró en crisis, entre las que citan, el universo LGTBT, el cambio climático, el feminismo, la desigualdad, Palestina.

Uno de los libros que se recomendaban leer en las filas libertarias estos días para entender lo que pasa no es una novedad. Se trata de ¿Quiénes somos? Desafíos de la identidad nacional estadounidense (2004), de Samuel Huntington, el mismo autor de Choque de civilizaciones. Tras el derrumbe de la Unión Soviética, advirtió que el Islam y la inmigración en general eran la nueva amenaza y sugirió abrazarse a los valores tradicionales y cristianos, lo que le valió que lo tildaran de xenófobo.

En la Argentina se puso de moda con cierto delay Los ingenieros del caos, un ensayo del sociólogo y asesor político Giuliano Da Empoli, de 2019. Hace cinco años contaba el funcionamiento de los principales estrategas de la ultraderecha con las fakes news en plataformas digitales y la apelación al odio como hilo conductor de voluntades.

Ese mecanismo, ya afianzado en aquel entonces, no alcanza para explicar el aire de cambio de época.

Byung-Chul Han

En las antípodas de la derecha, el filósofo Byung-Chul Han sorprendió con su último trabajo titulado El Espíritu de la Esperanza. El surcoreano, radicado en Alemania hace más de 40 años, salió de su posición más sombría –crítica al neoliberalismo, la infocracia, el hiperconsumo, entre otros- para ofrecer una alentadora visión del hombre, un futuro posible.

Han reivindica el concepto de esperanza como indispensable motor de la acción. Recorre esa idea en filósofos, escritores y políticos, desde Hannah Arendt, Baruch Spinoza, Martin Heidegger a Kafka, Paul Celan y Martin Luther King. Quizá la definición que más lo atrapa es la que dio Václav Havel, defensor de los derechos humanos contra el régimen comunista y presidente de Checoslovaquia tras la caída del Muro de Berlín: “La esperanza es una dimensión anímica y, básicamente, no depende de cómo veamos el mundo ni de cómo valoremos las situaciones. No es un pronóstico. Es una orientación para el espíritu”.

Havel no se considera –dice Han- ni optimista ni pesimista, ya que la esperanza nada tiene que ver con cómo terminen saliendo las cosas. La esperanza no se puede reducir a un deseo ni una expectativa. La envuelve un aura de lejanía.

Esa evocación en un punto religiosa –no relacionada a un culto, sino a la providencia- subyace en las formas y el mensaje de líderes como Trump, Meloni y Milei. Digamos que la vieron.

En el caso del Presidente, hay un uso muy explícito en el lenguaje desde lo simbólico. “Las Fuerzas del Cielo” como el slogan que todo lo explica; la frase “Dios, Patria y Familia” (como dijo en el discurso de lanzamiento de La Libertad Avanza); “La Misa”, como se llama el programa de streaming del Gordo Dan, además de la constante apelación al judaísmo por parte de Milei.

Se escriben distintos textos para dar orden a la doctrina. Una serie se llama “Epístolas del Cielo”, como publicó Letra P, cuadernos cortos que apuntan a una cuestión más pedagógica. No llevan firma porque “son la palabra de Dios”, ironizan.

El otro trabajo, más en profundidad, se hace en la Fundación Faro, presidida por Agustín Laje, el principal cruzado de la “batalla cultural”, autor de El libro negro de la Nueva Izquierda. El objetivo de la ONG es generar contenidos y un cuerpo sólido de principios. Además, brindar capacitaciones y seminarios.

Benjamín Solari Parravicini - 1972

La elección del nombre está relacionada con otro condimento místico y delirante del relato. Es por una de las profecías de Benjamín Solari Parravicini (1898-1974).

“Caminante tu que observas, ve hacia la playa de las arenas argentadas. Allí aguarda la paz. Faro de Faros.”

Ese dibujo es uno de los dos que tiene en su oficina Santiago Caputo, el artífice de la cosmovisión oficial, el gran simulador. El padre de Parravicini era psiquiatra y sometió a su hijo a varios estudios alarmado por determinadas conductas, como hablar con seres imaginarios, pero nunca se supo de alguna patología. Como pintor no fue muy destacado, aunque ahora algunas de sus obras subieron la cotización en las subastas a partir de la reivindicación de Milei. La mano del mercado.