En varias ocasiones hemos escuchado al presidente Milei recordar que a principios del siglo XX Argentina estaba en el selecto grupo de países más desarrollados del mundo y que una visión socialista nos llevó a que un siglo después estemos entre los países con los mayores índices de pobreza, inflación y subdesarrollo.
Hay una buena noticia: los argentinos votaron por un cambio radical y decidieron alejarse de los falsos eslóganes que prometían que “el Estado te cuida”, pero en realidad solo beneficiaba y enriquecía a un grupo selecto a expensas de todos los argentinos.
Este despertar nos recuerda otros momentos de lucidez en nuestra historia, cuando Argentina, impulsada por el incansable trabajo de inmigrantes, se convirtió en una potencia agroindustrial. En esos tiempos hubo visionarios que posicionaron a nuestro país en lo más alto del mundo. Uno de ellos fue el Perito Francisco Moreno, quien convirtió a Argentina en el primer país de Latinoamérica en crear Parques Nacionales.
Gracias a su labor en la disputa territorial de límites con Chile, a finales del siglo XIX Argentina logró retener más de 42.000 kilómetros cuadrados de territorio. Ciudades como Bariloche, Esquel o El Bolsón hoy serían chilenas de no haber sido por su intervención. Como reconocimiento, el Estado argentino le otorgó casi 500 kilómetros cuadrados en la Patagonia. Moreno, en lugar de usarlos para beneficio personal, decidió donar parte de esas tierras al Estado argentino con la condición de que se creara el primer Parque Nacional. Así nació el Parque Nacional del Sur, hoy Parque Nacional Nahuel Huapi.
Probablemente, Moreno no imaginó que estaba cimentando una institución que 121 años después protegería más de 18 millones de hectáreas a lo largo y ancho del país. En su honor, cada 6 de noviembre se celebra el Día de los Parques Nacionales, recordándonos que estos espacios no son solo áreas verdes; son verdaderas reservas que resguardan nuestra riqueza natural, cultural y paisajística. Representan un compromiso con la conservación y una oportunidad de desarrollo que esta nueva Argentina no puede desperdiciar.
Es momento de actuar. Junto con el ordenamiento y la desregulación de la economía, la simplificación de los trámites burocráticos y la apertura a los mercados, los Parques Nacionales tienen mucho que aportar al desarrollo de la Nación. No solo son un tesoro nacional, sino también un modelo de desarrollo sostenible.
¿Qué pasa en el mundo en este sentido? En Yellowstone, Estados Unidos, más de 4 millones de visitantes generan cerca de 90 millones de dólares anuales para las economías locales. En Banff, Canadá, el turismo aporta más de 20 millones de dólares al año. Estos casos demuestran que el ecoturismo puede coexistir con la conservación, creando un círculo virtuoso donde la naturaleza y la economía se benefician mutuamente. En Sudáfrica, el Parque Nacional Kruger, con más de un millón de visitantes por año, tiene un impacto económico de aproximadamente 30 millones de dólares. En Chile, el Parque Nacional Torres del Paine atrae anualmente 220.000 turistas y genera más de 6 millones de dólares.
¿Qué pasaba en Argentina hasta 2023?
Una visión de un falso progresismo sostenía que el desarrollo del turismo dañaba la naturaleza, promoviendo un modelo de conservación que repelía a los visitantes. Esta perspectiva llevó a que muchos Parques Nacionales se encontraran en un cuasi estado de abandono, con senderos en mal estado, servicios precarios, baños sin un adecuado tratamiento de residuos y servicios deficientes que alejan a quienes deciden visitarlos.
En términos económicos, el organismo encargado de gestionar los lugares más bellos de Argentina y del mundo, faros del turismo de naturaleza, no lograba recaudar ni el 25% de los fondos necesarios para funcionar. Como siempre, el resto lo cubría “El Estado Presente”, a través de los impuestos que pagaban todos los argentinos. El 50% de la población en situación de pobreza que dejó el kirchnerismo financiaba, con el IVA de sus compras, el disfrute que los turistas extranjeros realizaban, por ejemplo, en El Chaltén, capital mundial del trekking, que recibe cada año medio millón de visitantes que no pagaban ingreso al parque bajo el argumento de que “la naturaleza es de todos”.
Argentina estaba tan distorsionada que hasta las situaciones más absurdas se justificaban. Sin embargo, gracias al voto de millones de argentinos, eso se terminó. El equipo que encabeza el presidente Milei está librando las batallas necesarias para devolver un poco de cordura al descalabro que recibimos. Además, durante años, nuestras tierras fueron moneda de cambio para cumplir favores políticos, y no se controlaba ni se castigaba a los usurpadores.
La oportunidad para Argentina es enorme. Si miramos ejemplos globales, podemos ver que potenciar nuestros parques contribuirá al desarrollo del país. Con la gestión adecuada, podemos atraer millones de visitantes, que representan recursos genuinos. Sin dudas, el turismo es un gran impulsor del desarrollo.
La visión del Perito Moreno no fue solo un acto de altruismo, fue el inicio de un legado que aún podemos expandir. El mes de noviembre nos invita a recordar su visión y reafirmar nuestro compromiso con su legado. Tenemos la oportunidad de construir un futuro donde la conservación, el turismo y el desarrollo económico se combinen y hagan sinergia. Es nuestro deber asegurar que este legado perdure, convirtiendo a Argentina en un ejemplo virtuoso de conservación y desarrollo sostenible. Y en ese camino estamos, con prisa y sin pausa.