En algunas semanas culmina la actual conducción de la entidad política que representa a la Comunidad Judía de nuestro país. Existen tres espacios con propuestas claramente diferenciadas cuando vamos a la génesis de sus idearios, aunque en lo discursivo se asemejan, pero solo en lo discursivo. Utilizo el término discursivo, ya que ninguna deja de prometer independencia política – “solo soy amigo del presidente, no es una persona influyente en mis decisiones…” –, integración de espacios diversos – “no soy oficialista, mi espacio es independiente de la actual conducción” –, mayor participación de las filiales DAIA, cursos de esclarecimiento, capacitación para futuros dirigentes, jerarquizar la dimensión jurídica, equilibrio presupuestario, volver a la centralidad de la institución, y en dos casos prometiendo recursos económicos con la finalidad de mejorar y/o desarrollar proyectos de instituciones comunitarias. Algo así como un “plan platita liberal libertario”.
Por un lado parece extraño que un sexagenario descubra su vocación comunitaria, casualmente cuando su “amigo no influyente” sea nada menos que el Presidente de la Nación. Por otro lado, se abre otro riesgo comunitario que a mi entender es darle continuidad a la actual gestión, que comenta con total autoaprobación por parte de su presidente, que recomendar a ministros del poder ejecutivo, destacar la gestión relevante de un juez con aspiración a incorporarse a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, entre otras intervenciones, han sido fruto de las presiones recibidas. Entonces tal vez, sería conveniente para la comunidad judía prescindir de la DAIA para no tener presiones cuyos quehaceres comprometen seriamente a la Comunidad en su conjunto. Excluyéndose en este razonamiento básico al área de Seguridad, que de todas formas en los hechos fácticos en nada tuvo injerencia la actual gestión.
De igual modo excluyo de mi preocupación a los actuales dirigentes voluntarios y profesionales, que son ajenos a las decisiones personalistas de quien hoy lidera la entidad política y que me consta las veces que le solicitaron dejar de lado su personalismo, ya que se trata de una entidad colegiada que representa instituciones, las cuales no son consultadas para la toma de decisiones, sino informadas en el mejor de los casos.
Mi visión sobre el futuro de la DAIA, si aceptamos estas propuestas, lo asemejo con la figura del derecho societario que se conoce como “Disolución por Absorción”, aunque no sea para este caso la definición exacta por parte de la academia jurídica y con un sesgo tragicómico. Sobre este concepto voy a detenerme y explicitar dicha visión.
Dos de los tres espacios tienen, a mi entender, la apetencia por un lado de incluir a la institución central de la comunidad judía como una especie de oficina al servicio gubernamental nacional, donde la opinión de la Comunidad Judía sería relevante para temas complejos, más allá que nunca seríamos consultados. Siendo impulsores de este candidato el rabino conservador, devenido en reformista, y un importante banquero también sexagenario “muy conocido” en la comunidad.
Por el otro lado, la apetencia es menos profesional, dejar a la DAIA como una dependencia de la AMIA – sin ser declarado explícitamente –, lo cual se viene visualizando en los últimos años por las acciones de la AMIA como representante política y no solo como una entidad mutualista para lo cual fue creada. Esta genialidad la impulsan el actual Presidente de DAIA, quien en un reportaje que se viralizó cuestionó a Israel en el uso desmedido de las fuerzas, y el siempre articulador político de AMIA y autoproclamado Gran Rabino, lo cual provocó un profundo malestar de su autoridad rabínica.
En este escenario, no todo es oscuro, surge la propuesta de nuestro espacio “Pero Juntos”, convocando a la UNIDAD en este momento tan delicado para la Comunidad Judía en la Argentina y en el mundo. Sintiendo un profundo pesar por la masacre perpetrada por el grupo terrorista Hamas el 7 de octubre de 2023, asesinando a nuestros hermanos por el simple hecho de ser judíos. Es momento de proyectos comunitarios, donde la lucha contra el antisemitismo sea la bandera y la voz que siempre elevemos, donde no tengan lugar los personalistas especuladores de siempre. No es momento para la discusión egoísta y divorciada de la realidad por cargos electivos; debemos solidarizarnos con familias que pierden hijos, hermanos, padres y amigos en el frente de batalla con el único propósito de defender la tierra del pueblo judío.
La Comunidad Judía en su amplia mayoría no se siente representada por quienes lideran los espacios electorales. Necesitamos una DAIA LEGITIMADA, posterguemos las elecciones y hagamos una lista de UNIDAD que sea orgullo para nuestra gente. Ya tuvimos lamentables sucesos en nuestra historia cuando procedimos con mezquindad y personalismo.
HOY, QUE VUELVAN LOS 101 SECUESTRADOS A CASA. AM ISRAEL VEIAJAD.