La educación como herramienta fundamental para la prevención de fraudes

La sociedad reconoce los beneficios de la tecnología, pero los riesgos asociados subrayan la importancia de la educación financiera y la necesidad de incluir estos conocimientos en los programas escolares

Prevención de fraudes digitales. Foto de archivo

La permanente evolución de la tecnología y el avance de la inteligencia artificial traen consigo su lado B. En América Latina, el fraude digital ha crecido de manera significativa debido a la aceleración de la digitalización y la adopción de pagos electrónicos. Según estadísticas de la Asociación de Bancos de Argentina, este tipo de estafas se incrementaron en un 42% entre 2022 y 2023. Entre los países con mayores índices de fraude digital están Brasil, México y Argentina, impulsados por el crecimiento del comercio electrónico y la mayor penetración de internet.

En nuestro país, las modalidades de estafa más comunes están relacionadas con la suplantación de identidad, fraudes bancarios y phishing, destacándose el crecimiento de delitos a través de QR y billeteras digitales.

Como sociedad actual agradecemos el avance permanente de la tecnología que facilita nuestras vidas en el día a día en un mundo tan ajetreado. El tiempo no sobra, por eso hay que capitalizarlo y optimizarlo. En ese sentido, los nuevos desarrollos nos ayudan a, por ejemplo, poder pedir desde la comodidad de nuestro hogar al supermercado o casa de comidas, escuchar la música que nos gusta cuándo y dónde queremos, mirar series en cualquier sitio y hasta poder hacer una compra aunque nos hayamos olvidado la billetera.

El quid de la cuestión no es el avance de la tecnología y mirar desde afuera cómo el mundo cambió en los últimos veinte años. La clave es acompañar ese proceso con educación. La prevención, como en la salud, es fundamental para adelantarnos a posibles males. Es imposible escapar u obviar lo que nos plantea la situación actual por eso lo mejor es incorporar en la currícula de los colegios educación sobre cómo prevenir fraudes y también sumar herramientas para la educación financiera para optimizar los recursos y evitar el gambling.

En el año 2004 desarrollamos la primera aplicación gracias a la cual se desarrolló el QR en el país. Para ese entonces nos llamaban “locos” por pensar que “sacando una foto a un dibujito” (era el código) íbamos a poder hacer transacciones. Veinte años después nos parece imposible pensar nuestra vida sin ese sistema. Todo desarrollo implica un avance, pero su contracara (y depende de quién manipule la herramienta) puede ser utilizada para cometer un fraude. Teniendo las herramientas para prevenir podemos evitar la estafa y anticiparnos a posibles engaños. Es fundamental que todos conozcan cuáles son los procesos que hay detrás de una billetera virtual, un pago con QR o un pedido a través de una plataforma. Saber cuáles son los datos privados que estamos brindándole a las empresas y cómo pueden utilizarlos.

Algunos tips que pueden colaborar para reducir riesgos son: la autenticación de dos pasos que suma una capa adicional de seguridad; biometría, que utiliza huellas dactilares, reconocimiento facial o iris para verificar al usuario; monitorización y detección de fraude en tiempo real que analizan el comportamiento de las transacciones para detectar patrones sospechosos y tokenización, que sustituye datos sensibles por tokens únicos que no pueden ser utilizados por fuera de una transacción específica. Más allá de estos métodos de prevención, es fundamental, previamente, saber a quién confiamos nuestro dinero y finanzas. La educación financiera, al igual que la prevención de fraudes, deben enseñarse desde el colegio para lograr reducir los riesgos y ser asertivos en nuestra economía y eso, sin dudas, puede aprenderse desde pequeños.