Ben Jhonson llegó a ser uno de los hombres más rápidos del mundo. En los Juegos Olímpicos de Seúl en 1988 batió el récord de 9,79 segundos para los 100 metros. Sin embargo, se le descubrió el uso de un fármaco no autorizado y se lo sancionó por 2 años. En 1993 estuvo a 4 centésimas de batir la marca para 50 metros. Pero se descubrió que había consumido testosterona y lo sancionaron a perpetuidad. Un tribunal canadiense en 1999 consideró que la pena era excesiva y se la levantó. A fin de ese año volvió a correr. Se le descubrió un diurético enmascarante.
En el deporte, como en la economía, se puede incrementar artificialmente el rendimiento de la actividad, pero también hay que pagar los costos y consecuencias de esa decisión.
Venimos de una “economía con anabólicos” sostenidos a lo largo de tiempo y cada vez con mayor dosis. El cuerpo económico no se recupera tan fácilmente cuando se abandona esa dependencia.
Esos anabólicos vinieron de la mano de la expansión de la demanda a través de la emisión monetaria, servicios subsidiados, asistencialismo social, créditos blandos, deuda local y externa. Un coctel que comienza a retirarse lentamente, pero aún las dolencias y las secuelas existen y estarán presentes en el tiempo.
Venimos de una “economía con anabólicos” sostenidos a lo largo de tiempo y cada vez con mayor dosis. El cuerpo económico no se recupera tan fácilmente cuando se abandona esa dependencia
Los deportistas consumen los anabólicos por tres vías: oral, inyectados en los músculos o aplicando un gel o crema en la piel. La economía lo hace con emisión monetaria, crédito y servicios subsidiados y asistencialismo social.
Pero, los “esteroides anabólicos” pueden traer problemas. Cuando se usan en dosis altas y con uso prolongado generan en el cuerpo humano desde hipertensión a daño renal, incluyendo cardiopatías y retraso en el crecimiento de adolescentes, además de cambios de humor.
A nivel económico la expansión vía “anabólicos” incrementa el consumo temporal y con ello la inflación, incrementa el asistencialismo y los impuestos; incrementa la deuda pública pero también restringe el crédito al sector privado para hacer sostenible la producción y oferta de bienes y servicios frente a una demanda agregada sin respaldo. La inversión privada no responde por que el proceso es transparente.
Cuando se consumen “esteroides anábólicos” generan adicción y su ausencia un síndrome de abstinencia y depresión. A nivel de económico la adicción es reemplazada por depresión económica y social. Ya no puede la demanda consumir lo mismo cuando le retiran la dosis y menos cuando se determina en forma rápida y no gradual.
Cambio de rumbo
Al analizar las dinámicas de crecimiento económico durante el último trimestre de 2023 y el segundo de 2024 se evidencia que el año pasado el entorno económico se caracterizaba por un notable impulso de una economía con anabólicos, donde los componentes de la demanda agregada, como el consumo y la inversión pública, muestran un crecimiento acelerado. Este fenómeno también se refleja en la variación del consumo en autoservicios mayoristas, centros de compras y supermercados, en un momento y en otro.
El consumo no avanza al mismo ritmo que en el período anterior, lo que sugiere una desaceleración en la actividad económica.
Al analizar el consumo público en el cuarto trimestre de 2023 se advierte que alcanzó a $99.789 millones. Sin embargo, en el segundo trimestre de 2024 se redujo a $96.670 millones, lo que representa una disminución del 3,1%, en valores constantes.
En el caso de la inversión, el ejercicio arroja una disminución significativa: pasó de $139.180 millones en el cuarto trimestre de 2023 a $112.373 millones en el segundo trimestre de 2024, cayó 19,3 por ciento.
Los componentes de la demanda agregada no son los únicos que se vieron inyectados por somníferos hacia el 2024. Los precios de varios productos experimentaron un aumento por debajo de la inflación general
Los componentes de la demanda agregada no son los únicos que se vieron inyectados por somníferos hacia el 2024. Los precios de varios productos experimentaron un aumento por debajo de la inflación de 209% desde septiembre 2023 a septiembre 2024, tales como el pan francés tipo flauta, 198%, carne picada común 150%, asado 146%, naranja 81%, azúcar apenas 27%, entre otros.
Con una economía que necesariamente tiene que cambiar los motores de crecimiento, en septiembre 2024 el consumo masivo acusó una caída del 10,9%, según el relevamiento de Focus Market vía Scanntech (lector de código en 970 puntos de venta en todo el país). Menos pesos, menos consumo, más corrección de precios relativos le pusieron un techo a la variación de precios de los bienes en la economía.
En el caso de los autoservicios mayoristas, centros de compras y supermercados, se observó un comportamiento similar.
En octubre 2023 la euforia era tan ilusoria que los argentinos dejaban vacías a las cadenas de electrodomésticos, adelantando compras a crédito de bienes durables y desprendiéndose de los pesos para evitar perder poder adquisitivo, por qué no había dólares disponibles para importar los bienes que se consumían en góndola y por qué se esperaba una devaluación a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. La economía había pasado de los “esteroides anabólicos” a las “estupefacientes” con sobreexcitación de consumo obligado.
Adelantar la compra de un paquete de yerba mate, aceite o arroz rendía más que la colocación de ahorros a plazo fijo, acciones, billeteras digitales, oro, dólar, etc.
Hoy, por el contrario, la sociedad está parada en la “economía sedante”. No se puede omitir esta situación sin entender el daño de los “anabólicos” y su necesidad de tratamiento lento pero de mejora constante en el tiempo para restablecer el cuerpo económico y social en procesos de mejora y crecimiento genuinos y más transparentes.
Querer adelantar la curva de recuperación del paciente implica no entender la enfermedad de base ni el tratamiento adecuado para que resulte exitoso.
El autor es Analista Económico