La Argentina del Conocimiento: ¿qué se necesita para ser un país competitivo?

La Economía del Conocimiento es un sector competitivo a nivel internacional y solo en su componente de servicios basados en conocimiento genera más de 8 mil millones de dólares en exportaciones

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Según el autor, el país
Según el autor, el país debería exportar no 8 sino 30 mil millones de dólares en servicios —como lo hace Polonia— y multiplicar aún más el empleo (Imagen ilustrativa Infobae)

La sucesión de descalabros económicos que ha experimentado Argentina y que nos ha llevado a una alarmante pobreza del 53% parece haber provocado una reacción: un consenso en torno a la necesidad de combatir el déficit fiscal. Lograr el equilibrio de las cuentas públicas es esencial para estabilizar la economía y fomentar el orden necesario para avanzar.

Sin embargo, pareciera existir cierta confusión respecto a la promoción de inversiones competitivas a nivel internacional que, al traer divisas y empleo a nuestro país, amplían la base impositiva y favorecen las exportaciones. A menudo se tiende a confundir este incentivo con regímenes de subsidios proteccionistas, que terminan por sostener situaciones de privilegio y redundan en importaciones, altos precios para el consumidor local, atraso tecnológico y mayores costos fiscales.

Regímenes como la Ley de Economía del Conocimiento surgen en respuesta a las particularidades y las inconsistencias acumuladas de nuestra economía. Su propósito es equilibrar la cancha para que Argentina pueda competir con otros países en igualdad de condiciones y atraer inversiones en sectores estratégicos para el desarrollo económico y social.

En medio de una discusión pública que a menudo se desdibuja y confunde conceptos, la Economía del Conocimiento destaca como un ejemplo claro de una política virtuosa, generadora de empleo y de divisas, con un importante impacto en el desempeño económico y la articulación de estrategias de política pública.

La Economía del Conocimiento en Argentina

La Economía del Conocimiento no necesita subsidios ni asistencias. Es un sector competitivo a nivel internacional, impulsado por el talento argentino, y solo en su componente de servicios basados en conocimiento genera más de 8 mil millones de dólares en exportaciones, posicionándose como la tercera fuente de ingresos de divisas para el país. Este sector emplea a casi medio millón de personas, representa más del 7% del empleo privado y cerca del 10% de las exportaciones totales. Cabe aclarar que un 70% de estos servicios no están contemplados en el régimen de la Ley de Economía del Conocimiento.

Este sector emplea a casi medio millón de personas, representa más del 7% del empleo privado y cerca del 10% de las exportaciones totales

Lo que el sector realmente necesita es liberarse de costos que limitan su competitividad. Argentina tiene ante sí una enorme oportunidad: el mercado global de servicios del conocimiento asciende a 3,2 billones de dólares, y nuestro país sólo captura una pequeña fracción. Entre 2010 y 2020, nuestras exportaciones en este sector crecieron un 14%, mientras que Colombia, Polonia, Costa Rica, Rumania y Uruguay alcanzaron crecimientos entre el 104% y el 230%.

Acá no se trata de competencia entre empresas, sectores o ideologías, sino de una competencia entre países. Argentina necesita lograr competitividad, nivelar las condiciones de juego: es una carrera por el talento. La Ley de Economía del Conocimiento, si bien perfectible, ha sido una herramienta inicial necesaria, pero no suficiente, para promover la competitividad. No se trata de subsidios si no de reducir costos a cambio de más empleo y mayores exportaciones. En un país con costos competitivos a nivel global, esta ley ni siquiera sería necesaria. Basta señalar que, incluso sin beneficios y fuera del régimen de la ley, enfrentando retenciones, brechas cambiarias y controles de importación, el sector de servicios profesionales, que representa el 60% de las exportaciones de servicios del conocimiento, emplea a más de 300.000 personas y sigue siendo uno de los mayores generadores de divisas.

El sector marcha bien, muy bien. Sin embargo, como país, deberíamos exportar no 8 sino 30 mil millones de dólares en servicios —como lo hace Polonia— y multiplicar aún más el empleo, en lugar de seguir perdiendo participación en el mercado global de servicios del conocimiento. La Economía del Conocimiento no es un simple negocio para algunas empresas o freelancers, ni siquiera para un sector; es un proyecto de país que involucra a trabajadores, empresas y al gobierno, donde todos deben jugar juntos para competir en el escenario global.

Lo que el sector realmente necesita es liberarse de costos que limitan su competitividad. Argentina tiene ante sí una enorme oportunidad: el mercado global de servicios del conocimiento asciende a 3,2 billones de dólares

Resulta llamativo que algunas críticas a la Ley de Economía del Conocimiento se enfoquen no en aspectos estratégicos del sector o de la inserción internacional de nuestro valor agregado, sino en simpatías o antipatías que provocan ciertas empresas o, tal vez, en las expresiones públicas de algún empresario en particular. En este ruido se desvanece el entramado de talento argentino que se extiende por todo el país y se conecta con otros mercados, la realidad de emprendedores que transforman ideas en productos y servicios digitales, empresas globales que integran su operación con talento local, y las innovaciones que abarcan desde la biotecnología hasta el gaming, entre muchas otras áreas.

Podremos debatir sobre leyes, regulaciones e instrumentos, pero hay dos aspectos que no deberían ponerse en duda: la Economía del Conocimiento es una oportunidad inmensa para el país y la política pública debe construirse sin prejuicios sobre el tamaño o tipo de empresa, sino en función de una ecuación de desarrollo económico y social para todos los argentinos.

Este no es solo un sector económico más; es una oportunidad transformadora para la Argentina, un motor de crecimiento que puede impulsar el desarrollo federal, fomentar la formación de talento y posicionar al país en la competencia global por los empleos y las exportaciones del futuro. Para aprovechar plenamente este potencial, es crucial que las políticas públicas se orienten a fortalecer la competitividad de este sector estratégico, promoviendo un entorno que estimule la inversión, la innovación y el trabajo conjunto entre los distintos actores de la sociedad. En un mundo donde el talento y el conocimiento marcan la diferencia, la Argentina tiene todo para convertirse en un líder regional y global en esta nueva economía.

El autor es presidente de Argencon

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