Cristina Fallarás: “La dimisión de Iñigo Errejón demuestra la importancia de darle voz a las mujeres”

En España, el portavoz en el Congreso de la agrupación Sumar renunció después de la publicación de un testimonio de una víctima de violencia sexual. El testimonio se publicó en el instagram de la periodista. Su cuenta fue cerrada y la oleada de repudio por la censura hizo que Meta tuviera que llamarla y reabrirla. Además, llama a los hombres maduros a dar ejemplo y herramientas a los varones jóvenes

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Íñigo Errejón y Cristina Fallarás (Montaje Infobae)
Íñigo Errejón y Cristina Fallarás (Montaje Infobae)

“Darle voz a las mujeres víctimas de políticos es esencial”, define la periodista española Cristina Fallarás que abrió el espacio en redes sociales por el que se conocieron testimonios de la violencia ejercida por Iñigo Errejón. El portavoz en el Congreso de la agrupación Sumar dimitió de su banca y generó una conmoción política en Europa. Ahora se suman muchos testimonios contra otros poderosos y se vuelve a mostrar la importancia del periodismo feminista para que las mujeres no se callen. “Es esencial darle voz a las víctimas de todo tipo, pero es especialmente relevante en el caso de los políticos porque son representantes de la ciudadanía. No es igual un político que un plomero o un médico. Un político tiene una función social que implica un mínimo de ejemplaridad y respetabilidad”, contextualiza la escritora.

Cristina Fallarás es un roble que no logran voltear de un soplo, ni de muchos, por más que tiren veneno que ella disuade con convicción lúcida, amable y firme. Echa raíces y cubre de quemaduras a quienes pueden sostenerse de sus ramas y escribir en su corteza que da savia por la que renace lo que ya parecía enterrado en el olvido. Es una dama que camina rápido, cocina entre letras y apuros, renace entre el amor que la potencia y madruga frente a lo que avizora como un futuro colectivo solidario y protegido. Es una escritora cruzada por heridas, que conoce el dolor en su cuerpo firme y que cobija con abrazos, que revuelve cacerolas en donde hace de los lazos platos compartidos y una periodista decidida a no callar y a hacer de la palabra un punto de partida sin punto.

Cristina escribe incansablemente y se expresa con firmeza, pero contiene con dulzura a las madres que denuncian abusos contra sus hijos y la van a escuchar a las librerías, se levanta aturdida por los mensajes que le envían en Instagram y piensa cómo hacerlo mejor, cómo contarlo más, cómo hacer que el silencio no aturda y que los retrocesos no vuelvan a enmudecer los relatos colectivos. Cristina Fallarás es un tronco que quita de las sombras la violencia sexual sistemática contra las mujeres y que permite que ni el viento en contra ni las agresiones puedan resquebrajar su objetivo. Ella ofrece sus espacios en redes como una hoja que multiplica las voces que le llegan y que ella multiplica en la fortaleza de una convicción que se rebela a sus propias lastimaduras de las que no escapa, sino que publica, porque la palabra es la herida innegable vuelta pública.

“La dimisión de Iñigo Errejón tiene una importancia sustancial porque es un antes y un después”, señala. Y analiza: “Es un testimonio anónimo publicado entre otros testimonios anónimos el que hizo explotar el caso de Errejón. Demuestra que el relato es esencial como paso previo a la denuncia. Las mujeres hemos tardado en dar nombres y apellido y denunciar porque previamente necesitábamos armar un relato de qué significa para nosotras la violencia machista y la violencia sexual que no podíamos manejarla en abstracto. Lo testimonial permite generar una memoria colectiva que ha dotado a las mujeres las herramientas para afrontar las denuncias que, de otra forma, estaban siendo más dañinas para la víctima que para el victimario”.

Cristina Fallarás es la impulsora de #Cuéntalo, una de las integrantes de “Acción Comadres”, la autora del libro El final de todo esto (Ediciones B) y Ahora contamos nosotras (Anagrama) y columnista en Público. Ella puso su Instagram personal para publicar testimonios anónimos de abusos sexuales. Esta semana una historia cambió la historia. Ella lo publicó como un testimonio más, pero se dilucidó que se trataba de un relato que involucraba a Íñigo Errejón, uno de los líderes políticos de izquierda más importantes de España. El jueves 24 de octubre Errejón dimitió de la agrupación Sumar, de la que formaba parte y era el portavoz en el Congreso. Además fue el fundador de Más Madrid y el escándalo tomó las primeras planas de los portales del mundo.

La tecnocensura afectó a Cristina Fallarás y las redes sociales demostraron que no alientan la libertad de expresión, sino que sus mecanismos funcionan para coartar la voz de las mujeres. El sábado 26 de octubre, después del impacto del testimonio publicado en su perfil, Instagram cerró la cuenta de la periodista. Las redes defienden la libertad para agredir -Fallarás es atacada constantemente e incluso fue agredida por el presidente argentino Javier Milei en X- pero no para contar las agresiones sistemáticas contra las mujeres. El escándalo por el cierre del espacio que logró terminar con el encubrimiento a Errejón llegó tan lejos que autoridades de Meta se comunicaron con la escritora y levantaron la censura. Eso sí: ¿Quiénes denunciaron su sitio? ¿Quiénes no quieren que se sigan publicando las voces que relatan la violencia?

El Presidente Javier Milei atacó de forma directa a la generadora del #Cuéntalo, una iniciativa que derivó en la multiplicidad de relatos en redes sociales sobre situaciones de violencia de género, abuso sexual y acoso. Milei escribió un tuit (no solo dio un like o un retuit) contra Cristina Fallarás. La descalificación directa de un mandatario contra una periodista extranjera es un grave ataque a la libertad de expresión, de forma frontal y un ejemplo extremo de la confrontación con las periodistas feministas. Pero no es solo personal, sino que la voz presidencial genera un alud de amenazas de muerte y mensajes de odio contra quién se atreve a dar su opinión o levantar la voz contra la restricción de derechos de las mujeres y diversidades en Argentina y el freno a que ese modelo pueda ser exportado a Europa.

“Milei me señaló en X y las consecuencias fueron durísimas: agresiones verbales, amenazas de violencia contra mi y mi familia, amenazas de muerte. Ellos funcionan así…”, señaló Fallarás desde su cuenta de Instagram. Ella suele publicar testimonios de mujeres víctimas de violencia. La red social -en marzo y octubre del 2024- censuró los relatos y la restauración provino, en ambos casos, por la demanda colectiva para que su cuenta vuelva a contar las historias que las víctimas le envían a la escritora para que no queden en el olvido y permanezcan atrapadas en la impunidad.

El jefe de estado escribió un tuit con la frase “Así mienten los rojos” en un posteo de un tuit anónimo (Don_Baires) agresivo contra Fallarás en donde se recogía su video semanal en el portal Público, de España que se viralizó durante la visita del presidente argentino al acto de Vox “Viva Europa 24″. El partido de extrema derecha español que ataca a los migrantes (también argentinos), reivindica la colonización de América, desacredita la memoria histórica contra el franquismo, descalifica los derechos de las mujeres y busca restringir los derechos sexuales y reproductivos, censura obras artísticas (incluso Barbie) o textos que visibilizan el papel femenino en la historia.

Cristina Fallarás convocó, el 19 de mayo en Madrid, a una movilización contra las propuestas para derogar el derecho al aborto, el matrimonio igualitario, el divorcio y la educación sexual que se pronunciaron en el cónclave entre Javier Milei y a Santiago Abascal, el líder de Vox en España, reunidos en Vista Alegre, en el marco de las elecciones parlamentarias europeas del 9 junio. En ese acto, Milei atacó a la esposa de Pedro Sánchez, Bergoña Gómez y eso derivó en una crisis diplomática en los vínculos entre dos países con un vínculo tan fuerte como Argentina y España. “El cobarde de Sánchez se metió debajo de la pollera de las mujeres y me mandó a hacer agredir por las mujeres (…) Están buscando este tipo de provocación para acusarme de misógino”, declaró el presidente argentino en una entrevista con Joni Viale. Pero, además, Fallarás criticó a los hombres de la izquierda española por callarse frente a la denuncia de violencia de género del ex Presidente argentino Alberto Fernández.

-¿Por qué cuando se conoció la denuncia por violencia de género contra el ex Presidente argentino Alberto Fernández hiciste una columna para criticar el silencio de los políticos españoles?

-Ligué la falta de respuesta a la denuncia por violencia de género contra Alberto Fernández de los hombres de izquierda, de España, con las actitudes violentas de esos machos porque los varones mayores son los responsables de la violencia que empieza a crecer entre los varones más jóvenes. De la misma manera que las feministas hemos creado herramientas, con mucho trabajo, para que las jóvenes tengan formas de crecer en una sociedad que luchamos para que sea más igualitaria, los varones mayores no les han dado herramientas a los varones más jóvenes. Hay una manera de no mirar lo que está sucediendo en la izquierda por parte de los hombres que me preocupa muchísimo porque tiene como consecuencia la falta de ejemplo para los jóvenes. Cuando los varones de izquierda guardan silencio con lo que hace otro compañero generan mecanismos de identificación en los jóvenes. De la misma manera que cuando nosotras salimos a la calle generamos mecanismos de identificación en las muchachas. Esto es esencial en la brecha que se está abriendo en relación a la violencia de muchachos y muchachas. No es su responsabilidad, sino de los mayores.

-¿Cuál es tu forma de construcción con las mujeres?

-Una construcción basada en los cuidados, en el respeto y en la solidaridad y sororidad. Esa construcción que debe ser no jerárquica y grupal da cierta solidez y amparo a cualquiera que esté expuesta. Las construcciones jerárquicas y en vertical me aterran porque generan enfrentamientos y los enfrentamientos generan soledades. El gran enemigo del feminismo es la soledad. La soledad de las mujeres que ponen el cuerpo y ponen la cara no es inocente. Se las deja solas para que sean ejemplo de cómo puede quedar quien pone el cuerpo y pone la cara. Y ahí participamos todas también.

(Uma Seselovsky Peker)
(Uma Seselovsky Peker)

-¿En el libro “El final de todo esto”, prevés el final de una etapa de auge del Me Too y la necesidad de juntarse de las mujeres?

-Estamos viviendo el final de una etapa. Cuando empecé a escribir el libro era más intuitivo que una certeza. Ahora ya es una certeza: las mujeres responden y son castigadas. Pero responden. ¿Cómo responden? En mi novela responden rescatando. No responden vengándose. No responden dañando, sino rescatando y, sobre todo, a los niños, las niñas y les niñes. Nos han jodido, claro, y para rescatar a una parte de la población de las garras del mal tienes que usar distintos métodos.

-¿Por qué las encuestas están marcando que las mujeres maduras son las que más se plantan frente al avance del machismo extremo?

-¿Quiénes responden? Las veteranas. En mi novela el grupo de mujeres organizado que responde al sistema es un grupo de veteranas de entre 50 y 70 años. Me apetecía poner a veteranas organizadas poniendo el cuerpo, corriendo riesgos, burlando la ley y organizando un movimiento de rescate de otras. Acaban generando una gran explosión mundial que creo que sucederá.

-¿Cómo vislumbrás un escenario donde el feminismo produjo tantos cambios y la reacción machista es de tanta violencia?

-El libro maneja una idea que para mí es muy importante: no se acaba un tiempo, se acaba un mundo. Lo que acaba no es una época, es mucho más. Se acaba un mundo. Un mundo en el que las realidades se han multiplicado. Tú tienes varias realidades en las que actúas. Mi hija tiene más todavía que nosotras. Actuamos en distintas realidades paralelamente. Esto es un paréntesis. Ese mundo es un mundo donde entran los seres que no son reales ya es otro mundo, no es una época. Es otro mundo para empezar porque la ficción que se está generando por inteligencia artificial ya es una ficción con aspectos de realidad. Es decir, todas las películas de inteligencia artificial que se están difundiendo de pornografía de menores son niños y niñas generados por inteligencia artificial pero son niños y niñas. Y quien consume esa pornografía, quien delinque con ellos, no siente que está delinquiendo con muñecos, siente que está delinquiendo con alguien real. ¿Eso es una realidad? Sí, es una realidad. Esa realidad tenemos que tenerla en cuenta para ver el mundo que se nos viene encima.

-Una de tus conclusiones después de leer tantos testimonios es que la violencia está afectando especialmente a la niñez. ¿Cómo se puede diagnosticar y proteger a la infancia?

-La vulnerabilidad en este momento, de los niños y las niñas, es absoluta porque habitan realidades que nosotras no conocemos. Es decir, cuando era una niña habitaba realidades donde estaba expuesta porque las niñas siempre han estado expuestas al deseo de los hombres mayores. Siempre. Siempre. Siempre. Por eso existe Caperucita. Pero la madre, por así decirlo, la sociedad también en tanto que madre grande, que madre grupal, estaba en la misma realidad y actuaba en la misma realidad. Y si tú vas al bosque yo voy al bosque a buscarte. Y si tú sales a la calle yo salgo a la calle a buscarte. Cuando nuestras hijas, nuestros hijes, están funcionando en realidades que nosotras no controlamos pero en las que, ni siquiera, estamos viendo su vulnerabilidad. Esa realidad es aterradora porque eso ya no es un bosque, es entrar en un castillo del cual se cierra la puerta y tú no sabes que ese castillo existe. Esa vulnerabilidad no la tenemos controlada y no estamos vigilantes con eso.

-¿Qué pasa con la ventana que se abrió en redes sociales y que después permite agresiones pero censura testimonios sobre esas agresiones?

-¿Quién nos abrió la ventana? Ahí está la cuestión. Supimos aprovechar la oportunidad porque teníamos tanta hambre de narrarnos, tanta necesidad de narrar lo que hemos vivido y lo que hemos vivido durante toda la historia de la humanidad que aprovechamos, colonizamos esos medios. Pero las redes sociales son medios privados y de repente no nos damos cuenta de que hemos usado unas empresas privadas como si fueran espacios públicos. Es decir, habitamos las redes sociales como si estuviéramos en un espacio público y son empresas privadas. Una vez que las colonizamos y nos narramos tardaron muy poco en darse cuenta de que tenían que volverse contra nosotras.

-Y que no era un relato suelto si no una revolución que los cuestionaba…

-Exactamente. Pero ahora, claro, esa maquinaria se puso en marcha contra nosotras. Es sintomático que en una red social no se pueda enseñar un pecho y, en cambio, los jóvenes puedan estar llamando a matar gitanos o a matar moros o a matar panchitos como los llaman ellos o a darles una paliza. Es sorprendente que no se pueda enseñar un pecho tumbada en la playa y sin embargo sí hay un movimiento que pueda llamar a invadir mi casa y a agredirme a mí y a mi hija. Eso no es inocente, esa red está permitiendo y modelando un relato. Ese relato el algoritmo lo modela contra las mujeres. Lo perpetra contra las mujeres. Nos están castigando. Pero este es el principio del castigo que vendrá. Siempre digo que esto que nos están enseñando es la puntita de la polla. Ya verás cuando llegue la polla entera. Ojo, claro, esto que estamos manejando con esta soltura ahora, ahora es el momento, yo cuando me fui de Twitter me cambió la vida porque empecé a recibir ese castigo y dije “sal de aquí corriendo” porque ya no me servía para nada. Yo vi que Twitter ya no servía. Una vez que se volvió contra nosotras ya no había relato posible que hacer. Ya no había #MeToo. Ya no había #SeAcabó. Ya no había #Cuéntalo. Nada era posible. Había que salir de ahí porque, a quienes lo habíamos movido, nos iba a castigar y ha sido atroz.

(Uma Seselovsky Peker)
(Uma Seselovsky Peker)

-Las épocas no cambian, la cambiamos. ¿Pero cuál es el castigo contra las mujeres que cambiaron la época?

-Estamos agotadas. Las mujeres que hemos participado en la lucha feminista, desde el 2015 en Argentina y el Me Too, en 2017, ha sido tan fuerte el esfuerzo íntimo por narrarnos que empiezan a castigarnos un poquito y, luego, ya mucho y a agotarnos. Al final de todo esto que parece una distopía de futuro no lo es, es un relato de lo que está pasando y no vemos.

-El libro pone sobre relieve el consumo de muñecas sexuales para poder ejercer la crueldad sobre los cuerpos feminizados como si fueran muñecas. ¿Qué implica este fenómeno?

-Muchas mujeres hoy se sienten que son tratadas como muñecas y es un gran dolor.

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