En 2024 se cumplen 30 años desde que la poliomielitis fue eliminada en la Región de las Américas, resultado del esfuerzo de todos los países por mantener a las poblaciones libres de esta enfermedad a través de la aplicación de la vacuna. En Argentina, el último caso se registró en 1984 pero el peligro de reintroducción permanece latente.
Se trata de una enfermedad muy contagiosa ocasionada por el virus de la poliomielitis. Si bien la mayoría de las infecciones por poliovirus no produce síntomas, en 1 de cada 200 casos destruye partes del sistema nervioso y ocasiona la parálisis permanente en piernas o brazos. De manera menos frecuente, también puede afectar las áreas del cerebro vinculadas a la respiración y causar la muerte.
A pesar de los esfuerzos para su erradicación, al momento, en algunos países de Asia sigue habiendo personas con parálisis permanente debido a esta enfermedad. La experiencia de la pandemia de COVID-19 o el brote de viruela símica son ejemplos de la rapidez y la facilidad con la que se propagan los virus de un extremo a otro del planeta. Así, ante la amenaza de importación del virus de la polio, el principal factor de riesgo de que los niños menores de cinco años adquieran esta enfermedad es no contar con el esquema completo de la vacuna.
En Argentina, la vacuna antipoliomielítica inactivada está disponible en forma gratuita e incluida dentro del Calendario Nacional con un esquema de tres dosis a los 2, 4 y 6 meses de vida y un refuerzo a los 5 años.
Estar inmunizado contra la polio se vuelve fundamental, en especial si tomamos en cuenta que la Comisión Regional para la Certificación de la Erradicación de la Poliomielitis de la Región de las Américas calificó a la Argentina con riesgo muy alto de tener circulación de poliovirus en caso de importación.
Esta definición surge del análisis de distintos factores entre los que se destacan como las mayores debilidades: las coberturas de vacunación contra esta enfermedad y la vigilancia a partir de la notificación de casos de parálisis flácida aguda, síntoma característico y más grave asociado con la poliomielitis.
Según datos del Ministerio de Salud de la Nación, la cobertura nacional en 2023 con la tercera dosis de vacuna antipoliomielítica en el año 2023 fue de 73,67%, lejos del 95% ideal. Por otra parte, la primera dosis llegó al 80,86% por lo que la tasa de deserción es del 7%, mientras que lo esperable es que no supere el 5%. Esto implica que 7 de cada 100 niños que reciben la primera dosis no completan el esquema, y por ende, no están protegidos contra la enfermedad. A esto se le suma la necesidad de un sistema de vigilancia sensible de la parálisis flácida aguda para poder identificar oportunamente los casos sospechosos, y evitar la propagación del virus en caso de reintroducción. Para ello se requiere investigar cuando una persona sufre debilidad o parálisis repentina de los músculos, lo que puede llevar a una incapacidad de mover ciertas partes del cuerpo, siempre que no esté asociado a traumatismos o tumores.
Hace 30 años la polio paralizaba cerca de 1.000 niños por día en 125 países, según datos de OPS/OMS. El 24 de octubre, Día Mundial de la Lucha contra la Poliomielitis, celebramos tres décadas en las que niñas y niños de Las Américas no sufren a causa de la enfermedad gracias a la eficacia de la vacuna. La inmunización previene la polio, y con ello discapacidades y defunciones. Este logro también es el producto del compromiso y dedicación de países, equipos de salud, familias y todos los actores que cumplen un papel clave para que las vacunas lleguen a la comunidad. Sigamos sumando años de una Argentina y una región sin polio. Recordemos que para que esta enfermedad quede en el pasado, la vacuna siempre tiene que estar presente.