A Milei no le importan los meteorólogos

El Gobierno prevé más tormentas y tempestades políticas, más allá de lo que digan los “especialistas”. El Presidente recibió una encuesta sorprendente. Mira todas, pero no decide en función de ellas. Por qué Caputo es Milei

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Javier Milei (Foto: Christian Heit)
Javier Milei (Foto: Christian Heit)

Uno de los principales confidentes del Presidente, “El Profe” Juan Carlos de Pablo, y también el mejor divulgador económico del país, Claudio Zuchovicki, siempre recuerdan al economista Walter Sosa Escudero: “A las nubes poco le importa lo que digan los meteorólogos”.

Como tantas otras, Milei también atesora esa frase. Ese concepto. Y si bien mantiene reuniones con periodicidad con los mejores encuestadores del país, poco escucha a los meteorólogos que analizan el país con sus plumas excelsas y sus miradas profundas. “Clásicas”, corregirán en la Casa Rosada.

Está en las nubes Milei, pero no en las de Babilonia. Decide cuando va a desatar la tormenta en el frente que se le ocurra, más allá de lo que digan las encuestas. “No decido como un populista, según lo que me convenga a mí”, repite a quien quiera escucharlo. Se sabe: el costo político no está en su diccionario.

Uno de esos encuestadores, de los dos que más cerca estuvieron del resultado electoral del año pasado, le arrimó un profuso documento. Se valoraba su gestión frente al conflicto universitario. De abril a esta parte, pasó de 90 contra 10, a 60 contra 40. “Achicó la brecha, Presidente”, le dijo el interlocutor.

En otras palabras, “la batalla contra la universidad” tiene menos costo político de lo que los meteorólogos anunciaban. Milei logró quebrar el reclamo. Es dato.

Hay menos facultades tomadas, surgieron estudiantes que se autoproclaman de derecha, profesores que quieren dar clases y sólo una minoría ruidosa movilizada (al menos por ahora). Penetró el discurso de que no es la educación pública lo que se debate, sino las auditorías. El mismo encuestador le mostró el número: 90 a 10 a favor del Gobierno en ese punto. Es decir, 9 de cada 10 argentinos quieren que los rectores muestren los números.

El conflicto universitario no provocó
El conflicto universitario no provocó la renuncia de ningún funcionario

También es cierto, y se sabe, que los encuestadores han errado casi todo hasta acá. Pero el conflicto universitario, real, concreto, y una de las verdaderas “vacas sagradas” de la República, no se llevó puesto ni a un funcionario. Tampoco el futuro inmediato del Presidente.

Hay un hecho insoslayable, la corrección política de ayer, o los temas sensibles y determinantes de la sociedad, ya no son lo que eran. Es distinto el tiempo, la agenda y el sentir de gran parte de la ciudadanía, más allá de las bondades o defectos del Gobierno.

Se ha generado una masa crítica, que hace llover cuando ningún meteorólogo lo prevé, o que clarea cuando los especialistas dicen que se viene el temporal.

Las tempestades no están en la interna del PJ, en los dimes y diretes con el macrismo (ya debería llamarse de ese modo, en lugar de PRO), ni en alguna figura de la oposición, sino en la marcha de la economía. Menos está el huracán en el conflicto universitario.

La inmensa mayoría de la meteorología política ha indicado que Milei salió debilitado de todas las batallas que libró hasta ahora, básicamente jubilados y educación superior. Es muy probable.

Pero hay algo paradojal, la persona que se debilita instintivamente tiende a retroceder. A guarecerse, a capear el temporal hasta que claree. Acá, Milei avanzó. Fue por más: Aerolíneas, las auditorías, la AFA, la AFIP, la Aduana, y siguen las firmas. O no está tan debilitado como se dicen, o el desafío a todas las lógicas está más presente que nunca. Es raro que se siga analizando a este Presidente con los manuales de la naftalina.

Hoy Cristina es una de las principales fortalezas de Milei. Se enfrenta con la líder de los últimos 20 años de destrucción del país, cuando -además- la agenda ya es otra. “Igual, no nos importan CFK, ni Axel, ni nadie. Si la economía se recupera, poco interesa quién esté enfrente”, leyó uno de los principales hombres del Gobierno.

Bien interesante esto: no hay rival político a la vista, pero la economía todavía no se recuperó. Ese es el único desafío de Milei. Y también que su impronta inédita, fuera de escala, no autoflagele parte de su administración.

Hasta ahora no han sucedido -en forma determinante- ninguna de las últimas dos cosas.

En la AFA, el Gobierno ha decidido dar una batalla más cultural que legal. Esto es dato: la IGJ no avanzará decididamente contra la entidad madre del fútbol argentino. No habrá intervención, ni ninguna cuestión que pueda sacar a los clubes argentinos, y a la Selección, de la FIFA. Sería, además, el peor búmeran para el Gobierno.

Por ahora, ganó Claudio “Chiqui” Tapia. Por ahora. Algunos sectores de La Rosada intentarán, por distintas vías, que penetre la idea de los capitales privados en el fútbol, lo que en los hechos ya sucede -y con éxito- en Riestra, Barracas o Independiente Rivadavia de Mendoza. El tema es sincerar lo que ya ocurre.

“Que se llame SAD o como quieran, pero que cada club pueda decir qué le conviene”, leyó una de las personas que está abocada a este tema en el oficialismo. La batalla es cultural, más allá que Tapia: que el capitalismo penetre en el mundo de la pelota.

Claudio "Chiqui" Tapia, enemigo de
Claudio "Chiqui" Tapia, enemigo de la Casa Rosada

Es obvio, a Milei no le gusta Tapia. Está en sus antípodas, pero la disputa no es por un tema personal, sino por un sistema de organización. No es casual que el Presidente se haya acercado a las miradas de Talleres y de Estudiantes de La Plata, los dos clubes que no acompañaron la lógica de Chiqui eterno. Macri fue determinante en la incorporación del artículo de las SAD en el ya famoso DNU 70. No había necesidad, ni urgencia, pero sí un mensaje cultural.

El expresidente está absolutamente corrido de la coyuntura gubernamental. Habla con la ministra Sandra Pettovello, su sorprendente nueva interlocutora, pero la injerencia en las cuestiones diarias es casi nula. La ministra se lleva mal con Santiago Caputo, quizás ello también la haya acercado a Macri. Quizás.

Caputo, el no funcionario, es más importante que todos los funcionarios juntos. También es dato. Y otra gran particularidad de un Gobierno que ha hecho de lo extraordinario, la regla.

En el Gobierno dieron por terminado cualquier conflicto con el macrismo. El expresidente no tiene dónde ir, porque no puede alejarse del Gobierno y quedar pegado al kirchnerismo, y Milei lo precisa para cuestiones legislativas. Más allá de alguna simpatía pasajera (o profunda) es un tema de convivencia. Y conveniencia.

Igual, a Milei los temas legislativos le interesan menos de lo que dice la meteorología constante. No lo desvela el Presupuesto (ya lo dejó entrever), ni tampoco el reciente veto universitario. Le quita el sueño el devenir de la economía. También el grupo más castigado de la sociedad, el cual no tiene lobby, marchas, ni colectivos que lo defiendan, los niños de 0 a 14 años. Hay manifestaciones por Palestina, por la comunidad de las mil siglas y la X, pero no por los chicos hambreados del conurbano y del interior profundo. Es raro nuestro país.

A nadie se lo ocurrió, todavía, hacer una coreo con la letra de Lali Espósito o L-Gante para defender a los nenes. Sí, para pedir la salida de un presidente electo. Parece que es más simpático bailar contra el orden constitucional, que clamar por los nenes que comen lo que pueden, y cuando pueden.

En tren de prioridades, ha quedado en cuarteles de invierno el pliego del juez Ariel Lijo, y, por consiguiente, también el de Manuel García Mansilla. Por ahora, el tema está trabado. El kichnerismo quiere ampliar la Corte para dar el apoyo. Horacio Rodríguez Larreta ya bajó el pulgar para su senadora Guadalupe Tagliaferri, quien integra la comisión. Y el tema está empantanado.

Pero hay mucho para discutir en el medio, desde más de cien designaciones de jueces federales, hasta el Procurador, el Defensor del Pueblo, etc. Pero hay menos puentes de diálogos de lo que la meteorología (otra vez) cree.

Durante las últimas semanas, a Milei le hartaron un poco las críticas a Santiago Caputo. “No entienden que somos lo mismo”, trató de sintetizar en forma brutal ante interlocutores. No hay quiebre alguno en la cima del poder.

Nadie sabe con precisión si va a llover mucho poco o nada de acá a 2027, lo que sí es seguro es que al Presidente poco parece importarle lo que digan los meteorólogos.

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