La insistencia en diferenciar al sistema monetario por la convivencia de dos monedas les parece a muchos economistas del mundo una anomalía insostenible, puesto que la mayoría de las naciones emplean un patrón único como medida de valor, en contraste con los residentes argentinos que utilizan pesos para las transacciones corrientes y pago de impuestos y dólares para adquirir activos significativos, como propiedades y ahorro.
El sistema bimonetario no es fijo sino variable, depende de las circunstancias y tiempos. Por estas condiciones institucionales, el equipo económico se muestra convencido de las bondades del cepo cambiario en una primera etapa de gobierno, ya que abandonarlo alteraría las expectativas y podría conllevar al colapso del programa de estabilización que se manifiesta mucho más satisfactorio que lo anticipado por el consenso del mercado.
Para entender las causas y razones del sistema bimonetario es oportuno sintetizar las particularidades de la moneda (base monetaria), activo especialísimo basado en la confianza merecida por el banco o Estado emisor, con doble propósito: facilitar transacciones, y, al mismo tiempo, financiar al emisor.
La fortaleza de la moneda no es sólo mérito de quien la emite sino también de todo el sistema bancario en el que se asienta.
La amplitud o extensión de los servicios de la moneda la restringen dos causales: la inflación (pérdida de su valor adquisitivo) y la falta de confianza, seguridad, y competencia de las instituciones y entidades del sistema financiero que la utilizan. De tal modo, la fortaleza de la moneda no es sólo mérito de quien la emite sino también de todo el sistema bancario en el que se asienta.
La historia argentina, con inacabables períodos de las inflaciones más pronunciadas del planeta, defaults, reprogramaciones de pasivos financieros, etc. multiplicaron la huida del peso hacia activos reales y financieros de todo el mundo. Tanto que los residentes, cualquiera sea su nacionalidad, mantienen bienes y activos de todo tipo en dólares y otras divisas mucho más sustanciales que en el peso nacional.
Los activos externos de residentes argentinos, según datos parciales de diciembre de 2023, se estimaban en entre 450.000 y 670.000 millones de dólares. De estos, la mayor parte correspondía a monedas y depósitos fuera del sistema financiero local, reflejando la desconfianza en el peso, por la inestabilidad económica del país.
En comparación, los activos financieros dentro de Argentina son menos valorados y una referencia clave son las reservas del Banco Central, que para fines de 2023 eran aproximadamente USD 27.000 millones, una cifra muy baja en comparación con los activos externos de los argentinos.
Causal de esta diferencia entre el monto de los activos externos e internos, es la corrupción que llevó muchas veces a aplicar reglas preferentes a socios y amigos de los políticos e influyentes poderosos, lo cual impide la competencia sana. Tanto que la Argentina es el 98 país más corrupto del mundo, según midió Transparencia Internacional en 2023, y correlaciona con el elevadísimo nivel de pobreza, porque a mayor corrupción, menor ingreso por habitante.
Y aunque el Gobierno continuara con su disciplinada política destinada a consolidar el equilibrio fiscal, cabe esperar que se terminará dolarizando toda la economía, por decisión del mercado o de política económica, u otra alternativa que surgiera preferida, para prevenirse del oportunismo y veleidades de muchos de los políticos.
Comportamiento de los mercados
En las últimas semanas, el impulso bajista de los dólares financieros reflejó la mayor oferta de dólares que está generando el ingreso a la moratoria, al pago del Régimen Especial de Ingresos de Bienes Personales (Reibp) y al carry trade que alienta el crawl peg al 2% y tasas de interés de las Lecap más altas.
Los bonos soberanos continuaban el rally alcista, impulsados por el blanqueo de capitales, ya que se trata de uno de los activos habilitados para invertir el dinero regularizado y evitar el pago de la alícuota del 5% para montos mayores a 100.000 dólares. Esto impacta de manera directa en la baja del índice de riesgo país.
La expansión económica no vendrá levantando antes de tiempo el cepo cambiario, que podría llevar a la devaluación del peso, sino ganando competencia y con un sistema justo e idénticas reglas para todos.
El autor es director de BG Consulting