Después de revisar el otorgamiento del Premio Nobel de la Paz 2024 a los supervivientes de las bombas atómicas en Japón, en la agrupación Nihon Hidankyo, es un oportuno recordatorio del sufrimiento devastador de Hiroshima y Nagasaki en 1945 y de que las armas nucleares siguen representando la mayor amenaza a la seguridad internacional y que no deben volver a ser utilizadas. El Comité Nobel, como lo hizo en el 2017 al premiar a la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares, pone el foco nuevamente sobre la necesidad que el desarme nuclear y la prevención de la guerra nuclear vuelvan al primer plano de la agenda multilateral de seguridad internacional.
Un mundo libre de las armas nucleares debe ser la máxima prioridad diplomática. De acuerdo con el Instituto Internacional para la Investigación de la Paz de Estocolmo (SIPRI), el peligro nuclear global es cada día más serio en virtud que los arsenales de las nueve potencias con armamento nuclear (Estados Unidos, China, Rusia, Francia, Reino Unido, India, Pakistán, Israel y Corea del Norte) se encuentran en fase de renovación y modernización y, entre todos, suman 12.121 cabezas nucleares (3904 desplegadas en aviones y submarinos). El 90% de esas armas pertenecen a Estados Unidos y Rusia aunque China se encuentra aumentando aceleradamente el número de ojivas nucleares operativas.
Las reiteradas amenazas del Presidente de Rusia del uso de armas nucleares en la guerra en Ucrania es otra cuestión de grave preocupación internacional y ha sido calificada como inaceptable por el Secretario General de las Naciones Unidas. En distintas oportunidades, ha puesto el acento en su eventual utilización y destacado que las armas nucleares tácticas que dispone (70 a 75 kilotones) tienen una potencia que triplica las lanzadas por Estados Unidos a Japón. También es preocupante el reciente veto del Kremlin a una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que proponía prohibir el uso de armas nucleares en el espacio exterior.
El mundo también enfrenta el riesgo que nuevos Estados adquieran armas nucleares. El caso más inminente es Irán. Datos del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y de la Asociación de Control de Armas con sede en Washington afirman que las plantas de enriquecimiento de uranio (Natanz y Fordow) se encuentran purificando uranio al 60% con evidencias de partículas al 83,7% de pureza lo que supone encontrarse próximo al 90% requerido para un arma nuclear. El Secretario de Estado de Estados Unidos, Anthony Blinken, ha confirmado esta información al señalar que Irán es capaz de producir material fisionable para un arma nuclear en un par de semanas.
Es esencial dar urgente cumplimiento al Tratado de No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP), que es el único compromiso jurídicamente vinculante que incluye a las principales potencias nucleares, para poner en marcha el desarme nuclear (artículo VI) y prohibir que nuevos Estados adquieran armas nucleares. El mensaje del Comité Nobel debería servir de inspiración.
A 79 años de la tragedia humanitaria ocurrida en Hiroshima y Nagasaki y a 47 años de la entrada en vigor del TNP, la eliminación de las armas nucleares no puede seguir demorándose. Los desafíos de seguridad de un puñado de Estados que siguen confiando en las armas nucleares no puede ser la excusa para bloquear la aspiración global de vivir en una sociedad internacional sin armas de destrucción masiva.