“Saquen al pingüino del cajón
para que vea
que los pibes cambiaron de idea
llevan las banderas que trajo el León”
Así dice una de las canciones favoritas entonadas por militantes de La Libertad Avanza en los actos partidarios de los últimos meses. El repertorio, todavía escaso, se complementa con otro tema cuya estrofa principal sostiene: “Me chupa la pija la opinión de los kukas. ¡Para hablar hay que ganar!”
Está claro que no hay pretensión alguna en la prosa, que es tan contundente como agresiva y grosera. El mensaje es marcar que la juventud ya no levanta hace tiempo la leyenda del “Nestornauta” -aquella figura que usó La Cámpora tras la muerte del ex presidente- y que sólo importa lo que dice el que venció. Esto último, un razonamiento completamente antidemocrático.
Pero así se abre camino el partido del Presidente, en busca de fieles y una mística que le dé sustento al proyecto político. La épica y la fe en el mando que pregonan ha llevado incluso a uno de los funcionarios más influyentes a vaticinar: “Somos el nuevo peronismo.”
La Justicia electoral le autorizó insignias que se suman al logo que ya usó para 2023. Están disponibles para ser usadas las figuras del león, una peluca y una serpiente cascabel, cuya inspiración es la bandera de Gadsden, de la guerra de Independencia de Estados Unidos, que llevaba originalmente la inscripción “Dont tread on me” (No me pises o No pases sobre mí).
En línea con los aires de nueva era, la inauguración de la sede de LLA en Río Gallegos revestía la simbología que tanto gusta en la mesa chica del Gobierno. El local que había pertenecido desde la década del 80 a Néstor y Cristina Kirchner pasaba ahora a manos de Javier Milei. La pintura violeta dejó atrás el celeste característico del Frente para la Victoria Santacruceño, que luego el matrimonio replicó a nivel nacional.
La fiesta era completa hasta que un grupo de manifestantes (había de izquierda, radicales y peronistas) se acercó para repudiar a Martín Menem, cuya aparición estaba prevista para las 19 del jueves. Recién una hora más tarde pudo ingresar el presidente de la Cámara de Diputados y vice del partido, rodeado por su custodia. Volaron huevazos e insultos, una imagen que desde el oficialismo ordenaron no viralizar.
Menem luego compartió una cena en un hotel del centro con referentes locales, entre ellos Jairo Henoch Guzmán. En la mesa coincidían en la sospecha de una “zona liberada” y apuntaban contra el gobernador Claudio Vidal por no haber hecho un cerco policial más importante, pero decidieron bajarle el tono al episodio. En la Casa Rosada empieza a preocupar que se instale un clima hostil en su contra y genere una reacción en cadena.
Hay un especial recelo con las visitas de funcionarios al interior porque los operativos de seguridad, en general, no les responden y no quieren el riesgo de exponerse a abucheos ni afrentas. “Esto envalentona a los kirchneristas, van a querer instalar que no podemos salir a la calle”, especulan.
En los últimos días, hubo una seguidilla de escraches y agresiones que coparon la escena. Un militante libertario fue atacado en la previa del acto de Karina Milei en La Plata, el youtuber Francisco Antúnez (conocido como Fran Fijap) fue golpeado y debió refugiarse en una casa de empanadas, dos legisladores y un funcionario fueron repudiados y no pudieron dar una charla en una de las sedes de la Universidad Nacional de La Plata. También fueron intimidados algunos legisladores, como el diputado del PRO Martín Ardohain, repudiado por estudiantes y docentes que lo esperaban en el aeropuerto de Santa Rosa, en La Pampa. Y Sabrina Ajmechet, con afiches que la declaraban “persona no grata”.
Del otro lado del espectro, Juan Grabois fue increpado en la calle, y a Horacio Rodríguez Larreta le tiraron agua en la cabeza y lo insultaron en la marcha universitaria.
La violencia está mal y se rechaza siempre. Debe haber un llamado a desescalar desde lo más alto del poder. Y así como es correcto que el Presidente respalde a un militante de su partido víctima de una agresión, debería hacerlo con quien no piense como él.
La tensión se profundizó a partir del conflicto con las universidades, que terminó ubicando en una misma vereda a quienes hasta no hace mucho eran rivales: el kirchnerismo, el radicalismo, la izquierda, la Coalición Cívica, entre otros, incluidos sectores que no están altamente politizados.
Hoy Milei ocupa la centralidad del escenario y es un divisor de aguas. Esto no quiere decir que le convenga necesariamente alinear a casi todo el espinel político en su contra, a pesar de lo que pregona sobre la casta. El “antimileismo”, por llamarlo de alguna manera, está por ahora compuesto en su mayoría por kirchneristas, según los informes que consumen en el Gobierno. Es decir, la máxima dicotomía por la que aún se rige la sociedad es, de acuerdo a las mismas fuentes, K y anti K. “Javier sigue muy sólido entre los que lo votaron”, aseguran.
El Presidente considera que tendrá respaldo social siempre y cuando se apegue a cumplir sus promesas de campaña, que fueron centralmente dos: bajar la inflación y la inseguridad. Acaba de recibir una buena noticia con el último dato del Índice de Precios al Consumidor (IPC) del 3,5% en septiembre, por abajo del 4, que se había convertido en el número maldito que no conseguía perforar. Para la consultora EcoGo, de Marina Dal Poggetto, incluso octubre arrancó a la baja, con 3,1% en lo que va del mes.
Después de haber transpirado hasta último minuto para sostener el veto a la ley de financiamiento universitario, el Gobierno se adapta a otra gimnasia en el Congreso. Los objetivos a cumplir en el último trimestre del año son:
- Presupuesto 2025
- Eliminación de las primarias
- Jueces de la Corte
Para los dos primeros puntos hay una conversación encaminada con los gobernadores. Hay optimismo respecto a la quita de las PASO, lo que llevaría a que las elecciones legislativas sean directo en octubre; y es un poco más sinuoso el camino a la aprobación de la “ley de leyes”, aunque no hay espíritu en los bloques más abiertos al diálogo con la Casa Rosada en denegarle esa posibilidad a Milei.
Los capítulos más sensibles para la oposición son los que contemplan gastos en Salud y Educación, donde advierten mayores recortes.
Con algunas provincias se abrió un juego de convivencia que implicaría algo de obra de infraestructura y un pacto de no agresión en lo electoral. Allí están algunas del dispositivo peronista, como Catamarca, Tucumán y Misiones; y otras del PRO, como Entre Ríos, Chubut y San Juan. El ideal del Gobierno sería llevar listas propias en todos los distritos, pero quizá no en todas lo haga para no desangrarse en la pelea. Por ejemplo en Chubut, donde enfrentar a la vez al kirchnerismo y al gobernador (que reúne al PRO y la UCR) al mismo tiempo podría resultar negativo. Así, en determinados lugares, la pelea será en un frente contra los K.
Todos esos ensayos están aún en el aire, y además, es bastante obvio que si van a declararle la guerra a algún gobernador que oficia de socio no lo harán ahora, cuando necesitan sus votos en Diputados y en el Senado.
El tercer objetivo del Gobierno en términos parlamentarios es la designación de jueces de la Corte. Cristina Kirchner considera que Ariel Lijo es el candidato del Gobierno así que pide para aprobarlo una postulante mujer ungida por ella. Ahí están las idas y vueltas. ¿Qué hacer con Manuel García Mansilla? Se avanza con los dos pliegos ya enviados y se arranca con la discusión de un proyecto para ampliar el Tribunal, o se pospone la nominación de García Mansilla. En eso están. Deberán ofrecer una enorme demostración de confianza para sellar ese acuerdo, que deja afuera a Mauricio Macri.
Cristina debió nominarse a sí misma para la conducción del PJ y retener el poder interno. El operativo clamor no trascendió la frontera de La Cámpora y los más incondicionales, hecho que refleja una merma de su liderazgo. La señal más elocuente fue la resistencia de Axel Kicillof para acompañar de inmediato su presentación. El vínculo con el gobernador ya no será el mismo, aunque nadie cree que vaya a auspiciar una lista en su contra.
“No vamos a terminar jugando con el albertismo”, afirma un funcionario bonaerense. Es que detrás del riojano Ricardo Quintela estarían los buenos oficios de Enrique “Pepe” Albistur, el amigo de Fernández, que le proporciona logística y comunicación. Enfrente, uno de los principales impulsores de la candidatura de Cristina al PJ es otro peronista porteño, Víctor Santa María.
Santa María estuvo el jueves en el Instituto Patria. El sindicalista es ecléctico y tiene a la vez vinculación con Santiago Caputo, a quien conoce desde hace años porque asesoró a Gisela Marziotta en una campaña en la ciudad de Buenos Aires. Se vieron más de una vez durante esta gestión en oficinas del gremio y con el “genio superlativo”, como lo denomina Milei, son otro portal abierto entre los dos mundos.