El espacio público es el lugar en el que se cruzan todas las realidades. Juntas dan forma a una dinámica de vida urbana en común. Su tipología, calidad y el uso que se hace de él son una buena aproximación a la definición de ciudad.
Aunque nos gustaría que todos puedan vivir, transitar y disfrutar de un espacio público sin roces ni conflictos, la realidad que nos toca administrar y transformar es más compleja, precisamente porque está moldeada por el comportamiento individual y colectivo. No solo es evidente que un ambiente sucio, degradado u ocupado ilegítimamente afectará el bienestar general y la armonía necesaria para una convivencia sana y cordial, sino que ningún ciudadano debería asumir como naturales o permanentes todas aquellas circunstancias que impidan su libre circulación, le provoquen miedo o incomodidad y degraden su ámbito de pertenencia.
El viernes 4 de octubre en el barrio de Once se llevó a cabo un megaoperativo contra la venta ilegal. . Tras cinco meses de investigación y un gran despliegue de más de 600 policías, se realizaron 200 allanamientos en el circuito comercial. A partir del esfuerzo conjunto recuperamos y ordenamos la zona.
Gran parte de la gestión de quienes trabajamos en la creación y el mantenimiento del espacio público consiste precisamente en modificar y reducir las conductas y situaciones que lo vulneran y deterioran. En la Ciudad de Buenos Aires, particularmente, muchas de ellas responden a la coyuntura socioeconómica compleja que afecta a todo el país y de la que no estamos exentos. No somos una isla. Un ejemplo claro es el aumento de la economía informal y la consecuente ocupación indebida de plazas y veredas.
En Once los manteros no van a volver. Donde llegamos para establecer el orden, nos quedamos, como en Perette. Si bien puede ser un medio de subsistencia para algunos, no deja de ser injusto para el resto de la sociedad, incluidos los comerciantes que pagan sus impuestos en tiempo y forma.
Otro ejemplo es el de la gente viviendo en las calles. Esta problemática, atravesada por situaciones de adicciones, violencia familiar y salud mental, tiene un impacto directo en el espacio público y la seguridad. La marginalidad también está presente en los hechos de vandalización y robo de mobiliario urbano para su reventa en centros de acopio ilegales, como cables de luminarias, metales de domicilios particulares y partes de monumentos.
También hay causas que tienen que ver con una cultura de poco compromiso con el cuidado de los bienes comunes. No separar basura de reciclables, no respetar el horario para sacar los residuos a la calle o sacarlos de forma indiscriminada -especialmente los grandes generadores-, son comportamientos que facilitan el circuito informal de residuos, perjudican la logística de recolección y atentan contra la higiene general.
En un planeta que se urbaniza a pasos acelerados, con más de la mitad de población mundial procurando resolver todas sus necesidades en las ciudades, lograr que el espacio público garantice una cotidianeidad saludable y funcional es imperioso y relevante.
Esto conduce necesariamente a la adopción de una estrategia integral que involucre tanto en la identificación de los problemas, como en las mesas de definición de las políticas públicas, a los principales actores que inciden en él. En la Ciudad, organizamos junto a los equipos de la Red de Atención y de la Policía recorridas por puntos y corredores críticos para abordar la problemática de la gente en situación de calle y de marginalidad en general. Estamos haciendo cambios en la normativa aplicable a la recolección y gestión de reciclables para atacar el robo de metales. Además, realizamos operativos para recuperar plazas y espacio público tomados por la venta ilegal, ofreciéndoles como alternativa a aquellos que quieran ganarse un sustento de forma honesta y en un marco legal, un lugar en las ferias que administramos desde el gobierno porteño. También trabajamos con los grandes generadores de residuos reciclables y con el sector gastronómico, para hacer los ajustes que correspondan de cara a una mejor disposición y recuperación, e incorporamos tecnología a la recolección de residuos húmedos y barrido de calle para llevar un monitoreo riguroso y un control inteligente de estos servicios.
Queremos que Buenos Aires tenga un espacio público de calidad, limpio, ordenado y seguro. Para lograrlo cambiamos la forma de proceder en relación con su mal uso y damos discusiones incómodas, pero absolutamente necesarias. Todos, usuarios, Estado y reguladores debemos comprometernos con esta finalidad y asumir nuestra cuota de responsabilidad.