Profundidad y perspectiva: dos claves de la comunicación de Francisco

Un análisis del discurso del Sumo Pontífice en el décimo aniversario del primer Encuentro Mundial de los Movimientos Populares

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El Papa Francisco observa, en la misa de apertura del Sínodo de los Obispos en la plaza de San Pedro del Vaticano. 2 de octubre de 2024. REUTERS/Guglielmo Mangiapane
El Papa Francisco observa, en la misa de apertura del Sínodo de los Obispos en la plaza de San Pedro del Vaticano. 2 de octubre de 2024. REUTERS/Guglielmo Mangiapane

En un mundo lleno de tensiones, conflictos y desacuerdos, a menudo nos encontramos teniendo que optar por dos caminos: la profundidad o la perspectiva de mirada amplia. Esta elección se da para una lectura del conocido mensaje de Francisco del pasado viernes 20 de septiembre, cuando visitó el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral (DSDHI) para participar en el Simposio del décimo aniversario del primer Encuentro Mundial de los Movimientos Populares (EMMP), que tuvo lugar en el Vaticano en 2014.

La figura del Papa Francisco ha sido central en muchos de los debates sociales y políticos del mundo y también de la Argentina, y muchos de sus mensajes han sido objeto de una atención única por parte de todos. Para comprender la naturaleza de sus palabras y su impacto en la sociedad es crucial analizar su estilo de comunicación desde estas dos dimensiones: la profundidad y la altura.

La profundidad: entender para iluminar

Cuando enfrentamos la complejidad social, la tendencia humana es centrarse en lo más visible: las posturas que parecen irreconciliables o la capacidad de escucha atenta y profunda. Es importante encontrar caminos que nos lleven más allá de lo superficial y explorar siempre las raíces de los problemas. Esto implica una escucha activa y un esfuerzo consciente por comprender. En el caso de la palabra del Papa esta mirada es esencial. Algunos sectores rápidamente llevan al extremo con violencia y agresión “recortes” de lo dicho por el Santo Padre. Y entonces, nada de lo que dice es valioso o puede ser motivo de reflexión profunda sobre la realidad.

También puede haber un sistema o estructura que quiera perpetuar esta modalidad de tanta tensión. Ante la voz del Papa Francisco denunciando los grandes males del mundo, especialmente el flagelo de la guerra y de nuestra sociedad argentina también, el narcotráfico, las apuestas online, la trata de personas, la falta de integración sociourbana, la pésima distribución de los bienes o el maltrato a la tierra, es mejor callar manteniendo la discusión justamente no en la profundidad, sino en la superficie. Toda comunicación verdadera lleva a la profundidad, a mejorar el pensamiento y sobre todo a crecer en la empatía. Es mejor quizá para un sector quedarse con una controversia que leer o escuchar una exposición de más de 40 minutos, donde el Papa le habla a los poderosos y millonarios del mundo, siendo la voz de los que no tienen voz y que encuentran en él alguien que los defiende de flagelos tan grandes.

El Papa comunica de un modo donde siempre nos invita a profundizar en la raíz de los problemas, donde no encontramos solo mejores soluciones, sino también la empatía y la compasión necesarias.

El Papa Francisco en el Encuentro Mundial de los Movimientos Populares
El Papa Francisco en el Encuentro Mundial de los Movimientos Populares

La paz social ha sido una preocupación constante de Francisco. El precio que paga una sociedad por la multiplicación de la violencia de cualquier tipo es grande y peligroso. Justamente quedarnos solo con parte de los mensajes, nos impide ver a Francisco con una propuesta de orientación que nos ayuda a profundizar las dinámicas sociales, donde siempre la violencia en las calles es un camino de no retorno. Por eso el Papa expresa en el Encuentro, con firmeza: “La división social abre paso a la violencia verbal, y la violencia verbal abre paso a la violencia física, y la violencia física a la guerra de todos contra todos. Y ahí está la cola del diablo”.

Hay que respetar que el Papa comunica siempre todos los temas de esta manera: se sumerge en la complejidad de los problemas sin quedarse en una crítica superficial. Su mensaje subraya la importancia de abordar las causas estructurales de las tensiones sociales, y estamos invitados a escucharlo para resolver los conflictos de manera duradera. El Papa Francisco dirigió su mensaje a toda la humanidad, reafirmando su compromiso con una visión global que trasciende las fronteras nacionales. Aunque es argentino de origen, sus palabras no estuvieron dirigidas exclusivamente a Argentina, sino que apelaron a una audiencia universal, subrayando los valores y principios que unen a todas las personas, sin importar su nacionalidad.

“Perspectiva”: Una mirada amplia de la comunicación

Mientras que la profundidad nos lleva al núcleo del problema, la perspectiva que mira con amplitud nos da una visión más amplia y desapegada. Se trata de la capacidad de tomar distancia emocional y mental, evitando quedar atrapados en la inmediatez de las emociones negativas y muchas veces manipuladas.

Una de las grandes simplificaciones que algunos medios de comunicación hacen respecto a Francisco es centrarse en los conflictos que suscitan, para algunos, ciertas de sus palabras, y de esa manera evitan una lectura de la narrativa más amplia que propone en su comunicación. El Papa ha demostrado una notable capacidad para “elevarse” por encima de las disputas coyunturales, ofreciendo una visión más amplia de los problemas que afectan al mundo. Esta perspectiva le permite abordar temas que trascienden las luchas inmediatas, enfocando su mensaje en un horizonte más universal, siempre conectado con el Evangelio y los valores humanos más fundamentales.

El equilibrio entre profundizar y elevarse a una perspectiva más amplia es clave. La profundidad del Papa nos ayuda a conectar con la humanidad de las situaciones y las tensiones, mientras que la altura nos permite mantener la calma y la serenidad para recibir su mensaje en toda su dimensión, evitando la polarización y extremismo.

La lección más profunda de las palabras de Francisco está en la sinergia entre la profundidad de su análisis y la altura de su visión. No basta con criticar la violencia en las calles; es necesario comprender las causas que llevan a ella. No podemos quedarnos atrapados en una narrativa de confrontación permanente. El Papa en ese encuentro les renueva a los Movimientos Populares una misión: “Ustedes tienen la obligación de evitar la propagación del odio —una de las misiones del trabajador social—, la propagación del odio, de la violencia, de las falsas noticias —las falsas noticias que gobiernan tanto—, la polarización extrema y el racismo”.

El Papa Francisco saluda a su llegada a un encuentro interreligioso con jóvenes en el Catholic Junior College de Singapur, el 13 de septiembre de 2024. EFE/EPA/ HOW Hwee Young
El Papa Francisco saluda a su llegada a un encuentro interreligioso con jóvenes en el Catholic Junior College de Singapur, el 13 de septiembre de 2024. EFE/EPA/ HOW Hwee Young

El discurso de Francisco del 20 de septiembre está impregnado de esperanza, pero no de una esperanza que se limita a esperar pasivamente un cambio, sino de una esperanza activa y transformadora. El Papa invita a que capacidad de organización de las organizaciones sociales de un contexto de esperanza a un mundo que la necesita: “La esperanza no defrauda, es la virtud más débil, es la más débil, pero no defrauda. Esa esperanza que no defrauda. No nos cansemos de decir: ¡Ninguna persona sin dignidad! ¡Ninguna persona sin esperanza!”. Ante un mundo en guerra, violento y dividido, el Papa llama a la esperanza. Ante la sociedad que no da lugar al nacimiento de niños y niñas, el Papa mira a “los poetas sociales” y los invita a ser testigos de la vida. Y no olvidemos que el lema del Año Santo Jubilar tiene como centro esta virtud de la esperanza.

Cuando nos enfrentamos como comunicadores y periodistas a las afirmaciones profundas del Papa Francisco, que lo posicionan “por encima” de los conflictos, debemos asumir una responsabilidad crítica y ética en nuestra labor de transmitir y analizar su mensaje. Su capacidad de hablar con profundidad y elevarse por encima de las polarizaciones nos plantea un desafío particular: no simplificar ni reducir sus palabras, sino tratar de captar y comunicar la totalidad de su visión. Su mensaje tiene una raíz mucho más profunda, ya que aborda cuestiones estructurales y éticas que requieren reflexión y análisis.

¿Será posible que podamos valorar el aporte noble de Francisco y sin reduccionismos? Podemos estar de acuerdo o no, pero el peor camino es usar su palabra y reducirla para que eso alimente la fragmentación o la violencia. En esto se puede destacar la respuesta de los principales funcionarios del gobierno argentino, que, ante el clima generado por el ejemplo dado en el Encuentro de Movimientos Populares, dijeron que ante todo al Papa se lo respeta, más allá de estar o no de acuerdo. Quizá sea este también un camino donde se refleja un compromiso de escuchar todas las voces sin caer en actitudes defensivas o confrontativas, lo cual es un buen ejemplo de cómo se puede “elevar” el debate por encima de la coyuntura política. El querido Papa Francisco asume él mismo con humildad: “No tengo yo el monopolio de la interpretación de la realidad social. Escucho. Tampoco tengo la bola de cristal (y no existe ninguna bola de cristal mágica, esas son estafas). Sí veo una cosa que me preocupa: que avanza una forma perversa de ver la realidad”.

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