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En la búsqueda de eficiencia, las empresas están eliminando la disrupción que impulsa el verdadero progreso. ¿Es posible que estemos sacrificando la creatividad por predictibilidad?
Parecería que la palabra innovación rima con el siglo XXI. Da la sensación de que nunca la humanidad fue más creativa e innovadora que en el presente. Sin embargo, esto podría estar terminando.
Y es que, en la búsqueda de una sociedad más eficiente y optimizada, nos hemos sumergido en un entorno donde todo debe ser predecible, controlado y, sobre todo, libre de fricciones. Pero esta obsesión por la eficiencia puede estar acabando con uno de los motores más fundamentales del progreso humano: la innovación.
Vivimos en una época donde ensalzamos la inmediatez. Valoramos la eficiencia como nada. La productividad es el mantra de los libros de negocios que hemos convertido en una máxima para la vida. “Mayor resultado a menor esfuerzo”, eso es una buena inversión. Pero esta forma de ver el todo en las relaciones humanas nos está generando grandes dolores de cabeza.
La sociedad algorítmica
Los algoritmos que rigen gran parte de nuestra vida cotidiana están diseñados para maximizar la eficiencia y minimizar el riesgo. Cada decisión, cada interacción está guiada por modelos que optimizan para lo seguro y predecible. Sin embargo, esta optimización tiene un costo oculto: la innovación genuina está siendo sofocada.
Nos estamos convirtiendo en seres cada vez más predecibles. La paradoja de nuestro tiempo radica en que, aunque todo parece cambiar rápidamente, estos cambios son meras variaciones dentro de un sistema controlado y predecible. La verdadera innovación —aquella que surge de la disrupción, de lo ilógico y de lo aparentemente loco— es una característica intrínsecamente humana.
Este enfoque, que inicialmente parece beneficiar a la sociedad, está llevando a un estancamiento creativo. La innovación no surge en un entorno de control total, sino en el caos, en la incertidumbre, en la posibilidad de fracaso. Al eliminar la posibilidad de lo inesperado, la Sociedad Algorítmica está destruyendo las condiciones que permiten que la innovación prospere.
La Sociedad Algorítmica, al eliminar la posibilidad de lo inesperado y lo impredecible, se convierte en una sociedad naturalmente menos innovadora. Los algoritmos optimizan para la eficiencia y la previsibilidad, pero, en el proceso, sofocan la creatividad y la capacidad humana de innovar de maneras radicalmente nuevas. El control y la previsibilidad son la culminación de los ideales modernos, y aunque pueden parecer beneficiosos, también están limitando nuestra capacidad para innovar. Y, de esta forma, contribuyendo al malestar que surge de la deshumanización.
¿Estamos destruyendo la innovación?
La innovación, que históricamente ha sido el resultado de la disrupción, la experimentación y, a menudo, el error, está siendo sustituida por una serie de iteraciones predecibles y seguras que rara vez desafían lo establecido. En lugar de saltos disruptivos que cambian el mundo, estamos viendo pequeñas variaciones dentro de un sistema cerrado.
Todo es visible y calculable, transformando al individuo en un objeto de vigilancia constante, sin posibilidad de ser auténtico y complejo. Sin la posibilidad, entonces, de ser libre: condición fundamental para innovar. Reportes trimestrales, cálculos de ROI, informes de desempeño. La libertad se sacrifica en el altar de la eficiencia, y el individuo se ve obligado a conformarse a los parámetros establecidos por los algoritmos.
Este sacrificio de la libertad por la eficiencia es el verdadero peligro al que nos enfrentamos. Al priorizar la optimización y la predictibilidad, estamos destruyendo la capacidad humana de innovar de formas realmente significativas. La innovación, en su sentido más puro, implica riesgo, incertidumbre y la posibilidad de fracaso, elementos que la sociedad actual parece estar eliminando sistemáticamente.
El control y la previsibilidad son la culminación de los ideales modernos, y aunque pueden parecer beneficiosos, también están limitando nuestra capacidad para innovar. En tiempos de inteligencia artificial, quizás la capacidad de tomar decisiones que rompan paradigmas y parezcan irracionales es el único campo de acción que nos queda a los humanos. No lo desaprovechemos.
Entonces, ¿estamos destruyendo la innovación?
El autor escribió “La era del malestar: algoritmos y redes antisociales”
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