Alberdi no puede ser un usado

Los revisionistas deben reestudiar la historia y su influencia

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Alberdi forma su pensamiento bajo la influencia del romanticismo y el historicismo
Alberdi forma su pensamiento bajo la influencia del romanticismo y el historicismo

El título de la nota se dirige a precisar lo más certeramente posible el pensamiento epistemológico del tucumano y las consecuencias políticas del mismo. En principio y para abreviar diremos que los años de su formación caen bajo la influencia del romanticismo. En lo que hace al abordaje de la historia, la consecuencia de este movimiento nacido en Alemania, para resistir intelectualmente al iluminismo o sea a Francia, se llama historicismo. Iluminismo e historicismo son de algún modo primos hermanos, ambos creen en el progreso indefinido de la humanidad. Sin embargo, a ese progreso se llega por caminos diferentes.

Para el iluminismo el camino es la revolución, la utopía construida en el intelecto para imponerla por la fuerza desde afuera, al torrente político-histórico. La utopía iluminista procura cambiar la realidad de raíz, de un día para el otro, a golpes de furia. Arrasar con todo aquello que molesta a la construcción intelectual: costumbres, tradiciones, historia, religión, lenguaje, entre otros. Es un proceso de higienización y esterilización de lo existente. El historicismo no cree en la revolución, por el contrario, cree en la evolución. Evolución en dirección al progreso indefinido, determinado por leyes secretas de la historia, las costumbres, la geografía, la lengua, las tradiciones, la economía, entre otras. Para un historicista se trata entonces de acompañar la evolución o como decía Alberdi: “Promover el progreso, sin precipitarlo; evitar los saltos y las soluciones violentas en el camino gradual de los adelantamientos; abstenerse de hacer, o no se puede hacer, proteger las garantía públicas, sin descuidar la individualidad…cambiar, mudar corregir, conservando.”

Dicho esto, y asimilado, las consecuencias políticas de un historicista y un iluminista son diametralmente opuestas. Pequeño ejemplo. Al triunfar Urquiza sobre la dictadura de Rosas, (para Alberdi dictadura de Buenos Aires sobre Rosas y sobre el conjunto del país) Urquiza se dispuso a organizar constitucionalmente la Argentina. Pensó en un acuerdo, el Acuerdo de San Nicolás. Alberdi lo aconsejaba de este modo: “Con caudillos, con unitarios, con federales, y con cuanto contiene y forma la desgraciada República, se debe proceder a su organización, sin excluir aun a los malos, porque también forman parte de la familia.” Sarmiento, iluminista, desaconsejaba este camino. “Las provincias necesitaban una satisfacción. Permanecían oprimidas por los mismos caudillos que les había impuesto Rosas. La más trivial política aconsejaba dejar a estos caer o notificarles su separación. Teníamos poder moral para eso y mucho más.” Por si el lector no entiende, Alberdi proponía el acuerdo, Sarmiento higienizar las provincias. Punto.

Alberdi, la moda

No hablaremos del periódico editado por Alberdi. Es que Milei ha puesto de moda a Alberdi y a partir de aquí crecen como hongos, posteriores a la tormenta, los aventureros ligeros de equipaje resueltos a opinar sobre el personaje. Llegaron ayer a Alberdi y se han transformado en exégetas del tucumano. ¡Un poco más de pudor! Los liberales tradicionales, esto es los apegados al iluminismo lo han hecho a Alberdi un compañero de ruta hace ya muchos años. Hay mucho escrito sobre este punto. Lo novedoso, si se quiere disparatado, es que ahora aparecen rosistas, sesgados al revisionismo histórico nacionalista, reivindicando a Alberdi por opiniones del tucumano ciertamente positivas sobre el Dictador Juan Manuel. La maniobra revisionista es fulera y fundamentalmente carente de conocimientos.

Alberdi, Rosas y Buenos Aires

Es obvio que no podemos desarrollar en un artículo periodístico todos los aspectos de esta relación absolutamente desemejante. La Generación del 37 a la cual perteneció Alberdi y donde expuso su Fragmento Preliminar fue un conjunto valioso de intelectuales que pretendieron ser la conciencia del gobierno de Rosas cosa que el Dictador desechó bruscamente. El mayor intento fue el de Alberdi cuando presentó su Fragmento Preliminar en donde planteaba “es ya tiempo de comenzar la conquista de una conciencia nacional, una nación no es una nación sino por la conciencia profunda y reflexiva de los elementos que la constituyen.” Con estas frases pretendía un acercamiento a Rosas sin tocar el tema central de aquellos años la Organización Constitucional del país. Tema imposible de conversar con el Dictador. ¡Esta voluntad de congeniar no es rosismo! Por las dudas que algún revisionista así lo crea. Es picardía de un joven intelectual que creía posible darle letra a Juan Manuel. Luego y a lo largo de toda su vida combatió al rosismo por ser la expresión más ruda del porteñismo, como combatió al mitrismo. Algunos revisionistas han llegado a sostener que Alberdi al defender al Paraguay, cuando la guerra, aprobaba la autarquía y el proteccionismo. Mal. Defendió a Paraguay porque el objetivo de Francisco Solano López fue abrir su economía y su comercio a Europa y Buenos Aires se lo impedía o complicaba. Los revisionistas deben estudiar historia de nuevo.

Alberdi y el liberalismo clásico

Del Alberdi que opinó sobre Rosas, una vez caído del poder, es de donde se toman revisionistas y liberales para llevar al tucumano a sus molinos ya secos. Veamos. Carta de Alberdi a Urquiza de 1861, a raíz de que el gobierno de Buenos Aires lo ha enjuiciado como reo de traición a la Patria y en consecuencia sería fusilado, en caso que lo pillen: “El general Rosas está equivocado en sus doctrinas. Su misión no fue la de crear un gobierno constitucional, sino la de enseñar a obedecer. Sin embargo me ha parecido que he debido tratarlo hoy con doble miramiento por lo mismo que ha sido objeto de una condenación local que no hace honor a la Nación Argentina. Él ya fue juzgado y castigado el 3 de febrero de 1852. Cuando dos partidos salen al campo con espada en mano se entiende que se someten al juicio del Dios de los pueblos, que son las batallas. El que cae vencido es el condenado. Su derrota es su sentencia. Pero que el pueblo mismo que lo ha sostenido veinte años y defendido seis horas en campo de batalla, sea el que lo condene a muerte; y que elija para condenarlo, al tiempo en que su conducta de vencido leal y sumiso, es irreprochable, me ha parecido cosa tan ridícula que la Nación no debía aceptar bajo su responsabilidad.” No hay rosismo, lo que hay es templanza característica central del historicismo.

Hay más cartas que hacen mención al Dictador pero con esta alcanza para señalar que Alberdi nada tiene que ver con el liberalismo iluminista ni con el nacionalismo revisionista. ¡Déjenlo en paz! Es otra vertiente historiográfica que podríamos denominarla Revisionismo Histórico Liberal. Que en el siglo XX tendrá sus continuadores.

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