Sobre la verdad, la mentira, la vulgaridad, la inteligencia artificial y el periodismo

Con el andar es posible que se acomoden los melones y que la cantidad mute en calidad, tanto del lado profesional como de los alumnos

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Imagen Ilustrativa sobre Inteligencia Artificial
Imagen Ilustrativa sobre Inteligencia Artificial

Desde hace algunos años se habla mucho del engaño, la distorsión o, sencillamente, las mentiras construidas acerca de la historia y del presente. Se ha inventado un neologismo para explicar algo que viene de lejos. Se habla modernamente de la post verdad con la clara intención de que este bautismo modernoso eleve la truchada a nivel académico.

La búsqueda de la verdad ha sido siempre la razón fundamental de la filosofía, pero también es el basamento donde se asienta la amistad, la familia y toda sociedad que aspire a progresar en valores. El asunto naturalmente es complejo y viene desde los orígenes de la cultura humana, incluidos los mitos, que pretendían también acceder a la verdad que se les escapaba por no contar con el sustento técnico. De modo que el abordaje de la verdad, estrechamente vinculado a la realidad, ha promovido océanos infinitos de ideas, cosmogonías, cabriolas y mucha tinta.

También se ha mentido mucho a sabiendas de que se lo hace. Sin embargo, los tiempos que corren parecen exagerar en este asunto de mentir o de lo que se denomina fake new. A no desesperar: en nuestra historia del siglo XIX hay variados ejemplos. Infinitos, diría.

La inteligencia artificial

¡Tras que éramos pocos, parió la abuela! Ahora, la inteligencia artificial, manipulada por hombres de carne y hueso, arma historias, contextos, imágenes, voces, ruidos, muy creíbles que nada han tenido -ni tienen- que ver con la narración realizada. Por éstas y otras razones se pone mucho el acento en el peligro que la inteligencia artificial ocasiona o podría ocasionar para conocer la verdad, acercarse a ella, y el peligro que conlleva la I.A. para recrear un mundo imaginario, inventado con el solo afán de dirigir la opinión pública. Muchos autores aseveran que está en juego la democracia.

Imagen Ilustrativa sobre la IA
Imagen Ilustrativa sobre la IA

Se puede ver habitualmente en TikTok, Instagram y otras redes sociales como X, en menor medida Facebook, mentiras y falsedades. Cuestiones que muchas veces nos llevan a constatarlas en periódicos o sitios considerados serios, como si fuera una especia de normas IRAM de calidad. Periodismo clásico que chequea las noticias evitando, en lo posible, la falsedad. Resultado: el periodismo competente, construido en universidades o en la buena práctica profesional, cobra más vigencia gracias a las redes que mienten, agreden e insultan.

La vulgaridad producto de la masificación

Con las redes en manos de millones de personas dispuestas a manifestarse, a opinar sobre lo terreno y lo divino sin más que el coraje de decir sin fundamento, se cae en un circuito de alcantarilla. Algunos periódicos serios han optado por no permitir opiniones sobre textos publicados al observar los disparates a pie de nota.

Esto no es nuevo. Pequeña anécdota. Pedro de Angelis, dueño de un extraordinario talento y una capacidad de trabajo excepcional, fue periodista, historiador e intelectual al servicio de Juan Manuel de Rosas. Dirigió La Gaceta Mercantil, el diario oficialista. Podría ser considerado modernamente el vocero del gobernador Rosas. Procuraba, con los medios en sus manos, llegar a la máxima cantidad de lectores para mantener viva la política del Dictador, bajando línea. Escribir para todo tipo de persona era su objetivo, pero no era tarea sencilla, de manera que De Angelis cuenta: “Un día escribí un artículo sobre Fructuoso Rivera (caudillo uruguayo enemigo de Rosas), me esforcé en hacerlo lo mejor posible. El general Rosas me hizo llamar y me dijo: mucho trabajo le ha costado este artículo, pero otra vez no se ataree tanto; ¿ha pasado alguna vez delante de una pulpería cuando se pelean dos morenos…se ha fijado usted lo que dicen? Carajo, hijo de puta, puñetero, a la gran puta que te parió y otras cosas por ese estilo y esto es lo que entienden nuestros paisanos”.

Esto es lo que está pasando nuevamente. Los trolls y algunos personajes salidos de los bajos fondos piensan de los sectores populares igual que Rosas. Desde aquellos tiempos tiránicos hasta ahora muchas veces se empleó el mismo estilo. Lo novedoso y que hace perder el optimismo de una comunicación más elegante resulta de la masividad de los medios al alcance de todos. Hoy, cualquiera dice una burrada. Lo escrito puede sonar a elitismo de la palabra; y sí, algo de eso hay. Cuando el guarango se manifiesta en el anonimato o el desconocimiento, de su cabeza salen simplezas y agresiones. I.A., fake news y guarangos obligan a revalorizar el periodismo profesional. ¡En hora buena!

A no desesperar. A la educación le ha ocurrido algo parecido: la masificación y la obligatoriedad secundaria ha provocado un marcado descenso del nivel en este estadío. Con el andar es posible que se acomoden los melones y que la cantidad mute en calidad, tanto del lado profesional como de los alumnos.

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