En estos días se han observado distintos episodios en el seno del partido radical que ha hecho decir a no pocos analistas que está en vías de disolución, sin embargo conjeturamos que lo que en verdad sucede son movimientos parturientos que remiten a los extraordinarios orígenes liberales de su fundador, el gran Leandro Alem, cuyos preceptos permitieron que nuestro país fuera uno de los más prósperos del planeta hasta que el estatismo peronista revirtió la situación para convertirnos en una tierra de pobreza moral y material en gran escala. Esto hasta la irrupción del actual gobierno que promete metas que no habíamos escuchado en las últimas largas décadas.
Estimo oportuno y necesario recordar ciertos dichos notables de Alem, algunos de los cuales he mencionado antes en diversos medios, pero dados los sucesos del momento es del caso insistir en un apretado resumen telegráfico. Respecto a los bancos estatales y el emisionismo el 23 de noviembre de 1891 escribió: “Es conciencia argentina que el mal se ha producido por el exceso de oficialismo y de que los bancos bancos oficiales han sido el agente activo de la ruina y la fortuna pública [...] El banco oficial constituye un peligro permanente porque siempre será un medio político sujeto a las pasiones partidarias. Trabajar entonces contra este género de establecimientos es hacer obra de cordura y patriotismo [...] Otro tópico digno de fijar la atención pública es el de poner límite a las emisiones fiduciarias y asegurar al país contra las leyes de curso forzoso”.
El 24 de agosto de 1884 escribió: “¿Es justo, es legal, es equitativo despojar a la colectividad para que vivan, prosperen y se enriquezcan media docena de industriales? Y es aquí donde viene como anillo al dedo el corolario que hablamos, o para que se entienda mejor donde cuadra perfectamente el estudio de las consecuencias lógicas que puede dar lugar la prosecución del sistema proteccionista. No habrá una sola persona medianamente sensata que nos niegue uno de los efectos de los derechos de aduana y la elevación gradual de las tarifas aduaneras ha producido [...] la miseria del pobre”.
El 4 de noviembre de 1880 manifestó que “la tendencia autoritaria se desenvuelve entre nosotros de una manera alarmante. Son los partidos de esa escuela que atribuyen poder social derechos absolutos e independientes sin pensar que solo es un encargado de armonizar y garantizar los derechos de los asociados. Son los que pretenden la infalibilidad de la autoridad [...] Más el poder es fuerte, mas la corrupción es fácil [...] No hay progreso económico si no hay buena política, una política liberal que deje el vuelo necesario a todas las fuerzas y todas las actividades [...] Si, gobernando lo menos posible porque cuanto menos gobierno tenga el hombre, más gobierno tiene y más fortalece su iniciativa y se desenvuelve su actividad”.
Estos tres ejemplos son suficientes para ilustrar el pensamiento de este admirador de Thomas Jefferson y ejemplar patrocinador de la tradición del pensamiento liberal. Mucho es lo que se ha escrito en esta línea argumental pero cabe destacar por orden cronológico los textos de autores de la talla de Telmo Mancorda, Enrique de Gandia, Francisco Barroetaveña, Bernardo Gonzáez Arrili, Felix Luna y Ezequiel Gallo.