Milei es un fenómeno mediático. Es nacido y criado como figura pública en los medios masivos de comunicación de los que hoy reniega. El minuto a minuto del prime time lo desvela tanto hoy como en sus primeros escarceos por la tele abierta.
Fue al calor de las descarnadas refriegas del paneleo que se ganó un lugar. Hay que reconocer que se posicionó por mérito propio. El economista iracundo, tan basado como sacado, capaz de imponerse a los gritos para ocupar un lugar en los debates, devino un insumo muy precioso para las producciones necesitadas de “good show”. Milei es un showman y en orden a ser mirado no le hace ascos a nada.
Las escaramuzas mediáticas de Milei en el legendario Intratables lo mostraron desde el vamos irascible y mal hablado. Encendido y voraz.
En aquellos tiempos no tan lejanos desplegó sus teorías económicas pero también abrió sin mayores remilgos las puertas de su más profunda intimidad, esa que ahora pretende proteger degradando la ley de acceso a la información pública.
En orden a sostener su exitoso raid por las pantallas no vaciló en desnudar su privacidad. El sexo tántrico fue uno de sus temas favoritos. Recorrió estudios con quien entonces era su pareja hablando de estas cuestiones.
“Yo eyaculo cada tres meses”, se franqueó ante Moría Casan en una memorable visita a Incorrectas. Luego de calificar al matrimonio como una institución anacrónica que empeora la calidad de los vínculos se fué en detalles acerca de las delicias del yoga sexual. Show y rating garantizados.
Corría el 2018 y nadie imaginaba que el economista, al que Moría celebró en sus disparates e incorrecciones llegaría tan lejos. Su estado de conocimiento público se maceró en la exposición desenfadada de sus excentricidades.
Ya en el 2021 Javier Milei le ofreció a Viviana Canosa una introducción a los beneficios de la técnica sexual meditativa que abreva en el Tantra. El asunto de sus “hijitos” de cuatro patas” fue también deleite de las producciones de América TV. La presentación en Infama de los cuatro “nietos” perrunos encendió las mediciones. Javier Milei supo cómo calentar las pantallas. Lo hizo con premeditación y alevosía.
“Yo informo, cuento con lo que te vas a encontrar para que no haya sorpresas”, dijo consultado acerca de su etiqueta en las citas amorosas. Nadie puede decir que no haya sido lo mismo en la política. Dice lo que va a hacer y lo hace. Por eso lo votaron y se sostiene en el 53% de imágen positiva.
Milei sabe por dónde pasa el show y no se lo quiere perder. El pasado domingo mandó a bajar el regreso de Susana y pretendió comerse de un bocado el prime time pero no pudo.
La deslumbrante puesta pensada para la presentación de la “ley de leyes” le deparó, no obstante, una amarga sorpresa. El rating se desplomó en 10 puntos a poco de que el león libertario empezara a rugir en el Congreso de la Nación. El show no convocó.
El juego coral de la militancia, apostado en los palcos, reconfortó al enviado de las fuerzas del cielo con su gritería, pero no alcanzó para retener a las audiencias. Tampoco dió para el pochoclo la chicana profesoral con la que sermoneó a los K. Quedó claro que la audiencia masiva del aire prefería, al menos esa noche, ver a Susana Giménez.
El discurso, a su modo atemperado, que desplegó en la noche del domingo, se agradece. Ponderado por los sectores racionales no resultó suficiente para alimentar la emocionalidad de las tribus libertarias. Al rey de la selva no parecieron esta vez alcanzarle los rugidos.
Cómo ocurre con los datos duros de la economía los números del rating no se discuten. En un clima de época en el que el minuto a minuto y las métricas digitales mandan, el bajonazo del domingo disparó señales de alarma. Con un encendido general de 27 puntos en toda la línea la cadena nacional fue mucho menos convocante de lo que se esperaba. No rindió. Desde el punto de vista comunicacional la movida terminó en desastre.
Según un informe de la consultora Ad Hoc, las visualizaciones en Youtube también fueron bajísimas y la conversación sobre el tema en redes no movió el amperímetro.
“El medio es el mensaje”, rezaba Marshall Mac Luhan.
En los primeros 70 el mítico experto en comunicación popularizó esta frase para destacar que el impacto de una tecnología o medio de comunicación no reside únicamente en el contenido que transmite, sino en el medio mismo. Según McLuhan, el medio influye de manera fundamental en cómo las personas perciben el mundo y cómo se relacionan entre sí. Más allá del contenido que se pretende transmitir, el medio elegido altera la percepción del tiempo y el espacio, y transforma las relaciones sociales.
Milei y los suyos adhieren a las marcas de este tiempo con fervor militante. La comunicación política se mueve y digita a puro show. Esto no significa que las cosas siempre salgan bien.
Antes de regalar pochoclo se impone saber que quiere comer la gente en cada caso.
La decisión de Javier Milei de invitar a un asado los “87 héroes” parlamentarios que le defendieron el veto a la ley de jubilación resultó un paso desacertado. La referencia resultó inevitable.
La imagen todavía hiriente de la fiesta de Olivos, que hundió la presidencia de Alberto Fernández, regresó para enrostrarle al jefe de Estado que no hay nada que festejar, más allá del logro para el oficialismo de lograr frenar una derrota parlamentaria. La difusión del mega evento no fue una buena idea. La sobreactuación de austeridad, haciendo que cada uno pagó su plato, sumó patetismo.
La puesta en acto auto celebratoria de la heroicidad de los parlamentarios fue a pura pérdida. No hacía falta.
Otra foto de la semana que aportó ruido y confusión fue la que levantó a sus redes el vicejefe de Gabinete Lisandro Catalan. No queda claro que quiso hacer. De pésima factura, a contraluz total, la imagen pretende ironizar acerca del comentado enfrentamiento entre Guillermo Francos y Santiago Caputo.
“Todos peleados”, sumaba el posteo. Junto a Francos y Karina Milei, Caputo luce desaliñado, desharrapado, como quien viene de una muy mala noche. Puede que en la catástrofe comunicacional de la cadena nacional uno pueda encontrar las razones de la cansina dejadez del asesor estrella. Las redes se hicieron una panzada con el fallido glam del “enfant terrible”.
La tierna postal no logró aventar las fuerte interna que genera turbulencia en el círculo íntimo del mileísmo. Guillermo Francos evitó atribuir su colapso de salud a las tensiones del poder y sus contrapuntos con Santiago Caputo, pero dejó entrever que la diferencias entre él y el asesor de Milei siguen vivas.
Estos derrapes comunicacionales no desalientan a los estrategas del oficialismo. La aparición del video “El virus Ku-K12″ trae un producto revulsivo desarrollado utilizando las herramientas de la inteligencia artificial generativa. Un up grade en materia de show off.
“Milei y el virus del odio. Es muy serio, muy grave”, réplica en X Axel Kicillof. La pieza digital asimila a la oposición kirchnerista con un virus maléfico destructor de cuerpos y almas.
De impecable factura técnica el “walking dead” de cabotaje retoma el tono de relato revulsivo al que es tan afecto Milei. En este caso con connotaciones apocalípticas. No queda claro qué repercusiones tendrá en el común de los mortales pero plantea un claro mensaje político.
En vísperas de lo que será el lanzamiento del partido libertario, Milei ubica de manera clara y excluyente al kirchnerismo como la oposición a vencer. El video refuerza la grieta. Sobre el ring en orden al 2025 quedan Milei y Cristina. Nadie más.
La irrupción del libertario en la rosca política ha arrojado resultados dispares, pero su empeño en construir una minoría potente capaz de frenar los dos tercios de la oposición está acelerando la descomposición del escenario político de manera acelerada.
La política entra en estado líquido. Las identidades partidarias se diluyen, los alineamientos devienen difusos y el oficialismo pesca voluntades en ese mar revuelto.
El estado de fragmentación que afecta a todos los partidos políticos, favorece las tareas de seducción que despliega el libertarianismo. A los cinco radicales abducidos por el mismísimo Milei podrían sumarse otros tantos.
De Cambiemos no queda nada. El radicalismo está en un avanzado proceso de autodestrucción. El PRO no logra definir que tipo de sociedad podrá conformar con el mileísmo y en ese tránsito la militancia libertaria de Patricia Bullrich se va llevando puesto lo que queda del poder de fuego del macrismo.
Malas noticias para Mauricio Macri. El empoderamiento de la ministra de Seguridad en la mesa política del oficialismo solo anticipa un debilitamiento del capital político del ex Presidente.
De los libertarios mejor no hablar. Renuncias, expulsiones y escándalos varios dominan el día a día de los legisladores de LLA. Una comedia de enredos de muy baja calidad.
La falta absoluta de liderazgos, la escasez de referentes que cohesionen en todos y cada uno de los espacios abre una inmensa oportunidad para el armado mileísta. No hay mucho tiempo para perder. Es aquí, es ahora.
Mucho más allá de los resbalones comunicacionales, Milei parece haber entrado en una nueva etapa. Su predisposición a hacer política, en la más regular de las acepciones, parece haber empezado a divertirle. Tan solo con lograr la aprobación del presupuesto tendrá con qué entretenerse y sacarle punta a su capacidad de seducir y cooptar a la casta.
Imposible saber, al menos por ahora, cuántas banderas deberá arrastrar en el camino.
No se trata solo de blindarse, de construir una task force que lo proteja del peligroso embloque de los dos tercios opositores. Tienta la idea de avanzar en la construcción de una fuerza propia aprovechando la creciente fragmentación del centro democrático.
El regreso del “Panic Show” previsto para el sábado 28 es también una esquirla en la relación con Mauricio Macri. A fuerza de milanesas lo mantienen entretenido pero el lanzamiento de lo que será La Libertad Avanza a nivel nacional se da en el corazón del territorio amarillo. Todo un mensaje.
En medio de este tembladeral, Francisco entra en escena con un durísimo discurso que cuesta no interpretar como un elaborado ejercicio de provocación política.
A apenas días de haber recibido a la ministra de Capital Humano Sandra Pettovello, el Papa reivindica de manera encendida la tarea de los movimientos sociales y la denominada “economía popular”.
“Esa actitud altanera es lo contrario a la compasión: regodearse en la propia supremacía frente a quien está peor”. La frase de Francisco durante un encuentro con los Movimientos Populares, junto a Juan Grabois, pegó duro en el oficialismo.
El Sumo Pontífice hizo una férrea defensa de la protesta social y criticó la política antipiquetes. “En vez de pagar justicia social pagó el gas pimienta…el silencio de la indiferencia habilita el rugido del odio…El diablo entra por el bolsillo. Ahí está la cola del diablo”.
En este contexto es imposible no analizar el extenso e implacable mensaje papal en clave política. Desde el mileísmo puede entenderse como un absoluto posicionamiento del lado de la oposición.
El Gobierno optó por no contestar. La estrategia del silencio fue solo quebrada por el diputado y piquetero del trolling Agustín Romo, quién en su cuenta de X le bajo a Francisco un implacable “cipayo y traidor”. Lo hizo en el contexto de las críticas papales al gobierno de Roca.
Es poco probable que los artilugios mediáticos del showbusiness aplicados a la comunicación política le alcancen al oficialismo para llevar firmes las riendas en esta nueva etapa. Todo será muy duro de aquí en más, habrá que poner el cuerpo.
Le guste o no a Javier Milei tendrá que aflojar con las puestas en escena mediática y su afición por las redes y los videítos y encontrarse con sus habilidades de hombre político.
Su poder depende hasta aquí de un único y sagrado insumo: el acompañamiento social. Algo que se sabe, siempre ha tenido límites.