Cuando en un paciente en situación crítica la fiebre no cede, pese a los tratamientos implementados, estamos ante un panorama preocupante. Los familiares y amigos quisieran escuchar un informe diverso y el médico desea dar expectativas alentadoras. Pero la realidad se impone.
Cuando los campesinos planifican la producción en sus campos anhelan trabajar toda la tierra disponible, y la sociedad quisiera mayor cantidad de puestos de trabajo y alimentos a costos más reducidos, y los gobiernos coinciden en esos deseos. La crisis hídrica muestra que no hay agua suficiente para todos los usos necesarios. Nuevamente la realidad se impone.
El paradigma del avestruz es muy riesgoso. La comodidad que se alimenta de la indiferencia y la ignorancia alientan esta actitud negacionista acerca de lo evidente. Francisco expresó el año pasado en su Exhortación Apostólica “Laudate Deum” (Alaben al Señor) sobre la crisis climática: “Por más que se pretendan negar, esconder, disimular o relativizar, los signos del cambio climático están ahí, cada vez más patentes”. (LD 5)
Nos cuesta aceptar los límites. Muy a menudo no se están respetando los ciclos naturales de la creación, sobreexplotada por ambiciones económicas del modelo y la avaricia consumista en el hemisferio norte. La depredación de merluza y calamar en el sur de nuestro mar Argentino es un escándalo y un atropello. China, Corea del Sur, Taiwán, Japón, España, y otros amigos y enemigos saquean a mansalva, incluso con complicidades corruptas de nuestras autoridades nacionales o locales; o con la inoperancia de las fuerzas de seguridad y sus obsoletos dispositivos de rastreo y vigilancia.
La tala de bosques en la Amazonia sigue siendo una práctica descontrolada. América Latina y el Caribe cuenta con el 46% de su superficie cubierta de bosques. Sin embargo, en 1990, esa superficie era del 53%, lo que ha implicado una pérdida de 138 millones de hectáreas de bosques en 30 años. En la Argentina tampoco hay una actitud proteccionista, sino que andamos por senderos destructivos. A estas políticas permisivas se suman los incendios forestales que estamos viendo con tristeza y preocupación en estas semanas.
Otro signo preocupante es el tratamiento de la basura y los desperdicios cloacales, focos de infecciones y contaminación de fuentes de agua.
Te invito a entrar en internet para observar en fotos aéreas el grave retroceso en los glaciares sobre la cordillera de los Andes en los últimos 50 años. Fotos que dicen más que mil palabras.
La humanidad necesita manejarse con la promoción de energías limpias de bajo impacto ambiental, y así buscar disminuir el incremento sostenido del calentamiento global.
¿Y por qué te hablo de todo esto? Porque estamos en el Tiempo del Cuidado de la Creación que va de 1 de septiembre al 4 de octubre. Como nos exhorta el Papa Francisco, es urgente “escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres” (Laudato si’ 49). San Pablo nos dice que “la creación entera gime y sufre dolores de parto”, aguardando ansiosamente ser liberada de la esclavitud (Romanos 8, 19-23). Cruje la estructura social.
La batalla por sostener hegemonía del Imperialismo Occidental y el intento de arrebatar esa supremacía por parte del Imperio Chino nos está llevando al colapso, manifestado ya en diversos focos bélicos fogoneados por empresas de armamentos e intereses geopolíticos. Un mismo ánimo capitalista con diversos signos políticos.
Esta urgencia nos interpela como humanidad, y de modo particular debemos acogerla los hombres y mujeres de fe. «La cosmovisión judeocristiana defiende el valor peculiar y central del ser humano en medio del concierto maravilloso de todos los seres.» «Todos los seres del universo estamos unidos por lazos invisibles y conformamos una especie de familia universal, una sublime comunión que nos mueve a un respeto sagrado, cariñoso y humilde.» (Laudate Deum 67)
Francisco junto a otros referentes de Iglesias cristianas nos han convocado a dedicar este mes de septiembre al cuidado de la creación. Acojamos ese llamado a la responsabilidad.
Te invito a buscar más información en la plataforma Movimiento Laudato si’. Si tenés nietos o hijos pequeños, pensá en ellos. Acariciales la cabeza y pediles perdón por el atropello y la falta de respuestas que estamos teniendo.