Las ideas detrás de la violencia las imágenes de Terminator o Matrix estaban en el campo lejanísimo de la ciencia ficción hasta que la inteligencia artificial irrumpió en el dominio cotidiano de la humanidad. Hoy, frente a una realidad innegable, sombras de preocupación aparecen en el horizonte. La capacidad de generar comportamientos autónomos de percepción y/o acción, o contenidos originales en forma de texto, imágenes, sonidos y código de programación ya está a la vista de todos y al alcance de la mano. La inteligencia artificial abre la puerta a un mundo tan sorprendente y fascinante como difícil de imaginar, entender y, para muchos, controlar.
El Dr. Geoffrey Hinton, considerado el “padrino” de la inteligencia artificial por sus avances y descubrimientos en la Universidad de Toronto, renunció a su trabajo en Google y desde una posición intelectual privilegiada, se transformó en un profeta de los peligros que esta tecnología encierra para la humanidad. A su juicio, “es muy difícil evitar que personas malas usen el poder de la AI para hacer cosas malas”.
La IA generó, en los últimos meses, una verdadera revolución en variedad, performance de sus productos y visibilidad social. “Si uno la compara con la evolución orgánica, la IA es ahora como una ameba, que le llevó cientos de miles de años para convertirse en dinosaurio. Con IA, la ameba podría convertirse en el Tiranosaurus Rex en 10 o 20 años”. Con frases de este tenor, el famoso filósofo y escritor israelí Yuval Noah Harari describe la potencialidad de crecimiento y riesgos de la IA. El gráfico muestra la impresionante velocidad de incorporación del Chat GPT.
Este crecimiento genera alarmas y disrupciones aún en el propio ecosistema productivo de la tecnología de la información. Para Steve Wozniak, cofundador de Apple, y otros líderes de la industria, los sistemas con una inteligencia que compite con la del ser humano pueden imponer profundos riesgos a la sociedad y a la humanidad: “En los últimos meses, hemos visto laboratorios empeñados en una carrera fuera de control para desarrollar y desplegar mentes digitales cada vez más poderosas que nadie, ni siquiera sus creadores, pueden entender, predecir o controlar confiablemente”. Frente a este panorama de preocupaciones, parece razonable tratar de entender, en particular, la naturaleza de la IA Generativa e identificar sus beneficios y amenazas.
La Inteligencia Artificial Generativa
La inteligencia artificial, como construcción humana, reconoce trazas implícitas en los orígenes de la civilización, principalmente en el campo de la epistemología, la lógica y la matemática. El comienzo del diálogo científico explícito en torno a la IA, tiene su origen más relevante y simbólico en Alan Turing quien a principios de los años 40 dirigió el equipo que rompió el código “Enigma” con el cual estaban cifrados los mensajes de los alemanes. Luego de la guerra, Turing siguió su investigación en torno a la capacidad de las computadoras de emular el comportamiento de la mente humana y en 1950 presentó su trabajo seminal para la IA, Computing Machinery and Intelligence , en el cual se plantea la pregunta: ¿las computadoras, pueden pensar? Es la presentación del denominado Test de Turing, que consistía en evaluar la capacidad de una computadora de no ser distinguida de un ser humano en una secuencia de preguntas y respuestas.
Desde entonces muchísima agua corrió bajo el puente y muchas decenas de millones de dólares en la investigación y desarrollo de esta tecnología. Hoy se la entiende como un campo de la informática que busca desarrollar sistemas capaces de realizar tareas que normalmente requieren inteligencia humana. Esto incluye la capacidad de percibir y aprender en el extremo del “input” del proceso, y generar contenidos y tomar decisiones y acciones en el “output”.
Este proceso de descubrimiento, invención e innovación llegó a un punto cúlmine con la Inteligencia Artificial Generativa (IAG), caracterizada por la capacidad de crear ideas y contenidos originales en la forma de textos, imágenes, videos, sonidos y código de programación. El procesamiento del lenguaje natural (NLP: Natural Language Processing) permitió el desarrollo de una interfase que permite un nivel de diálogo inexistente hasta el presente con ningún sistema. Existen dos tipos de interfaces, el chat y la interfase de programación de aplicaciones, API por sus siglas en inglés (Application Programming Interface). En la primera, la funcionalidad es como cualquier chat en la cual se introduce texto o archivos multimediales en un “prompt” y la segunda, el “input” para la IAG es el “output” de una aplicación.
El chat GPT (Generative, Pre-Trained Transform por sus siglas en inglés) es la arquitectura más conocida. En el proceso de pre-entrenamiento, el contenido en la infoesfera observada (texto,imágenes, videos,etc.) es transformado en un universo paralelo de “tokens” o entidades matemáticas manipulables mediante un algoritmo. Una especie de “Aleph” en el sentido borgiano, un punto que contiene todos los puntos. En ese universo de entes matemáticos, para responder a un requerimiento planteado por el ser humano en el “prompt”, el algoritmo usa distintas reglas para la generación de contenidos nuevos a partir de procedimientos de predicción que, en el caso del texto, funcionan como reglas semánticas y sintácticas. El artículo Generative AI exists because of the transformer publicado y disponible en el Financial Times, explica de un modo interactivo esta dinámica tan central.
El Chat GPT dice cosas muy interesantes, pero no tiene idea de lo que dice. Por otra parte, el valor o calidad de las depende sobre todo de la capacidad de hacer las preguntas (“prompt”). La habilidad de generar arreglos de información en la pregunta de modo de optimizar la capacidad de las IAG resulta una habilidad esencial. El “prompt engineering” es una de las carreras más promisorias en este campo del saber. La IAG reutiliza su entrenamiento previo de un modo permanente para resolver nuevos problemas en cualquier campo de conocimiento en modos que ni sus creadores conocen a la perfección. De allí la agenda de preocupaciones.
El Chat GPT, desarrollado por Open AI como producto de inversiones de decenas de miles de millones de dólares, es la herramienta de IAG más famosa y disruptiva. Le lleva la delantera a un puñado de competidores entre los cuales se destaca netamente Google Gemini. Lucha de gigantes.Otras herramientas de IAG ya están incorporadas a otras aplicaciones como Alexa Amazon o Microsoft Copilot. En torno a las grandes herramientas de IAG, surge una constelación creciente de aplicaciones especializadas que están revolucionando la forma de proveer soluciones en todos los campos. Cada una de tales aplicaciones se “entrena” en una “infoesfera” especializada, por ejemplo, la de todas las interacciones registradas en los sistemas de gestión de clientes.
El poder transformacional de la IAG
El dominio de aplicaciones de la IAG es inconmensurable. Abarca, en sus distintas modalidades, prácticamente todo el universo del conocimiento y acción del ser humano. Las organizaciones del estado, el mercado o el tercer sector, que incorporan IAG a sus procesos potencian su capacidad de generar valor (económico, político, social o cultural). El impacto disruptivo en sus estructuras es inevitable. Ya resulta casi imposible abarcar todas las soluciones en las que participa. Para fortalecer la comprensión sólo cabe merodear algunos ejemplos.
En el mundo empresario, la IAG cambia drásticamente todas las funciones esenciales de la cadena de valor: marketing, ventas, servicio al cliente, cadena de abastecimientos, producción, cadena de distribución o finanzas. En el campo de la atención al cliente, asistentes virtuales y chatbots proveen una asistencia personalizada sin demora alguna las 24 horas del día con una efectividad superior a la que podría tener una persona. La IAG puede obtener lo relevante de miles de conversaciones telefónicas de un call center en cuestión de segundos. Estamos frente a la hiper personalización de las soluciones no solo para comprender patrones de comportamientos y preferencias sino también para generar nuevos productos y servicios. Las recomendaciones de las plataformas de streaming como Netflix, son un ejemplo. La hiper personalización es un activo valioso en la economía de la atención.
En el campo de la salud, la IAG impacta en la atención, el diagnóstico y el tratamiento de dolencias. El uso de millones de imágenes de una infosfera que crece segundo a segundo, fortalece ya la capacidad de detección temprana y precisa de muchas enfermedades que antes estaban sujetas a la capacidad de análisis de un médico experto en una infosfera drásticamente más reducida. El descubrimiento de nuevas drogas y técnicas genéticas hiper personalizadas implican saltos cuánticos en efectividad y seguridad de tratamientos. El desarrollo de dispositivos o implantes que se conectan con el cerebro a través de interfaces diseñadas por inteligencia artificial han permitido avances sorprendentes apenas imaginables con el famoso Robocop en mente. Casos célebres como el de Keith Thomas, cuadripléjico con un implante en el cerebro para recuperar la movilidad, hablan de fronteras en expansión vertiginosa.
En el campo del arte el impacto de la IAG es abrumador. Cientos de aplicaciones ya reemplazan la inestabilidad de la inspiración humana por procesos eficaces para crear imágenes, canciones, videos, poemas, artículos enteros a partir de “prompt” textuales y procesos guiados para la heurística para la idea inicial y el método para el desarrollo de la obra. Las controversias en torno a la naturaleza artística y la propiedad intelectual de tales productos , se multiplican día a día.
Una forma de entender el impacto inicial y más profundo de la IAG en la actividad de las organizaciones es pensarla como un acceso ilimitado y perfecto a la consultoría de más alto nivel en cada campo de acción, en cada puesto de trabajo. El típico trabajador del conocimiento necesitaba acceder a información (leyendo documentos, hablando con personas, viendo videos) por unas horas y luego en otro lapso análogo formulaba un análisis contextual y un producto. Hoy una herramienta de IAG puede leer millones de páginas pertinentes en segundos y obtener de ellas lo que es relevante. La integridad contextual y hermenéutica así como la consistencia interna de tales productos tiende a la perfección.
En el mundo de las finanzas, la IAG provee asistencia personalizada para el planeamiento, monitoreo y evaluación del retorno y del riesgo de inversiones. En el campo de la justicia, con las habilidades de “legal prompting” adecuadas, es posible generar escritos efectivos y personalizados a cada caso en tiempos inimaginables hace sólo unos meses. La justicia de la provincia de Río Negro incorporó herramientas de IAG que a partir de octubre último le permitieron dictar seis mil fallos procesos estandarizados y repetitivos con mayor eficiencia y eficiencia que el ser humano. En los asuntos del Estado, prácticamente no existe área en la cual la IAG no produzca resultados tan sorprendentes como valiosos. La lista de ejemplos es infinita y, en particular, en el campo de defensa y seguridad, es tan abrumadora como sorprendente.
La IAG penetra toda la cadena de valor de cualquier proceso mejorando la eficacia, la eficiencia y la seguridad de la decisión y la acción. Sus beneficios ya atesoran resultados increíbles sólo en los últimos 10 meses. El poder transformacional de la IAG es asombroso: en menos de un año ha disparado una revolución de alcance, escala y profundidad sin precedentes en la historia de la humanidad. Sin embargo, con la misma dinámica crece en paralelo el potencial de efectos negativos de un espectro de amenazas que comienzan a hacerse cada vez más evidentes.
Riesgos severos en el horizonte
Riesgo es la posibilidad de un daño y es función del valor del activo involucrado, la amenaza y la vulnerabilidad. Las amenazas de la IAG son severas y se dan en los planos ontológico, ético y social. La optimización de ecuaciones económicas, deja al ser humano en un nivel de vulnerabilidad difícil de contrarrestar.
Los riesgos existenciales se vinculan con la propia supervivencia del género humano tal como lo conocemos. Stephen Hawking advirtió, en 2015 que, “el nacimiento de una inteligencia artificial completa podría significar el fin de la raza humana”. Para Yuval Noah Harari, “la inteligencia artificial ha hackeado el sistema operativo de la civilización humana’. En esa metáfora se esconde la causa eficiente de la preocupación ontológica que merodea la irrupción violenta de la IAG. Para muchos se trata de una exageración y que se trata sólo del fin de algunos ecosistemas como los conocemos hoy. En ese sentido, el ser humano será más eficaz en los procesos en los que interviene. Para Karim Lakhani, profesor de Harvard, “la Inteligencia Artificial no reemplazará al ser humano, pero aquellos que usen IAG, reemplazarán a aquellos que no lo hagan”.
Los riesgos éticos plantean la posibilidad de un daño moral a las personas debido a que las herramientas de IAG pueden usarse para hacer el mal o cometer errores. En ese contexto el sesgo de los datos en los cuales se “entrena”, puede generar algún tipo de discriminación. Por ejemplo, si en un chatbot de IAG se piden opciones de trabajos posibles, existe un sesgo de género que ofrecerá preferentemente posiciones en el mundo de la moda para una mujer y en el campo de la ingeniería para un hombre. Esa distinción es la punta de un iceberg de posibles sesgos más profundos y graves. La privacidad o seguridad de las personas también enfrenta un panorama de riesgos más que relevante por la falta de transparencia o trazabilidad en el acceso y manejo de los datos. La trazabilidad de la propiedad intelectual se diluye en las respuestas de Chat GPT. La verdad, bloque fundacional del bien, también está en riesgo por la denominada “alucinación”, que es una patología de la IAG no muy bien diagnosticada y menos tratada: la IAG es capaz de inventar, en detalle, cosas que no existen.
La autonomía de diversos dispositivos de inteligencia artificial como los vehículos o armas letales, plantea riesgos físicos que abren debates complejos acerca de la responsabilidad ética o legal en caso de daños. El desafío de la defensa es inmenso. El riesgo social de la IAG incluye una vasta gama de efectos, la más relevante y disruptiva se da en el mundo del trabajo. En efecto, las herramientas de inteligencia artificial en general y de IAG en particular reemplazan al ser humano con prestaciones superiores. Los pronósticos tienen resultados dispersos. Para el World Economic Forum, en 2025 se perderán 85 millones de puestos de trabajo y se generarán 97 nuevos a causa de la Inteligencia Artificial en general. A diferencia de la Revolución Industrial, la Revolución de la IAG afecta a los trabajadores del conocimiento, personas con formación, habilidades y hábitos de consumo que empujan la economía. El riesgo económico, entonces, es una consecuencia natural de la pérdida de puestos de trabajo o la falta de acceso a recursos de IAG para reemplazarlos. Las asimetrías entre aquellos con acceso a IAG y aquellos sin acceso, tenderán a acentuarse.
El desafío de la estrategia
La inteligencia artificial es un camino de ida. Llegó para quedarse y transformar la humanidad en una escala sin precedentes. Sus consecuencias antropológicas son difíciles de pronosticar. Investigaciones científicas demostraron que con el empleo de IAG como ayuda para la comprensión de un asunto y la elaboración de un producto el tiempo empleado se reduce en un 50%. El impacto en la productividad ya es más que relevante. El mercado no necesita incentivos: aprovecha cada gota de IAG disponible para impulsar el cambio en una dinámica que ya es abrumadora. La transformación marcha por sí misma generando una nueva brecha entre los que reciben los beneficios, que no son homogéneos, y los que corren con los costos y los riesgos. La asimetría de acceso a los recursos de IAG profundizará esa brecha. La IAG, montada en la conectividad de la nube tiene débiles obstáculos en las fronteras entre países.
La estrategia es simple, aprovechar oportunidades y gestionar los riesgos. La ventana de oportunidad es breve y plantea una urgencia estratégica en fortalecer capacidades a nivel individual, empresario y del estado. Liberar las fuerzas de la economía impulsando el desarrollo de capacidades es el mandato de la hora. La elección del nicho de las cadenas de valor donde insertarse es crucial. La tecnología de base y los modelos de la IA no están al alcance de todos. El desarrollo de aplicaciones que las usen, si. La formación del talento humano es central en toda estrategia. La regulación debe proteger a las personas sin afectar el impulso de la iniciativa privada.
Para Gita Gopinath, Subdirectora Ejecutiva del FMI, para maximizar los beneficios de la IAG y minimizar sus riesgos, es necesario el desarrollo de políticas públicas de alcance global. La cooperación internacional es la herramienta principal. El mapa de actores, intereses y capacidades económicas consecuentes, genera una nueva dimensión de la geopolítica y con ella nuevas tensiones que resolver. Una gobernanza global asoma como necesidad presente. Consecuentemente, la única forma para estar del lado correcto de la brecha es que el país diseñe una estrategia que se transforme en política de Estado de largo plazo. La ausencia de una estrategia es una autopista a un subdesarrollo estructural, quien sabe, irreversible.