¿Cómo se forman los docentes?

Desde la Legislatura de la Ciudad se está trabajando en un proyecto de Ley para el Fortalecimiento de la Formación Docente Inicial. Requisitos para el ingreso, un curso nivelador y una evaluación de egreso, entre las propuestas

Guardar
Clases en una escuela primaria (Archivo Télam)
Clases en una escuela primaria (Archivo Télam)

La pasión por enseñar es un punto de partida indispensable para transformar la educación y hoy más que nunca necesitamos docentes profundamente comprometidos con las oportunidades de miles de niños, niñas y adolescentes. Sin embargo, se necesita mucho más que vocación: es imprescindible que la formación docente les brinde las herramientas necesarias para impactar de manera efectiva en las aulas. Pero, ¿dónde se forman nuestros docentes?, ¿quién está a cargo de su educación?, ¿quién vela por la calidad de la formación que reciben?

Mucho se habla de la calidad educativa de los estudiantes y se responsabiliza a la labor docente- entre otros factores-, pero poco se cuestiona sobre la calidad de la formación que se les brinda. Si bien la formación tiene un alto impacto en el nivel de los aprendizajes de los estudiantes, hay poca información sobre la calidad de la formación que reciben nuestros maestros y maestras.

Entre las medidas para fortalecer y jerarquizar la profesión docente, mejorar la calidad de su formación inicial resulta fundamental. Según el Relevamiento Anual 2023 del Ministerio de Educación de la Nación, la Ciudad de Buenos Aires es la tercera jurisdicción con más estudiantes de formación docente en institutos superiores y la quinta con mayor cantidad de instituciones que forman docentes. Sin embargo, hoy faltan docentes en determinadas áreas y “sobran” egresados de otras; mientras tanto los niveles de aprendizaje de los estudiantes siguen estancados, aumentando la brecha de desigualdad.

En la Ciudad, así como en el resto del país, existen diversas instituciones que se encargan de la formación inicial de los docentes. Según un reporte publicado en 2023 por la Unidad de Coordinación del Sistema de Formación Docente del Ministerio de Educación, contamos con 17 universidades que dictan profesorados en CABA, entre las nacionales, estatales, privadas, y la UniCABA. Además, se registran 71 instituciones de educación superior no universitarias, que se encargan de la formación docente y dependen del Gobierno de la Ciudad: las Escuelas Normales Superiores, Institutos Superiores de Profesorado, Institutos de Enseñanza Superior, Conservatorios, entre otras. Muchas de estas instituciones tienen una trayectoria de más de 100 años y han desempeñado un papel clave en el progreso del sistema educativo, tanto a nivel nacional como local.

Si bien existe una institución que acredita y evalúa según estándares de calidad a las universidades (la CONEAU) para velar por la calidad de formación de muchos profesionales, no tenemos tal organismo para las instituciones no universitarias que forman a nuestros docentes que, como dijimos, son muchísimas.

Velar por la calidad de la formación que se brinda a nuestros docentes es fundamental y urgente. El reporte del Ministerio de Educación revela problemas estructurales y pedagógicos del sistema de formación docente en CABA. En primer lugar, entre las 71 instituciones formadoras se ofrecen carreras en más de una sede y/o en más de un turno, por lo cual existe una superposición de oferta de profesorados dispersos por toda la Ciudad. Entre las carreras con más ofertas están el Profesorado de Educación Primaria (29); de Educación Inicial (31), de Inglés (9); de Educación Física (8) y de Historia (6).

En síntesis, para la Educación Primaria e Inicial hay 29 y 31 programas de formación respectivamente. Cabe preguntarse cómo se mantiene la cohesión de un sistema formador y criterios de calidad si las mismas carreras se dictan en tantos programas diferentes. ¿Acaso este nivel de dispersión en la formación docente en tantas sedes no debilita la calidad y cohesión del sistema?

Como correlato, hoy los Profesorados de Primaria e Inicial son las carreras que más estudiantes tienen, lo cual genera una superpoblación de egresados en áreas donde el mercado laboral no puede absorber a todos los graduados. ¿En qué medida le sirve al sistema una amplia oferta de carreras de formación docente que no responde a las verdaderas necesidades del sistema educativo? Esta situación no solo genera una estructura desbalanceada y fragmentada del sistema, sino una cuestionable asignación de recursos financieros y humanos, que termina afectando la inserción profesional de los docentes.

En segundo lugar, se observa que la gran mayoría de las 71 instituciones tanto privadas como estatales, dictan entre una y dos carreras. Esto no solo genera superposición de ofertas como ya dijimos, sino que hace que los estudiantes estén dispersos entre un gran número de instituciones, muchas de las cuales tienen una matrícula muy baja. El reporte plantea que si se distribuyese el total de estudiantes por los cuatrimestres y años teóricos de duración (entre cuatro y cinco) de las carreras tendremos como resultado cohortes iguales o menores a 20 estudiantes. ¿Puede ser sostenible un sistema que fragmenta recursos y docentes en instituciones con cohortes tan reducidas, sin comprometer la calidad de la formación que reciben?

En tercer lugar, tenemos 29 institutos estatales y 42 institutos privados y, sin embargo, los primeros tienen el 70% de la matrícula y los segundos son pequeños, con baja matrícula. Esta diferencia en la matrícula de institutos privados y estatales llama la atención ya que muchos de estos pequeños institutos privados reciben financiamiento estatal del 100%, lo que plantea interrogantes sobre la equidad del uso de recursos públicos.

Especialmente, el reporte muestra que dada la variedad y amplitud de oferta de profesorados, a diferencia de otras jurisdicciones, las instituciones superiores estatales del Ministerio de Educación llegan a ofertar casi la totalidad de titulaciones con validez nacional para la formación de las y los docentes de la educación obligatoria. ¿No sería una mejor política concentrar los esfuerzos en mejorar la infraestructura y los programas de formación en los institutos estatales o en sectores de mayor vulnerabilidad?

Finalmente, el reporte muestra una tasa de egreso de estudiantes de formación docente que oscila entre el 15% y el 40% según la carrera. Aquí vale la pena preguntarse por el desgranamiento de la matrícula, ¿por qué abandonan? ¿por incompatibilidad con el trabajo o por la dificultad de la carrera? ¿Cuáles son las condiciones de partida de quienes se anotan para estudiar para docentes? Si bien aún existe el mito de que estudiar para ser docente es fácil, los datos muestran lo contrario.

En este contexto, desde la Legislatura de la Ciudad estamos trabajando en un proyecto de Ley para el Fortalecimiento de la Formación Docente Inicial que plantea una serie de medidas destinadas a mejorar la calidad del sistema formador. Por un lado, se proponen mayores requisitos para el ingreso a los profesorados a través de un curso nivelador que permita a todos los aspirantes garantizar habilidades básicas para transitar la carrera y mejorar así las tasas de egreso. Asimismo, se propone una evaluación al egreso, que permita retroalimentar a los institutos con información para mejorar sus programas de formación. Por último, se busca fortalecer el planeamiento estratégico, con mayores exigencias para autorizar nuevos programas de educación, con estándares claros sobre los planes de estudio, y la composición del cuerpo de formadores de acuerdo a las necesidades reales del sistema educativo con criterio de equidad.

En síntesis, la vocación docente es necesaria pero no suficiente. Se necesita acompañar a los estudiantes más apasionados con un sistema de formación coherente coordinada y con planificación, que no solo garantice pertinencia de los contenidos sino inserción. Estos procesos son cruciales para asegurar que quienes están al frente de las aulas sean los más capacitados y comprometidos. Solo así podremos enfrentar los desafíos de la educación y contribuir al desarrollo de una sociedad más justa y equitativa.

* La autora es legisladora por CABA y presidenta del Bloque UCR Evolución

Guardar