¿Cómo se explica la recesión si el Gobierno le devolvió al sector privado 15 puntos del PBI?

Se ha puesto de moda hablar del déficit fiscal como el origen de todos los males, cuando en realidad, como sostenía Milton Friedman, el problema es el nivel de gasto público

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Cuando Javier Milei dice que “en 8 meses hizo el ajuste más grande de la humanidad y le devolvió al sector privado 15 puntos del PBI”, tiene que preguntarse: ¿por qué se cayó el nivel de actividad económica en una brutal recesión?
Cuando Javier Milei dice que “en 8 meses hizo el ajuste más grande de la humanidad y le devolvió al sector privado 15 puntos del PBI”, tiene que preguntarse: ¿por qué se cayó el nivel de actividad económica en una brutal recesión?

Hay 4 formas de financiar el gasto público:

  1. Impuestos;
  2. Endeudamiento público (interno y externo);
  3. Emisión monetaria; y
  4. Consumo de capital.

Cada una de esas opciones de financiamiento del gasto público tiene efectos diferentes en el corto plazo, pero uno solo en términos de asignación de los recursos.

En efecto, en la medida que aumente el gasto público hay una transferencia de recursos del sector privado al sector público y, en general, una ineficiente asignación de los recursos productivos.

Supongamos que el Estado aumenta el gasto y los recursos tributarios son insuficientes. En ese caso, una opción es incrementar la carga tributaria. Con nuevos impuestos o alícuotas mayores de los existentes.

En la medida que aumente el gasto público hay una transferencia de recursos del sector privado al sector público y, en general, una ineficiente asignación de los recursos

En términos de actividad económica lo que ocurre es que el sector privado reduce su capacidad de demanda y se la transfiere al sector público, el que asigna esos mayores recursos según lo que el burócrata de turno considera más eficiente. El punto para considerar es determinar por qué el burócrata va a saber mejor que el sector privado, que es el que genera riqueza, cómo asignar los recursos.

De manera que si se aumentan los impuestos la demanda total de la economía sigue igual, la diferencia es que ahora el sector privado puede demandar menos por la mayor carga tributaria y el sector público puede demandar más a costa del sector privado. No existe tal cosa como el multiplicador del gasto público.

No existe tal cosa como el multiplicador del gasto público (Foto: Europa Press)
No existe tal cosa como el multiplicador del gasto público (Foto: Europa Press)

Supongamos ahora que el mayor nivel de gasto se financia con endeudamiento interno. Lo que se produce es un desplazamiento del sector privado del mercado crediticio. El Estado entra como un elefante en un bazar aumentando la demanda de crédito y la tasa de interés, con lo cual desplaza a los particulares.

Si el Estado se financia con deuda externa, en el corto plazo puede aumentar el gasto sin afectar al sector privado. Sin embargo, en el largo plazo los mayores intereses a pagar se traducen en mayor carga tributaria.

Si se financia con inflación, lo que hace el Estado es licuar los ingresos del sector privado haciendo caer su poder de demanda y se benefician quienes reciben esos pesos frescos recién emitidos. Se produce un cambio de precios relativos, caen los ingresos reales y suben los valores de los activos financieros o bien de los bienes y servicios, que no se pueden vender por caída de los ingresos reales de la población.

Finalmente, otra forma de financiar el gasto público es con consumo de capital. Las rutas tienen pozos y no se las arregla, no se pinta el costado de la ruta para ver dónde está la banquina, etc.

Este es uno de los mecanismos que está utilizando el Gobierno para cerrar las cuentas fiscales, algo parecido a lo que hizo kirchnerismo. Como cuando se limitó o prohibió la exportación de carne para que se volcara al mercado interno y la sociedad pudiera comer el asado barato. Esa política populista se financió consumiendo stock de capital, esto es, el sector ganadero liquidó 10 millones de cabezas de ganado que nunca llegaron a recuperarse.

O para tener energía barata, se consumió el stock energético y el país volvió a los cortes luz, al punto que hubo que importar barcos con gas licuado.

Atajo inapropiado

De lo anterior, se desprende que la reducción del desequilibrio fiscal que se tradujo en una fuerte recesión se basó en dos instrumentos fundamentales:

  • Licuación de los ingresos del sector privado, básicamente jubilaciones y sueldos de empleados públicos, con transferencia del impuesto inflacionario, a favor de quienes apostaron a activos financieros que no volcaron al consumo interno y la suba de precios de bienes y servicios que las empresas no pudieron vender por caída de los ingresos reales. Si esa transferencia de ingresos vía el impuesto inflacionario se hubiese volcado al mercado interno no debería haber habido la recesión que hubo.
  • Consumo del stock de capital. La paralización de la obra pública no afectó solo al mayor stock de capital en infraestructura, sino que se está consumiendo por falta de mantenimiento, lo que redundará en mayor gasto público futuro.

Por tanto, si hubiese habido una genuina baja del gasto público con reducción de impuestos, nunca se debería haber dado la recesión del primer semestre y que todavía no se sabe si tocó fondo.

Si hubiese habido una genuina baja del gasto público con reducción de impuestos, nunca se debería haber dado la recesión

La razón es muy sencilla: si el Estado dejaba de gastar y le devolvía poder de compra al sector privado con menos impuestos, bajaba la demanda del sector público y aumentaba la del sector privado, el nivel de actividad no caía.

Por tanto, toda baja del gasto público debería tener como contrapartida una reducción de la carga impositiva, así no sería recesiva. Pero, como hubo baja del gasto licuando partidas para jubilaciones y salarios y consumiendo stock de capital, la actividad se contrajo.

Toda baja del gasto público debería tener como contrapartida una reducción de la carga impositiva, así no sería recesiva (Reuters)
Toda baja del gasto público debería tener como contrapartida una reducción de la carga impositiva, así no sería recesiva (Reuters)

La suba de tarifas del sector público tampoco debería afectar el poder de compra del sector privado porque antes no se pagaba en las boletas de luz, gas, agua o en el boleto de transporte público, pero si con impuestos, deuda o emisión monetaria.

En síntesis, no tiene lógica económica que una baja del gasto público se traduzca en un proceso recesivo, salvo que se haga con licuación de partidas presupuestarias, haciendo caer ingresos reales mediante una llamarada inflacionaria.

No tiene lógica económica que una baja del gasto público se traduzca en un proceso recesivo, salvo que se haga con licuación de partidas presupuestarias

Si fuese cierto que una suba del gasto público genera recesión, por lógica consecuencia un aumento debería generar más actividad económica, con lo cual se estaría cayendo en el keynesianismo más puro que pueda encontrarse.

Por eso, cuando Javier Milei dice que “en 8 meses hizo el ajuste más grande de la humanidad y le devolvió al sector privado 15 puntos del PBI”, tiene que preguntarse: ¿Por qué se cayó el nivel de actividad económica en una brutal recesión?

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