El Estado toma como rehén de los desequilibrios macro a la capa social “sándwich” de la sociedad. Esta lo paga con mayor presión tributaria, menor salud y educación, caída de la actividad económica y pérdida de poder adquisitivo de la moneda, falta de seguridad jurídica e institucional, entre otros.
El falso progresismo en lugar de lograr el ascenso y la movilidad social logró que la sociedad baje por escalera mecánica de la clase media a la baja o a lo que ahora se llama “clase media acomodada” cómo para no decir que hicieron trizas no solo la oportunidad de ascenso de las clases bajas a la media sino que destruyeron la calidad de vida de la clase media para hacerla descender a la baja.
Hoy la clase media vive con un pie en la ilusión de ser de clase media y con el otro en la realidad de la pobreza. Camina sobre el descenso de su calidad de vida. En el fango de la mediocridad. En el esfuerzo y trabajo duro que no le retribuye beneficio en una sociedad que durante mucho tiempo premio la anti-meritocracia.
En Argentina, determinar el umbral de ingresos necesario para que una familia de clase media no se encuentre en situación de pobreza es una cuestión de gran relevancia económica y social. En julio de 2024, una familia necesitaba un ingreso mensual de $1.450.250 para evitar ser clasificada como pobre, lo que representa un aumento del 5.760% en comparación con $24.749 requeridos en julio de siete años antes.
Determinar el umbral de ingresos necesario para que una familia de clase media no se encuentre en situación de pobreza es una cuestión de gran relevancia económica y social
Durante ese período, el ingreso necesario para no ser considerado indigente también experimentó un incremento significativo. En julio de 2017, una familia necesitaba superar $8.113 para superar ese umbral, mientras que en julio de 2024 aumentó a 543.255 pesos.
Asimismo, para superar el límite de pobreza, una familia promedio requería ingresos mayores a $19,744 en 2017, cifra que en 2024 ascendió a $1.112.738. Esas brechas reflejan la profunda evolución de los costos de vida en los últimos años.
Para hacer un análisis de cómo han evolucionado las brechas entre indigencia, pobreza y clase media en los últimos años, se definen los siguientes términos:
- Indigencia: Se establece sobre la base del ingreso necesario para cubrir únicamente el costo de la canasta básica alimenticia.
- Pobreza: Se determina a partir del ingreso mínimo requerido para poder adquirir la canasta básica total, que incluye alimentación, vivienda, educación, salud, entre otros.
- Clase media: El sector que obtiene el ingreso mínimo necesario para poder mantener un nivel de vida que se considera adecuado y que supera holgadamente el umbral de pobreza.
En la brecha entre la indigencia y la pobreza, se ha observado una reducción progresiva a lo largo del tiempo. En julio de 2017 se necesitaban $8.113 para cubrir las necesidades alimentarias básicas y $19.744 para cubrir la canasta básica total, lo que indicaba una brecha del 59 por ciento.
En la brecha entre la indigencia y la pobreza, se ha observado una reducción progresiva a lo largo del tiempo
En julio de 2024 se requirieron $543.225 para cubrir las necesidades alimentarias básicas y $1.112.738 para cubrir la canasta básica total, lo que refleja una brecha del 51%. Esto representa una reducción de ocho puntos porcentuales en la brecha durante ese período. Este cambio sugiere que el aumento en el costo de la canasta básica alimentaria ha superado al incremento registrado en la canasta básica total.
La tendencia se mantiene al comparar el umbral de indigencia con la clase media. A lo largo del período analizado, esa brecha ha disminuido progresivamente, pasando de 67% en julio de 2020 a 66% en julio de 2021, alcanzando a 65% en julio de 2022 y 63% en julio último.
Perspectivas
Este comportamiento no refleja buenas noticias para el ingreso de la clase media. Aunque ha aumentado, el hecho de que la brecha se haya reducido indica que ha sido inferior al que registró el costo de la canasta básica alimentaria. En otras palabras, los precios de los alimentos han subido a un ritmo más acelerado que los salarios en este segmento de la población.
En cuanto a la brecha entre la pobreza y la clase media, la tendencia ha sido distinta a la observada en los casos anteriores. Entre julio de 2017 y julio de 2022, la situación mejoró para la clase media, alcanzando una diferencia del 26% en 2022, el punto más favorable en nuestra historia reciente. Sin embargo, a partir de esa fecha, la brecha ha comenzado a deteriorarse, llegando a una diferencia del 23% en julio pasado.
Este cambio podría indicar que, desde 2022, no solo los precios de los alimentos han aumentado a un ritmo más rápido que el ingreso de la clase media, sino también los costos de vivienda, educación, salud, entre otros.
Es relevante destacar que la economía presenta diversos niveles dentro de la clase media. Actualmente, se considera como tal a aquellos que alcanzan el umbral mínimo establecido. Sin embargo, existen familias que, con acceso a colegios privados, automóviles, seguros, obra social paga, entre otros, experimentan una brecha aún mayor.
Ayn Rand decía “Las clases ricas son el pasado de una nación, la clase media es su futuro”. Hemos subvertido el futuro de la nación culpando a la clase rica sobre el incremento de la clase pobre y deteriorando las oportunidades económicas de la clase media haciéndola descender a la baja. Mientras el resto de la región en América Latina logró en los últimos 10 años un crecimiento sostenido de la economía convirtiendo a los pobres en una clase social económica ascendente sólo Argentina y Venezuela lograron el proceso inverso.
Las clases ricas son el pasado de una nación, la clase media es su futuro (Rand)
La calidad de vida y seguridad de clase media se convirtió en fragilidad e imprevisibilidad futura. Sus hijos decidieron tomar otro rumbo puertas afuera del país al ver el espejo de sus padres y abuelos en los últimos 40 años. No es lo mismo crecer rico que crecer pobre pero nacer de clase media y volverte pobre debe ser una de las peores humillaciones para una clase emprendedora, trabajadora y profesional.
El esfuerzo, entonces, no valió la pena porque se premió al de abajo para mantenerlo abajo con política clientelar y se castigó al de la media a costa del de abajo.
El autor es Analista Económico