Que los adolescentes hablen muy poco con sus padres sobre lo que les pasa no es algo nuevo ni que deba preocuparnos. Más bien es un rasgo propio de esa etapa y alcanza con que los adultos hagamos un poco de memoria para corroborar que así fuimos nosotros también. De la misma forma, tampoco es nueva la preocupación de los padres por la posibilidad de que nuestros hijos puedan desarrollar consumos problemáticos. Lo que sí es una novedad es que, ahora, a las adicciones como la droga o el alcohol se haya sumado la del juego de azar y las apuestas en menores de edad.
La ludopatía infantil, hasta no hace tanto, era algo prácticamente inusual, pero empezó a extenderse a gran velocidad con el acceso masivo a los dispositivos móviles a nivel mundial.
Hace unos días leí un artículo que destacaba que, según UNICEF, el 76% de los adolescentes no hablaría con sus padres si tiene un problema en el ámbito digital. Es decir: guardaría en silencio una situación dolorosa, compleja y prácticamente imposible de atravesar sin el acompañamiento de un adulto. Pero entre ellos sí hablan. Si lo llevamos al ámbito del juego, en los recreos comentan cuál es el juego que está de moda, cómo se puede hacer plata “fácil” o cuánto ganaron en las apuestas que hicieron durante el día. Y lo hacen sin pudor. Pero cuando pierden y comienzan a tener deudas, se mutean.
Hay comportamientos y actitudes que funcionan de alarma para detectar si los chicos están haciendo apuestas: pasan demasiado tiempo con su teléfono, se irritan con mayor facilidad, se aíslan de sus amigos, pueden bajar su rendimiento en la escuela e incluso permanecer cansados. Piden ayuda en silencio, esperando que nosotros, como adultos, reaccionemos primero.
Por eso desde Lotería de la Ciudad creamos “Hablar es Ganar”, una campaña de concienciación para incentivar a poner en agenda este problema. Como Estado no podemos intervenir en el círculo íntimo de los chicos, pero sí podemos aportar herramientas para que el diálogo y la escucha sucedan de manera sana, más espontánea y respetuosa. Si ya sabemos que los chicos no van a sacar el tema por sí solos, adelantémonos.
Más allá de controlar las plataformas de apuestas legales y bloquear los sitios de apuestas ilegales, que son los únicos que permiten que los menores de edad accedan porque no cumplen con las exigencias de control y seguridad, tenemos que poner en el centro de la escena el valor de la palabra. No hay mecanismo más eficiente para la prevención de la ludopatía infantil que la concientización sobre los riesgos del juego ilegal y las estafas a las que están expuestos.
Desde Lotería de la Ciudad tenemos a disposición la línea 0800-666-6006 de orientación por juego problemático, la Línea 108 (Opción 3) y Boti, el chatbot del Gobierno de la Ciudad. Hablando, ganamos todos.