Los magistrados y los Hogares de Cristo

En Ciudad Evita, jueces y fiscales se reunieron con la comunidad pobre afectada por la exclusión y el narcotráfico, promoviendo la “cultura del encuentro” del Papa Francisco

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Hogar de Cristo (Fuente)
Hogar de Cristo (Fuente)

“El que está en las periferias” -dice Francisco- “ve cosas que yo no veo, porque tiene otro punto de vista. Pero tengo que ser capaz de hacer un silencio para darle lugar y escuchar con interés ese punto de vista. Y si finalmente me convenzo de que todos pueden iluminarme e iluminarnos, aunque no los entienda del todo, entonces yo también empiezo a construir una cultura del encuentro.” (Mensaje Santo Padre a políticos católicos de Latinoamérica).

Entre víctimas y magistrados

En reiteradas notas hablamos de la propuesta del Papa Francisco sobre la “cultura del encuentro”. Volveremos a ella en este nuevo comentario sobre la reciente reunión celebrada entre un nutrido grupo de distinguidos integrantes de la Magistratura (jueces y fiscales) con el Pueblo pobre en Ciudad Evita. Se trata de una comunidad angustiada por años de exclusión e indiferencia que se encuentra hoy azotada, entre otras cosas, por la distribución de drogas prohibidas y la lucha contra el narcotráfico.

La palabra “encuentro”

No fue una reunión más. Fue el encuentro de dos mundos desencontrados. La palabra “encuentro” proviene del bajo latín incontra y expresa una idea mitad pesimista, mitad optimista de la relación interhumana (dice Entralgo) y ese sentido anfibológico que se reitera en casi todas las lenguas hace que el filósofo de la otredad concluya afirmando que etimológicamente la palabra encuentro señala el hecho de topar con otro hombre de un modo más o menos hostil. Algo así como lo que hoy llamaríamos encontronazo.

Breve referencia a los presupuestos de todo encuentro

Puede hablarse de encuentro mineral, vegetal, animal y humano. El encuentro humano tiene ciertos supuestos fundamentales como el cuerpo, el espíritu, la subjetividad, la conciencia, la abertura del hombre en el mundo y con el mundo, con las cosas, con el impulso de ser y de tender hacia algo, es decir, acción orientada a un fin, todo lo cual se relaciona con la existencia corporal, psicológica y espiritual del ser humano.

Del homo homini lupus al fratelli tutti

Ese toparse hostil que sucedía cuando el hombre primitivo se topaba con otro desconocido homo homini lupus (el hombre lobo del hombre), con el paso del tiempo derivó en un encuentro indiferente, en un homo mere homo (el hombre es un mero hombre). Si esto fue así en el mundo primitivo indoeuropeo, también lo fue en América donde todavía se registra esa hostilidad, por ejemplo, en algunos lugares de la Amazonía entre las tribus que viven aisladas y los de afuera. En aymará “encuentro” se traduce como “tinku” que a su vez significa “ataque físico” y análogo significado tiene entre las 400 a 1500 lenguas subsistentes de los pueblos aborígenes en Sudamérica.

¿Dónde está el Pueblo?

Para la Teología del Pueblo a la que Bergoglio contribuyó con su pensamiento, “pueblo es el sujeto colectivo-comunitario, histórico-cultural -es decir, cultura común, memoria común, estilo de vida común -, y ético-político, que se manifiesta como comunidad orgánica autodeterminada social, política e históricamente” (Emilce Cuda). Lo que une al pueblo es un “éthos” (un núcleo de valores compartidos) y es así que pertenecen al pueblo no sólo los pobres y oprimidos, sino todos aquellos que comparten ese sistema de valores, fundados no en la relación dominador-dominado sino en la relación de fraternidad hermano-hermano (Lucio Gera, E. Fratelli Tutti, Papa Francisco) que en el campo del pensamiento supera la dialéctica de los contrarios y la categoría de clase.

El Pueblo pobre rechaza el comercio y el consumo de drogas

Aunque parezca baladí, es preciso consignar que el pueblo pobre -por obvias razones y en especial por la experiencia concreta- rechaza, por no decir que maldice, la circulación de las drogas, sea libre o no, en contra de las visiones de aquellos que, por ser ideológicamente “retro-progresistas” o por intereses inconfesables, estimulan la libertad de su venta y consumo.

Madres y niños heridos piden ayuda a los Magistrados para no ser condenados a una discapacidad cerebral perpetua o a muerte súbita

A tenor de las palabras de Monseñor García, la cuestión central del encuentro que comentamos fue un pedido de ayuda de los penitentes que en boca de Chapu (coordinador del Hogar de Cristo) sonó a un gemido, implorando un “no pasar de largo”. Sonó a pedir una mayor proximidad para “ver” la realidad de la introducción y distribución del veneno de la droga dirigido a los pibes, mucho más allá de las cuestiones procesales. Hacer algo para visibilizar a los miserables que, además de la venta y el suministro, reclutan la mano de obra de los cooptados colocándolos en el camino de la cárcel, de la condena a una discapacidad cerebral perpetua y de la muerte infantil. Y el crimen se hace fácil porque funcionarios policiales y municipales que debieran impedirlo son cómplices del narcotráfico.

La política judicial como servicio y el magistrado como servidor para el bien común

Decía Francisco respecto de quienes son católicos y parte del gobierno de la vida de los pueblos que “se podría afirmar que el servicio de Jesús -que vino a servir y no a ser servido- y el análogo servicio que el Señor exige es de sacrificio y entrega, al punto que a veces les pueden considerar como mártires de causas para el bien común”. Y agrega: “el bien común concebido como atmósfera de crecimiento de la persona, de la familia, de los grupos intermedios. El bien común, que es el conjunto de aquellas condiciones de vida social con las cuales los hombres, las familias y las asociaciones pueden lograr con mayor plenitud y facilidad su propia perfección” (Gaudium et spes, n.74).

El encuentro amoroso de los heridos por la droga en los Hogares de Cristo

Las realidades son opuestas pudiendo ser contrarias. En otras palabras, el otro con quien me topo siempre es alguien que me resiste, se trata de una realidad exterior e intencionalmente expresiva. Luego, en el otro puedo percibir una actividad vital o utilitaria y el encuentro puede ser afectante o no. En el primer caso el otro es para mí un “él”, en el segundo puede ser un “tú” o un “nosotros”. Cuando el adicto ingresa a un Hogar de Cristo es un tú que se incorpora al nosotros. Por último, agreguemos que siempre el encuentro nos halla situados en un espacio o “lugar” y en un tiempo. En el caso que comentamos sucede en el siglo XXI en las barriadas de San Petersburgo, 17 de Marzo, 17 de Marzo bis, Puerta de Hierro (Ciudad Evita) que tienen unos 70 años de historia. Realidad que se reproduce en muchos otros lugares del país donde los sacerdotes y voluntarios de los Hogares de Cristo practican la cultura del amor samaritano, asistiendo y rehabilitando a las víctimas del narco-negocio. Puede decirse que hacen suyas aquellas palabras del teólogo según las que “todo hombre que se acerca a nosotros o a quien nosotros nos acercamos, todo prójimo, es místicamente Jesús… Cristo está en el cristiano que ama y en el prójimo amado”.

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