La Argentina está frente a un punto de inflexión. Los esfuerzos por ordenar la macroeconomía, con resultados positivos en la desaceleración sostenida de la inflación, permitieron mostrar nuevas opciones en los caminos a seguir. Ya no queda un solo destino. Quedó clara la decisión del Gobierno nacional de impulsar las grandes inversiones en sectores clave, como la energía y la minería, a través de los beneficios que el RIGI y las flexibilizaciones impositivas que se orientan a un mercado más abierto. Ahora se impone el desafío de incluir a los sectores productivos nacionales, que sufrieron la transformación del mercado local, sosteniendo puestos de trabajo y apostando por la generación de riquezas en el país.
Las Pymes, que conforman el corazón productivo del país, mantienen sus portones abiertos, a pesar de la recesión que golpeó a las ventas durante lo que va de este 2024, porque cuentan con un nivel de competitividad envidiable en cualquier parte del mundo. Las inversiones en capital de trabajo y en personal que se realizó durante los últimos años pusieron a la industria nacional en una cima, que combina el hacer (máquinas) y el saber hacer (empresarios y trabajadores). No es novedoso señalar que la mercadería, una vez que pisa la calle hasta llegar a las góndolas, se encarece por la telaraña impositiva que enfrenta en los distintos niveles del Estado.
Ahí encontramos otro punto de fortaleza del Gobierno, que está simplificando procesos para desenmarañar el ovillo estatal; como también comenzó a dar muestras de confiabilidad al cumplir con la promesa de reducir impuestos clave, como el anuncio de quita de 10 puntos porcentuales del Impuesto País, que se hará efectivo desde el lunes próximo. Sacarle el peso de la presión impositiva a la generación de riquezas y de puestos de trabajo es central para lograr una cadena de valor más fuerte y contendora de las necesidades sociales.
Las Pymes, que conforman el corazón productivo del país, mantienen sus portones abiertos, a pesar de la recesión que golpeó a las ventas durante lo que va de este 2024
Allí es donde, desde Industriales Pymes Argentinos (IPA), pedimos coincidir en una estrategia entre los diseñadores de las políticas públicas y los sectores productivos, de modo de que las decisiones positivas que el Gobierno toma tengan un impacto completo en todo el espectro y no quede, inocentemente, desbalanceado el escenario de la competitividad.
En concreto, la reducción del Impuesto País permitirá abaratar los costos de los insumos que las fábricas locales tienen que comprar en el exterior, lo que redundará en una baja de los precios y un aporte a la inflación cero. Esa excelente noticia quedará opacada toda vez que los importadores de productos terminados, que también se fabrican en la Argentina, tengan también ese beneficio impositivo, generando una deslealtad comercial con consecuencias incalculable aún.
No se trata de cerrar mercados, sino de ser inteligentes. Los productos que llegan al país desde distintas partes del mundo (aunque hoy especialmente desde la agresiva política comercial de China) cuentan con beneficios fiscales e impositivos de origen, menores estándares de calidad y financiamiento bancario que en la Argentina no existe. La inundación de productos con valor agregado fronteras afuera tiene como objetivo final que la circunstancial baja de precios la paguemos los argentinos con la importación de mano de obra. Estaremos reemplazando el puesto de trabajo de nuestros vecinos por empleados bien pagos en otros países.
Es por eso que una libre competencia necesita de reglas de juego que permitan una cancha equilibrada: que se juegue igual en la Argentina que en cualquier otro país. Para eso, pedimos que se incrementen los aranceles de los productos terminados que se producen en la Argentina, para que las fábricas nacionales tengan el mismo reglamento que las extranjeras. Incluso, el modelo arancelario se podría copiar de las reglas que rigen en los países de origen.
La inundación de productos con valor agregado fronteras afuera tiene como objetivo final que la circunstancial baja de precios la paguemos los argentinos con la importación de mano de obra
Existen, además, otras condiciones internas que deben equilibrarse. En las fábricas comenzaron a llegar boletas del servicio eléctrico con aumentos del 4% promedio. La falta de un esquema constante de costos para la fabricación nacional atenta contra el esfuerzo desmedido por bajar la inflación; y deja casi sin margen de ganancias a las Pymes nacionales, que sufrieron alzas muy fuertes; pero, más preocupante aún, se enfrentan a una incertidumbre de variables financieras y económicas, por variaciones que no tienen un sendero prefijado. Cuidar la competitividad de las fábricas debería ser parte del plan antiinflacionario oficial.
En el inicio de este razonamiento, que surge de las vivencias cotidianas en las fábricas que van más allá de los pronósticos de los analistas económicos, se destacó la importancia del nuevo Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones. Sabemos que el Gobierno, atendiendo los reclamos del sector productivo nacional, avanzó en un proyecto de ley Pyme o mini RIGI que enviaría al Congreso. Necesitamos que esa iniciativa se concrete en una propuesta urgente, que se sancione con celeridad en el ambas Cámaras legislativas y que se ponga en funcionamiento de inmediato.
Como el país, las Pymes estamos frente a un punto de inflexión: con reglas claras para la libre competencia, estamos comprometidas para seguir acompañando, con esfuerzo, el plan antiinflacionario del Gobierno, porque tenemos recursos técnicos y humanos para lograrlo; pero sin un plan inteligente de cuidado de nuestras riquezas (no sólo las naturales) podríamos estar siendo empujadas a competir entre nosotras por ser la última en cerrar los portones de nuestras fábricas. Confiamos en que el futuro esté plagado de trabajo para los argentinos, y que en un futuro cercano los productos nacionales sean los que inunden nuestras góndolas y de cientos de países del mundo. IPA está del lado de la producción y del trabajo nacional. Desde ese punto de encuentro nos paramos para el diálogo.
El autor es Presidente de Industriales Pymes Argentinos (IPA)