Comunicación: de la neutralidad al compromiso

La coyuntura exige comunicar con la verdad y los valores del Reino de Dios como bandera.

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La neutralidad ha sido largamente considerada una virtud en la comunicación: ser imparcial, objetivo y sin sesgos ha sido el estándar de oro, especialmente en la transmisión de información pública. Sin embargo, en el contexto actual de crecientes desigualdades, injusticias y polarización social, la neutralidad ha comenzado a ser cuestionada. La realidad de hoy nos enfrenta a una pregunta: ¿Es deseable mantener una postura neutral cuando se comunican ideas, hechos o noticias?

¿Es la neutralidad realmente un ideal inquebrantable, o podría ser, en ciertos casos, una forma de perpetuar el “status quo”? Creo que es necesario pensar la posibilidad de que en algunas situaciones se dé una transición de la neutralidad al compromiso. Esto, por supuesto, marca un cambio de paradigma, en el que la comunicación no solo informa, sino que también toma una postura ética y comprometida ante los desafíos que enfrenta nuestra humanidad. En reiteradas ocasiones el Papa Francisco en su maravilloso y enriquecedor magisterio sobre la comunicación pone luz sobre esta cuestión. El mensaje del Evangelio que los cristianos tenemos el desafío y llamado a comunicar no es neutral: es un llamado a la acción y al compromiso con los principios de justicia, amor y compasión, especialmente con los más vulnerables de la sociedad. Jesús no permaneció indiferente ante la injusticia y el sufrimiento y actuó con firmeza, defendiendo a los marginados y denunciando las estructuras opresivas de su tiempo. Esto nos inspira a los comunicadores a expresarnos de manera no sólo descriptiva o imparcial, sino reflejando un compromiso con la verdad y los valores del Reino de Dios. Vamos a comunicar algunas cuestiones esenciales al mensaje que justamente no nos harán quedar en un lugar neutral.

También en la Iglesia, quien anuncia ese Reino de Dios, cada elección de palabra, cada omisión o énfasis implica una toma de posición. La neutralidad absoluta es una ilusión. La comunicación siempre llevará consigo la impronta de quien la emite.

Una de las referencias sobre este tema de Francisco, es su homilía en la Misa de la Solemnidad de Cristo Rey, el 20 de noviembre de 2016. En esa ocasión, el Papa dijo: “No podemos permanecer neutrales ante el sufrimiento de tantos hermanos y hermanas. No podemos permanecer indiferentes, como si no nos tocara. No podemos postergar las decisiones y esperar que otros se hagan cargo del dolor del mundo. ¡Nosotros somos responsables!”.

También en el mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 2019, titulado “La buena política está al servicio de la paz”, el Papa Francisco aborda el tema de la neutralidad en el contexto de la política y la vida social y habla sobre cómo ciertas actitudes de indiferencia, neutralidad o la falta de compromiso pueden ser peligrosas y contrarias a los valores cristianos. Advierte contra la tentación de mantenerse indiferente ante las injusticias, sugiriendo que la neutralidad o indiferencia es en sí misma una forma de complicidad.

El Santo Padre nos invita a una comunicación que sea clara, directa y comprometida, evitando la neutralidad que puede llevar a la indiferencia. Esta forma de comunicación nos ayuda a vivir el Evangelio de manera plena y auténtica, siendo testigos de la verdad y la justicia.

Es entendible pensar que, cuando se dan discusiones de tono político, sea loable en muchas ocasiones mantener la neutralidad. De hecho, es algo valorable y una metodología adecuada frente a lo que es opinable. Sin embargo, entendemos que en el periodismo y en la comunicación hay un sentido más profundo: llevar a la verdad y al respeto por la vida del ser humano.

En su obra Teoría, pragmática y pedagogía de la Información Religiosa, el autor Gabriel Galdón López cita al Cardenal Ratzinger, quien en su momento quiso poner énfasis en estos puntos al escribir: “No existe en absoluto una noticia puramente objetiva. Incluso la fotografía, con la que supuestamente se descubrió la posibilidad de una objetividad que excluía cualquier huella del sujeto, contiene una cierta interpretación, aun cuando eliminemos las múltiples posibilidades de manipulación que ofrece. Ello se debe a que la fotografía implica siempre una cierta posición de las cosas, una elección, una separación y una u otra iluminación. Por todo ello es también interpretación. Nuestra exposición es también, sin excepción posible, una elección. De ahí que la noticia esté siempre interpretada, aun cuando solo sea por lo que se omite, por lo que no se dice. Ello significa que la técnica de la información sin la ética de la información es inhumana. Debemos preguntarnos, pues, si acaso no nos hemos convertido en gigantes de la técnica permaneciendo, al propio tiempo, párvulos en ética, especialmente en ética de la información”.

La necesidad de un paso firme de la neutralidad al compromiso para la comunicación no significa solamente un cambio de enfoque; es un paso hacia una mayor autenticidad y relevancia. Al adoptar una postura comprometida, los comunicadores tenemos la oportunidad no sólo de informar, sino también de inspirar y movilizar.

El mensaje de Jesús nos da el ejemplo porque no busca la aprobación popular, sino que invita a una reflexión profunda sobre la fe, la relación con Dios y el modo de ser de la comunidad. El Evangelio no se ajusta a las pautas sociales o políticas. Jesús, que no fue populista ni demagogo, proclamó verdades que provocaron a las autoridades religiosas y políticas de su tiempo. El Evangelio no está diseñado para ser un mensaje neutral. Es una invitación radical a la transformación y a una comunicación que desafía tanto a individuos como a sociedades a vivir de acuerdo con los principios del Reino de Dios.

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