Tanto en el mundo de los negocios como en el deporte, los caminos hacia el éxito comparten un principio fundamental y experimental: el viaje de autodescubrimiento y crecimiento personal. Al igual que en una maratón, donde cada kilómetro recorrido revela nuevas fortalezas y desafíos propios, en el liderazgo empresarial cada etapa presenta oportunidades para descubrir y desarrollar capacidades ocultas.
Ambos trayectos requieren trabajar primero en uno mismo, en la persona, para desarrollar disciplina, visión y resiliencia. La base personal se convierte en una herramienta valiosa para crecer y prosperar en lo profesional. En este sentido, tanto el corredor como el líder deben aprender de cada experiencia para mejorar continuamente. La capacidad de aprender de los fracasos y mantener una mentalidad positiva en tiempos difíciles es crucial para avanzar.
Comparto cinco escenarios que, estoy seguro, reflejan cómo estos caminos se entrelazan:
Rutina: un corredor sigue un plan de entrenamiento estricto, ajustando su alimentación, descanso y ejercicio. De igual manera, un líder empresarial establece rutinas de trabajo, metas diarias y fomenta una cultura de disciplina y esfuerzo dentro de la organización.
Motivación: un runner visualiza la línea de llegada y se motiva con la idea de cruzarla. Un líder empresarial debe tener una visión clara del futuro de la empresa, saber hacia dónde va y motivar a su equipo para alcanzar ese objetivo a largo plazo.
Flexibilidad: tal como el líder debe estar preparado para ajustar estrategias en respuesta al mercado y las nuevas tecnologías, un corredor debe superar diferentes condiciones climáticas, terrenos y estados físicos. También anímicos, claro, en ambos casos.
Break y festejos: el líder (y sus equipos), como un corredor, necesitan descanso y un respiro. La otra clave es planificar días y sesiones de recuperación para evitar lesiones, y también intensificar el esfuerzo para aprovechar oportunidades. Con el mismo nivel de importancia debe estar la alegría de cada kilómetro nuevo y los logros de llevar a la empresa a nuevas alturas.
Al final de las jornadas, en plena maratón o corridas empresariales, lo que realmente cuenta es el compromiso con el proceso y la capacidad de encontrar satisfacción en el camino. En los deportes y negocios necesitamos la misma determinación y mucha más pasión aunque al final ganan y mandan las verdaderas ganas.
Cuando se pasa la meta de llegada y uno se da cuenta de que ha logrado un objetivo, el ciclo vuelve a empezar. Y en las empresas es igual. Por eso, no se trata de llegar en primer término. Se trata de disfrutar cada kilómetro del camino. Y llegar al objetivo para volver a empezar.
El autor es presidente del board de Uniber y fundador de Metrocubico