Qué prisa hay en convertir en ley el fracasado plan ENIA

Confiemos en que la gran mayoría de los diputados, hombres y mujeres de bien, que serían incapaces de avasallar el derecho de los padres a educar a sus hijos según sus valores y creencias, frenarán esta iniciativa que promueve prácticas experimentales en menores a espaldas de los adultos responsables

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Folletería del plan ENIA en escuelas
Folletería del plan ENIA en escuelas

Lo que ocultan los promotores del ENIA (de Prevención del Embarazo No Intencional en la Adolescencia] es que un objetivo clave del mismo es promover la esterilización masiva de niñas y adolescentes que hoy son saludables; y, si esos métodos de esterilización fallaran, sugerir el aborto, todo ello a través de consejeros escondidos en las escuelas, quienes derivarían a las alumnas a centros de salud, a espaldas de sus padres; y todo, por supuesto, con nuestros impuestos.

Los Diputados Nacionales firmantes de los proyectos para convertir en ley este programa, asegurándose así presupuesto, cargos y facultades, parecen no recordar ciertos datos insoslayables: el más evidente es que las Provincias son soberanas para legislar en materia de salud y de educación (art. 121 de la Constitución Nacional), por lo que, en una República Federal como la Argentina, la Nación no puede avasallar tales soberanías provinciales con leyes nacionales.

Otro dato que nos quieren ocultar es nada más y nada menos que el chip contraceptivo Implanon NXT (etonorgestrel) que el plan promueve no puede ser aplicado en niñas y adolescentes dado que no hay ensayos clínicos de los daños que su uso puede provocar en la salud de niñas y adolescentes menores de 18 años de edad. Están pretendiendo legalizar un plan de experimentación y ensayo con nuestras niñas y adolescentes sin siquiera pedir el consentimiento informado de sus padres (en violación al art 59 Cód. Civil y Comercial de la Nación y a los arts. 5, 6, 7, 8, 9 y 10 de la Ley 26.529 de Derechos del paciente).

Los diputados que corren hacia la legalización del Plan ENIA también ocultan los efectos secundarios que el chip Implanon NXT puede producir en su usuaria, tales como trombosis, quistes en ovarios, cáncer de mama y órganos reproductivos, trastornos hepáticos, aumento de peso, hipertensión, enfermedad de la vesícula biliar, cloasma (manchas marrones en la piel del rostro que impiden exponerse al sol) etc; sólo por nombrar algunos de los efectos secundarios enumerados en el prospecto del dispositivo que el plan promueve y que están publicados desde 2015 en el Boletín de la A.N.M.A.T.

En caso de que la contracepción falle, el plan apela a drogas abortivas como el Misop 200 (misoprostol) y la Mifepristona que tampoco están suficientemente probadas en niñas y adolescentes, porque tampoco se ha llevado a cabo ningún ensayo clínico completo ni parcial con población femenina menor de 18 años de edad sobre los efectos nocivos en la salud, si no letales, que pueden producir.

¿Por qué tanta prisa en legalizar el ENIA?

La ejecutora del Plan ENIA afirma haber reducido a la mitad los nacimientos de bebés de madres adolescentes en los últimos 5 años: ¿significa que hay menos embarazos? ¿O que los embarazos que se producen terminan en abortos? ¿Les explican en qué consiste un aborto? Las acompañan a través del tiempo para hacer seguimiento y tratamiento posterior en caso de secuelas físicas o psíquicas?

El Estado les debe a nuestras niñas mucho más que dos pastillas abortivas y un chip esterilizante ante la problemática de la sexualización precoz y posterior embarazo. Merecen mucho más y tienen derecho a más: a educación en el fortalecimiento de su personalidad y en el afianzamiento de principios y valores que los hagan ciudadanos de bien para su Patria, a formación en el autocontrol y respeto al cuerpo propio y de los demás, al uso de herramientas que, desde pequeñitos, puedan activar para defenderse y buscar ayuda en caso de que sean abusados física o psicológicamente. Eso es fortalecer a nuestros jóvenes, eso es educarlos en cuidar su sexualidad.

¿Qué padre no quiere que sus niños sean preservados en su pureza e inocencia el mayor tiempo posible? ¿Qué padre no quiere que sus hijos sean respetados y preservada su salud sin aplicarles sustancias y dispositivos experimentales que a su edad podrían causar daños graves?

En la vorágine por sacar una ley, los diputados promotores se han olvidado de que los niños no son del Estado, tienen padres que los protejan y velen por ellos, derecho constitucional reconocido en el art 12 inc 4° de la Convención Americana de Derechos Humanos: “Los padres y en su caso los tutores, tienen derecho a que sus hijos o pupilos reciban la educación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones”.

En el marco del plan ENIA, los alumnos son sacados de la hora de clase y llevados por el “asesor” para recibir “consejería en salud sexual”. Allí inducen a las nenas a dejarse aplicar contracepción de emergencia, implantes subdérmicos o, eventualmente, a abortar.

Las “asesorías en las escuelas” se hacen indefectiblemente a espaldas de los padres o tutores dado que no se los cita para presentar al asesor, dar a conocer su currículum en ciencias de la salud o de la educación, y poner a su disposición el material que se les exhibirá a sus hijos en el año lectivo. Afirmo sin temor a equivocarme que, al proceder sin consentimiento parental, se está violando un derecho reconocido por el art 12 inc. 4° de la C.A.D.H. más conocida como Pacto de San José de Costa Rica.

Por otra parte, nadie aclara que, dado que están esterilizadas, las adolescentes van dejando de utilizar protección de barrera en sus relaciones ocasionales y esto ha contribuido a un incremento de las enfermedades de transmisión sexual. Incluso ha vuelto la sífilis que estaba ya casi erradicada.

A los padres, no nos quedemos en lamentaciones, acerquémonos más a nuestros hijos y creemos espacios de diálogo sincero y formativo; cada joven nuestro vale la pena y el país lo necesita saludable y enfocado en estudiar, trabajar, practicar deportes y hacer cosas por los demás y por sí mismos.

Es por eso, y por mucho más, que nuestros niños y adolescentes merecen tener padres o tutores presentes, que se involucren en su educación y en el cuidado de su salud, que dediquen tiempo de calidad para hablar de aquellos temas que, si no son hablados en familia, los hablarán con cualquiera a escondidas en una escuela.

Confiemos en que la gran mayoría de los diputados nacionales son hombres y mujeres de bien, que quieren lo mejor para nuestros hijos, y que serían incapaces de avasallar el derecho de los padres a educar ellos mismos a sus hijos en cuestiones morales y de creencias. Hagámosles saber que por un proyecto de ley de un plan fracasado no deben provocar que Dios y la Patria los demanden.

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