¿Complicidad de los gobernantes con los narcotraficantes?

En un emotivo encuentro, líderes religiosos y representantes judiciales debatieron sobre la importancia del apoyo del Estado en la recuperación de los jóvenes en situaciones vulnerables

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Monseñor Ojea
Monseñor Ojea

Un encuentro inusual se realizó este sábado en el Polideportivo de la Parroquia San José de Avenida Colonia en el Barrio 17 de Marzo, Ciudad Evita, La Matanza. Pueblo pobre fiel y funcionarios nacionales y provinciales.

El motivo de la reunión

Dijo Monseñor Eduardo García a los funcionarios presentes del Poder Judicial y de los Ministerios Fiscal y de la Defensa y otros representantes de diferentes instituciones en el encuentro de ayer en Ciudad Evita: “Nosotros ponemos lo nuestro para acompañar la vida en el orden afectivo, emocional y laboral de la recuperación, pero también necesitamos que ustedes pongan lo que está en sus manos y en sus posibilidades. Es para que esta recuperación se sienta que no se está haciendo al margen de la sociedad, al margen de la ley, sino que se hace con la ley y que la ley sostiene este proceso de reinserción de acompañamiento y de vida nueva para la gente.”

El comunicado de la Conferencia Episcopal Argentina

Dice el comunicado de la CEA:

De este modo al Estado y la Justicia, le pedimos que nos ayuden a acompañar a los rotos, especialmente la aceleración de procesos.

El encuentro continuó con el testimonio de hombres y mujeres que trabajan en las obras de la parroquia San José y, especialmente en los Hogares de Cristo, acompañando la recuperación de aquellos que se acercan ante problemáticas de consumo. Luego se produjo un diálogo entre los presentes y estas personas. Durante el encuentro, la comunidad de San José mostró su pasado, su presente y el horizonte que busca. Entre los testimonios, compartimos las palabras de personas que se han expresado, que se han recuperado y en la actualidad trabajan y sirven a hermanos que se siguen acercando. Todos coinciden en la necesidad de una mayor ayuda por parte de la Justicia y del Estado para continuar logrando verdaderamente una realidad que grita ´Basta de Droga´: “Nosotros ponemos el cuerpo y ustedes desde el lugar que les toca, ayúdennos a decir que toda vida vale y es importante”.

En las palabras de los oradores, quedó en claro la importancia de que el Poder Judicial escuche a quienes aparecen criminalizados y son, en verdad, las principales víctimas de un sistema de exclusión que deja a millones al costado del camino.

Luego, la Defensora de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes de la Nación enfatizó que: “Esta semana tuve que llegar hasta la Corte Suprema de Justicia para que después de 7 meses el Estado reparta los alimentos para que la gente pueda comer”. En ese contexto, agregó que: “La demanda que se escucha en los barrios es que falta justicia y acá nos convocaron para sensibilizarnos y ponernos en frente de las narices a la gente que sufre las consecuencias”. Asimismo, estuvieron presentes los jueces de la Cámara Federal de Casación Penal, Alejandro Slokar y Angela Ledesma. La jueza Ledesma recordó que: “desde la Cámara de Casación junto con Alejandro Slokar hemos sentado jurisprudencia hace ya tiempo cuando dijimos que de ningún modo puede existir o imponerse la prisión perpetua para los menores. El Juez Slokar expresó: “La justicia, ante todo, es un derecho, esencialmente de los más débiles. Frente a las penurias de una crítica situación social, que muestra luces de máxima alarma, un mínimo ético-jurídico es atender lo más frágil, como en un naufragio: mujeres y niños primero”. Y remató: “Con los pibes no se jode: el hambre es un crimen y su encierro una perversión”.

Un adicto recuperado, hoy coordinador del Hogar de Cristo de San José, y el Padre Tano
Un adicto recuperado, hoy coordinador del Hogar de Cristo de San José, y el Padre Tano

Monseñor Oscar Ojea, obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, dijo:

“Yo estoy orgulloso de estar en esta mesa, realmente, no sé cómo agradecer a Roxana, a Andrea, a Rodrigo, a Chapu; a monseñor Eduardo García. En realidad, hemos escuchado con el corazón, hay muchos modos de escuchar, ¿no?, pero hemos tenido como una escucha activa, verdadera. Lo que nos han contado ha pasado por nuestro corazón. Hemos sido todo oídos. Esta reunión, que fue fruto de una inquietud de magistrados que vinieron a la Conferencia Episcopal a decir: ´Nosotros queremos acercarnos, queremos escuchar´, y yo vi en ellos como un deseo vocacional, un deseo vocacional. Es servir a través de la Justicia, pero tomando contacto cercano con lugares en donde verdaderamente se ha vivido y se vive en forma profunda la vulnerabilidad”.

“Hemos visto y escuchado la fuerza de una comunidad. Una comunidad tiene anticuerpos. Tiene anticuerpos que hace posible que se pueda defender de una cantidad de males cultivando la fraternidad, cultivando el amor al prójimo. Hemos escuchado en esta mesa hablar del abrazo, de la necesidad, de la contención; de momentos claves de la vida en donde hemos sido recibidos, hemos sido escuchados; hemos escuchado con emoción como Chapu decía que había silencio y se sentía escuchado”.

“El habernos mostrado la fuerza de la comunidad; ‘es verdaderamente posible´, escuchábamos hace instantes. La experiencia nuestra, queridos magistrados; cuando nosotros visitamos los penales ubicados en nuestras diócesis, la mayoría de cada uno de los penales están llenos de pobres y vulnerables; allí observamos una edad promedio de 21 años, la enorme mayoría con causas por robo para consumir. Parecería que, digamos, el crimen organizado, la trata, el narcotráfico, las armas; ¿de donde salen las armas? Es decir, parecería que todo eso es el poder, enorme, invisible, que busca cómplices en los poderosos, que esclaviza a nuestros chicos y chicas, entonces como han expresado en reiteradas veces en este encuentro: ´es otro Estado´; esto lo tenemos que tratar de visibilizar, no podemos mirar para lado y tratarnos como si entre nosotros hubiera un abismo. hoy hemos escuchado un grito, un grito; es difícil escuchar un grito, pero es posible acompañar ese grito: ´no nos dejen solos, somos familia, pero los necesitamos como familia´. Fue maravilloso lo que transmitió la madraza de la familia, hermosa familia. Entonces, de verdad ese grito ´acompáñennos´, creo es el grito que tenemos que llevarnos hoy para desde nuestra vocación, desde nuestro lugar, intentar transformar la realidad como la han transformado ellos y buen ejemplo hemos recibido esta mañana de parte de todos ustedes. Muchísimas gracias en nombre de todos, a los magistrados que tuvieron la inquietud de esta reunión”.

Desde los integrantes del Poder Judicial que estuvieron presentes, hubo palabras de compromiso para que esto no sea sólo un encuentro sino un camino para encontrar soluciones concretas a quienes están excluidos.

Participaron miembros de los Hogares de la Familia Grande del Hogar de Cristo que expusieron sus testimonios de vida, de recuperación y de servicio con emoción y síntesis, también participaron representantes del ámbito educativo, universidades e integrantes de Cáritas Nacional.

El funcionariato firme junto al pueblo

La presencia del Poder Judicial, junto a funcionarios de la justicia y otros representantes de la Procuración General de la Provincia de Buenos Aires, el Consejo de la Magistratura de la Nación, la Cámara Federal de Casación Penal, la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, la Defensoría de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes de la Nación, Defensoría General de CABA, la Fiscalía de la CFCP, Juzgado Cay T de CABA, UEJN, TO en lo Criminal Federal de la Plays, Consejo de la Magistratura de CABA, Ejecución Penal, Universidades de J.C.Paz, Hurlingham y La Matanza, CSJN, MPF de la Nación.

Labores de la Obra de la Parroquia San José del Obispado de San Justo

  1. Se reparten más de 18.000 porciones de comida en 16 comedores.
  2. 1600 niños, jóvenes, adultos, ancianos y discapacitados que vivían en la calle, hoy viven en forma permanente en decenas de casas del Hogar de Cristo.
  3. 1000 niños y niñas son recibidos diariamente por las Casitas de la niñez.
  4. 800 alumnos estudian en escuelas secundarias.
  5. 2200 adultos se capacitan en escuelas, terciarios, profesorados y centros de formación profesional.
  6. Una Escuela de música y orquestas que comparten la vida artística de 700 personas.
  7. 4 escuelas primarias reciben a más de 1100 alumnos.
  8. 450 abuelos y abuelas se reúnen en centros de jubilados.
  9. Más de 1400 niños son recibidos en 7 jardines de infantes.

La realidad es superior a la idea (Jorge Mario Bergoglio)

A juicio de este cronista que participó del inusual encuentro de una comunidad ávida me siento en la obligación de hacer unas reflexiones que le expliquen a nuestros hijos que nada es casual en la vida de los pueblos. Coincidentemente al nacimiento de la nueva etapa democrática, con una república que había sido derrotada militar y políticamente en el campo internacional, denostada en el mundo por los años de la Dictadura y con una economía quebrada se dio inicio la invasión de estupefacientes. El Estado permitió desde la Democracia que supimos concebir el ingreso creciente y paulatino de drogas naturales como la marihuana y cocaína, heroína o sintéticas como las metanfetaminas. Durante el gobierno del presidente Menem comenzó la campaña que se desarrollaría en una primera etapa de lanzamiento donde las drogas y los efectos “placenteros” del consumo estuvieron dirigidos selectivamente a los sectores altos, denominados popularmente “chetos” de la juventud de donde se importaría a segmentos también altos del interior. Fiestas cerradas, exclusivas, con participación de astros y algunas estrellas en el marco de una estética sumamente cuidada y una difusión que gota a gota fue aumentando y así pasó de las revistas más exclusivas como Gente o Caras y otras dirigidas a un público más extendido y diversificado, suplementos de diarios y televisión. Y así de los salones VIP de los boliches de la Costanera de Buenos Aires, Palermo y Recoleta, Avenida Constitución en Mar del Plata, llega más tarde llegar a lo largo y a lo ancho de nuestro territorio nacional.

Como muros de contención para los desbordes a que dicha inundación conduciría, en especial cuando el consumo se extendiera a las clases bajas y pobres de la población, se multiplicó la creación de los juzgados federales, las fiscalías y los entes provinciales destinados a contener la creciente criminalidad. Es decir que, el poder político, penetrado por el narcotráfico, sería el encargado de construir diques de contención a los desbordes producidos por su expansión.

Hoy los márgenes de los daños provocados a la sociedad son infinitos, en gran medida irremediables, en su magnitud la estimación de las muertes provocadas por el consumo de estupefacientes superan enormemente las causadas por la dictadura que presidió a la Nueva Democracia y otra violación grave se comete a diario con los niños y niñas de las barriadas pobres y de clases medias expuestos al narcotráfico sin entrar a considerar los muertos-vivos que arrastrarán secuelas de por vida que los invalida para llevar una buena vida y vivir con dignidad. Ni en las clínicas privadas ni en salas de salud ni en los hospitales públicos se registra ni se da aviso alguno a la autoridad judicial de las muertes o sucesos dañosos que ingresaron o se produjeron en dichos establecimientos a causa del consumo de drogas ilícitas.

Frente a esta realidad social las muchas delegaciones de las fuerzas de seguridad, patrulleros, instituciones judiciales, colegios de abogados, funcionarios de los gobiernos municipales, provinciales y nacional que se han seguido multiplicando -por aumento de la población u otras razones - “miran para otro lado”. En las calles, en las bailantas, a la salida de los boliches, en las ferias artesanales y en muchos otros puntos de venta se compra y venden estupefacientes a la luz del día a niños, jóvenes y viejos quienes en La Plata, en Ciudad Evita, en Villa Luzuriaga, en San Isidro o Zárate, Mar del Plata, Bahía Blanca, Tandil, San Antonio de Areco, por no hablar de Rosario y otras ciudades del interior, hasta los vendedores cuentan con repartos a domicilio o delíbery para comodidad y facilitación del descontrol de los que viven presos de la droga. Y los jueces “de garantía”, los fiscales, los procuradores generales, los comisarios, los políticos tampoco “ven”. Sin embargo, los fundamentos de tal negatividad fueron expuestos, en un correcto español-latinoamericano ente Su Santidad. Magistrado -propuesto a la sazón en estos días para el máximo tribunal de la república- que dijo en la Academia de Ciencias del Vaticano que “no era función de los magistrados penales la política de prevención de las adicciones ni tampoco la prevención en las cárceles”. Sin embargo parece que eso no se asume porque no les corresponde (legalmente, claro) pero Monseñor Garcia dijo y el Procurador General de la Provincia allí presente no lo desmintió, que en el ámbito “…el año pasado, de 40.000 causas que ingresaron por narcotráfico, solamente 2.000 tuvieron algún tipo resolución; muchas veces las personas que han sido detenidas por este delito vuelven a los barrios como si nada hubiese ocurrido.”

Cuando hace unos años visite el barrio 17 de Marzo de Ciudad Evita y la nueva Parroquia de San José de la calle Colonia hablé con el Obispo Eduardo García designado por el Papa Francisco al frente del Obispado de San Justo y con el Padre Nicolás Angelotti. La gran preocupación era la construcción y puesta en funcionamiento de colegios primario y secundario y el club. Poco tiempo después esos objetivos fueron logrados y en los terrenos cedidos por la CONAE se levantó un polideportivo que funciona todo el año, de la mañana a la noche repleto de jóvenes que ocupan el “tiempo libre” en ocio creativo, en prácticas deportivas, donde hacen música y canto y festejan cumpleaños, todos los días. ¿Dónde estaban los niños y jóvenes antes? Deambulando por las esquinas de los barrios o por el centro de San Justo, limpiando vidrios, pidiendo dinero, revolviendo la basura o hurtando alguna cosa. Fáciles peces para ser pescados por los distribuidores de drogas, hacerlos adictos e incorporarlos como soldados.

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