Las ideas y programas de Javier Milei ¿tienen antecedentes de aplicación en algún otro país? ¿Expresan alguna corriente política de otras latitudes? ¿Es una originalidad argentina? ¿Sus trazas ideológicas son las mismas de la familia internacional de la “nueva derecha”? Concurre a sus actos y, en ellos, es recibido y aplaudido, Donald Trump lo consideró un “gran fanático de MAGA”.
Para muchos analistas políticos locales, el fenómeno Milei, es una réplica de la “nueva derecha”. ¿Las apariencias engañan? ¿Qué es? Arturo Ponsatti esquematizaba las ubicaciones políticas: en lo cultural distinguía “conservadores” de “progresistas”; en lo económico a “mercadistas” de “estatistas” y en lo político, a “autoritarios” de “liberales”.
Simplificando, en los extremos, la “izquierda” era “progresista”, “estatista” y “autoritaria”; y la “derecha”, “conservadora”, “mercadista” y “autoritaria”.
Izquierda y derecha, en el extremo, compartían autoritarismo y, como destacó Martín Wolf, los extremistas también comparten la habilidad de sus líderes “para definir la verdad para sus seguidores es un ejemplo del Führerprinzip, la idea de que el líder define la verdad” (Financial Times del 25 de junio último).
En lo económico la mayor parte del Occidente se sitúa, sobre el eje ‘mercado / Estado’, en una zona que ampara al Estado de Bienestar, aunque, en los últimos años, ha habido un crecimiento de ideas que implican un avance del ‘mercado’
Los “liberales” en lo político, en esta simplificación, forman el centro alejado de los extremos. En lo “cultural” se diferencian entre conservadores o progresistas; en lo económico, entre los más partidarios del mercado o de la participación del Estado. Vamos a las experiencias.
En lo económico la mayor parte del Occidente se sitúa, sobre el eje “mercado / Estado”, en una zona que ampara al Estado de Bienestar, aunque, en los últimos años, ha habido un crecimiento de ideas que, como las del “Consenso de Washington”, implican un avance del “mercado”. A esas ideas las fortalece la presión de globalización que genera el avance de la economía de China.
En Milei lo económico es lo dominante. Como “libertario” se propone destruir al Estado, eliminar las intervenciones y barreras estatales, liberar los mercados y que la competencia sea abierta e irrestricta, sin protección para el desarrollo de la producción en el territorio y el retiro del Estado (elección, diseño, financiación) de la inversión en infraestructura.
Milei suprimió la inversión pública y Federico Sturzenegger, el ideólogo en jefe, promete desaparecer los vestigios del Estado de Bienestar y del Estado para el Desarrollo.
Ese no es el pensamiento económico de la “nueva derecha” internacional. Los programas, de Meloni, Le Pen, Vox y Trump van en dirección contraria. Son “proteccionistas”, industrialistas nacionales” y promueven inversiones de infraestructura.
Le Pen se proponía proteger a las empresas de la competencia extranjera y promover el consumo de productos nacionales; reducir los impuestos para las pequeñas y medianas empresas y hacer que los más ricos paguen una proporción justa de impuestos. Aumentar la inversión en servicios públicos y nacionalizar sectores estratégicos (energía, transporte) ¿En qué se parecen las leyes ya votadas por mileistas, PRO, radicales y un sector del peronismo (blanqueo, bienes personales, RIGI, ¿etc.)?RIGI, etc.)?
Vox, propone reindustrialización, independencia energética (energía nuclear), promoción del consumo de productos nacionales y políticas proteccionistas y revisar los acuerdos comerciales internacionales que perjudiquen a los sectores nacionales y sostener al Estado de Bienestar.
¿En qué se parecen nuestros libertarios y su “oposición amigable” a esos “dirigistas” de Vox?
¿En qué se parecen nuestros libertarios y su “oposición amigable” a esos “dirigistas” de Vox?
Giorgia Meloni está comprometida con la inversión pública para fomentar la independencia energética de Italia y con incentivos y apoyo financiero a las pymes para estimular el crecimiento económico y la creación de empleo.
¿Aquí hay algo parecido?
Donald Trump, tuvo y se propone nuevamente una posición de protección a la industria nacional renegociando acuerdos comerciales y el manejo de aranceles proteccionistas. Además, tiene una declarada vocación de invertir en infraestructura (carreteras, puentes, aeropuertos). Siendo Presidente procuró el retorno de la producción manufacturera con incentivos y protección.
Lo programático de la “nueva derecha internacional” nada tiene que ver con el programa económico de Javier, ni con la economía austríaca, ni la de Rothbard. En lo económico, Milei, claramente “no es parte de la nueva derecha”.
En Occidente lo que se ha dado en llamar “progresista” ha dominado la escena de lo cultural: es un consenso de elites económicas, intelectuales y mediáticas que -en algunos casos- ha inducido a una suerte de “custodia del pensamiento”, una “verdad oficializada”, cuya negación lleva a la cancelación.
Se reescriben obras y hasta se suprime a la historia para acomodarla a “la verdad programática oficializada”: “el que controla el presente, controla el pasado” (G. Orwell).
Parte de la izquierda trocó las “grandes consignas de transformación social” por la militancia de lo que culturalmente “constituye el progresismo”.
Justamente el kirchnerismo es (fue) la transformación del peronismo, el de Eva y Juan Domingo Perón que fue culturalmente conservador, en el baluarte del “progresismo”; fue la manera de “compensar” incapacidad o desinterés, para enfrentar adecuadamente la decadencia nacional del crecimiento de la desigualdad, de la pobreza y de la indigencia, que serían banderas del original.
Al respecto de esa transformación son elocuentes algunas preguntas (hechas u omitidas) en el Censo 2022, el DNI “X” e incluso algunas operaciones pedagógicas de “deconstrucción” en la escuela primaria. El progresismo cultural local celebró la patética escenificación de “La última cena” en los Juegos Olímpicos en Paris.
Hay allí una distancia del “progresismo” con gran parte de la opinión pública: pulsar.uba indagando sobre las creencias de los argentinos registró, en 2023, que 59% de los argentinos estaba poco o nada de acuerdo con la ley del aborto y 72% poco o nada de acuerdo con el lenguaje inclusivo y 63% poco o nada de acuerdo con la legalización de la marihuana, etc. Ese estado de opinión adversa explica la intensidad del discurso “progresista cultural” desde el gobierno K inscripto en “el globalismo”.
El “globalismo” refiere a lo “cultural” “normativo” “progresista” de instituciones internacionales que se perciben por encima de los Estados y establecen normas que afectan distintos planos de la vida social. El “antiglobalismo” es una causa fundamental de la “nueva derecha”.
¿Hay coincidencia en lo expuesto por Milei y el “conservadorismo cultural” a la Meloni, Le Pen, Vox y Trump?
Milei se percibe libertario a la manera de Rothbard. La “nueva derecha” no solo no es libertaria” sino que, en lo cultural, está en sus antípodas. Los libertarios promueven la liberación del tráfico de drogas, de la prostitución, la venta de órganos o de niños (Rothbard dixit). Las declaraciones de Milei, en su etapa panelista, contra la institución del matrimonio no se condicen con la “nueva derecha”. Milei culturalmente es transgresor a la manera menemista (Daniela, Fátima, Yuyito), distante del “conservadurismo cultural”.
En Occidente, en las últimas décadas, lo “liberal”, la democracia republicana, ha dominado lo político. En América Latina, Cuba, Nicaragua, Venezuela, El Salvador, etc., regímenes autoritarios o dictaduras: “sus líderes definen la verdad”.
En un reportaje de “Verdad Consecuencia” (TN) Milei no supo, no quiso, no pudo, declararse a favor de la democracia. Tiene lógica. Como “anarcocapitalista”, sin Estado, sostiene que todas las relaciones deben quedar al amparo excluyente del mercado. ¿Qué sentido tiene el voto en la urna si lo único que debe elegir es la billetera en el mercado?
Un extremo del autoritarismo es la anarquía capitalista de mercado donde domina el poder económico al que, según los libertarios, todos pueden acceder cualquiera sea el punto de partida. Esa fe es la que fundamenta todo el credo liberal.
Como “anarcocapitalista”, sin Estado, sostiene que todas las relaciones deben quedar al amparo excluyente del mercado
Javier Milei quiere destruir el Estado y en Italia, siendo ya Presidente, declaró que lo quiere destruir desde adentro. Para la “nueva derecha” es inadmisible. La “nueva derecha” tiene una voz autoritaria, pero a partir del Estado. No a partir del capital como lo sugieren los libertarios. La “nueva derecha” cree en la necesidad del Estado y en el orden de la sociedad desde la familia. Son conservadores y nacionalistas. No “globalistas”
En síntesis, Milei “anarcocapitalista”, libertario, no coincide con la “nueva derecha”. Pero esa “adscripción” borrosa le sirvió y le sirve.
A Milei, libertario, muchos pobres lo eligieron. En el gobierno, Milei no ha posado su interés en la pobreza y ha legislado (con ayuda de PRO, UCR, peronismo republicano) un festival fiscal para los más ricos (blanqueo, bienes personales), mientras un millón de chicos continúan sufriendo falta de alimentos (Unicef).
Los conservadores culturales votaron a Milei; pero su adscripción libertaria y sus modos transgresores menemistas en el gobierno, no lo identifican con esa perspectiva.
Los liberales votaron a un gobierno que poco respeta lo institucional: incumple las decisiones judiciales (Luis Caputo -giros coparticipación-, Sandra Petobello -entrega de alimentos por vencer-) promueve para la Corte Suprema de Justicia a un juez que es lo más granado de Comodoro Py.
No sólo los partidarios de la LLA o del PRO o la oposición amigable, sino hasta algunos analistas, culturalmente progresistas y ubicados hacia la izquierda en lo económico, se revelan esperanzados en Milei. Lo fundamentan en el RIGI (Régimen de Incentivos a Grandes Inversiones).
Imaginan explosión de las riquezas minerales de las provincias cordilleranas, gigantescas inversiones y derrames, que llevarían riqueza a esos pueblos postergados. Parecen no registrar que ese régimen permite radicar todo lo facturado, por la explotación de la naturaleza, fuera del sistema y que pasará de largo por sobre la trama social. La mayor parte de los pobres, que ya son mayoría en la Argentina, están lejos de la Cordillera. Y sólo van a ver pasar esos dólares. Los esperanzados parecen ignorar que “progreso” es el aumento de la satisfacción de las necesidades sociales.
El programa de Javier Milei, el que está en acción, no apunta a que la política promueva el crecimiento (la “V” no figura en el diccionario de la realidad), ni al desarrollo (la elección es la economía de enclave extractivista, “las apariencias” de desarrollo) y ni remotamente al progreso (aumento de la satisfacción de las necesidades sociales). Se agota en el déficit cero, como sea, para eliminar la inflación; y creen que la estabilidad de los precios, mágicamente, hará que sea Primavera por la explosión de los mercados “que sólo necesitan reglas”. El RIGI es una “pequeña” contradicción y Tierra del Fuego, “derechos adquiridos”.
Este programa no figura en el canon Occidental ni a la derecha ni a la izquierda. Es único. Se basa en la negación de lo colectivo que es rechazar el consenso, la única vía que lleva al futuro. Toda otra vía termina en un “cuál de sac”. Si fuera así, recordando a Juan José Castelli (1812) “Si ves al futuro, decile que no venga”.
El autor es economista, con trayectoria en la función pública a mediados de los 70 y profesor Emérito en la UBA