Seguridad internacional: entre ofensivas y negociaciones

El avance ucraniano en Kursk y la operación de Israel contra el jefe de Hamas en Teherán y el jefe militar de Hezbollah en El Líbano pusieron en crisis a las negociaciones que se realizaban en Qatar para los respectivos ceses del fuego

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Los Jefes de Gobierno de la OTAN posan para una foto en el acto de celebración del 75º aniversario de la OTAN en Washington, Estados Unidos. 9 de julio de 2024. REUTERS/Leah Millis
Los Jefes de Gobierno de la OTAN posan para una foto en el acto de celebración del 75º aniversario de la OTAN en Washington, Estados Unidos. 9 de julio de 2024. REUTERS/Leah Millis

El 11 de julio la Cumbre de Jefes de Gobierno de la OTAN hizo público un documento en el cual produjo un cambio respecto a la percepción del “enemigo”. En las dos reuniones anteriores, la de Madrid y la de Vilna, habían caracterizado a Rusia como la amenaza y a China como el desafío, diferenciando claramente las dos situaciones.

Pero ahora Rusia y China fueron asumidas como un enemigo común por su intercambio en tecnología militar. Sumó a ellas a Irán. Fue un paso relevante en la concepción estratégica respecto al conflicto entre Ucrania y Rusia que se proyecta ahora a nivel global.

Veintiséis días después, el 6 de agosto, se inició la ofensiva de Ucrania en el territorio ruso de Kursk, en momentos en que se realizaba una gestión secreta en Qatar para lograr una tregua para proteger las centrales eléctricas de ambos países. Si bien la información no fue avalada por el canciller ruso Sergei Lavrov, la prensa occidental informó el 17 de agosto que el ataque interrumpió estas tratativas. Kiev y Moscú se disponían a enviar delegaciones a Doha en el curso del mes de agosto para lograr un acuerdo que suspenda los ataques recíprocos contra la infraestructura energética y alcanzar un cese del fuego parcial. Las conversaciones que mantenía Qatar como mediador con Ucrania y Rusia por separado quedaron en suspenso por la sorpresiva incursión ucraniana que constituye la primera acción militar contra territorio ruso desde la Segunda Guerra Mundial, y también la primera que tiene lugar contra una potencia nuclear. No era difícil calcular que la ofensiva iba a interrumpir las negociaciones.

Putin dijo públicamente que rechazaba la posibilidad de negociar en base a los territorios ocupados por fuerzas ucranianas en Kursk y en zonas de Bolgorov. La perspectiva de un eventual triunfo de Donald Trump en las elecciones del 5 de noviembre -que hoy no parece tan probable- puede haber influido en la ofensiva, que buscaría por parte de Ucrania poder negociar a partir de la ocupación de parte del territorio ruso. Pero Putin rechaza esta posibilidad y exige mantener en manos de Moscú el 18% del territorio que Ucrania mantenía bajo su poder en 2014, parte del cual fue ocupado durante la toma por parte de Rusia de la península de Crimea. Moscú también pretende que Ucrania reconozca la ocupación del Donbass, integrada por las cuatro regiones que reclama como propias, y que Ucrania considera de su soberanía.

Mientras tanto, las ofensivas mutuas entre Moscú y Kiev continúan e incluso se incrementan. Rusia sigue aumentando la presión sobre las fuerzas de Ucrania en la región de Donetsk. Las fuerzas rusas se encuentran a menos de diez kilómetros del nudo logístico de Pokrovsk. Por su parte Ucrania prosigue la ofensiva en la región rusa de Kursk y expande lentamente su control sobre la zona. El presidente Volodimir Zelenzky confirmó que continúan los combates en el frente de Pokrovsk y dijo también que sus tropas hacen lo posible para defender Toretsk, a unos cincuenta kilómetros de la ciudad mencionada anteriormente.

Ante el avance de las tropas rusas, las autoridades ucranianas sostuvieron que todavía cincuenta y tres mil personas viven en la zona, incluidos cuatro mil menores, los que han comenzado a ser evacuados. A su vez Ucrania, en su ofensiva dentro de territorio ruso, intenta aislar a más de cincuenta localidades -dice controlar aproximadamente cien-, como también a las tropas rusas en la zona, destruyendo los puentes sobre el río Seim al norte y ejerciendo presión desde las zonas capturadas al este. Afirma también que controla mil doscientos kilómetros cuadrados de territorio ruso, pero ello es discutido por Moscú, que parece mantener la prioridad en la ocupación militar total de Donetsk.

Respecto a Ucrania, no está claro si va a intentar atrincherarse en Kursk o se retirará antes de que se concentren fuerzas rusas en la zona, dada su inferioridad en hombres y armamento para un conflicto prolongado en territorio ruso.

Lo cierto es que la paz ha vuelto a alejarse cuando parecía que comenzaba a ser posible. El de Qatar fue el intento de negociación más importante desde que fracasó el protagonizado por Turquía en los meses siguientes a la invasión rusa.

Veinte días después de la Cumbre de la OTAN, el 31 de julio, tuvo lugar simultáneamente el ataque israelí sobre Teherán que mató al líder de Hamas, Ismail Haniya, instalado en dicha capital, y sobre Beirut, asesinando al comandante de Hezbollah, Fuad Shukr. Ambos hechos tuvieron lugar cuando avanzaban las conversaciones entre Israel y Hamas, desarrolladas por Qatar, Egipto y los Estados Unidos, para lograr avances hacia un cese del fuego. Israel tiene como prioridad la recuperación de sus rehenes sobrevivientes en poder de Hamas. Por su parte, esta organización buscaba un cese del fuego total en Gaza. Pero estas conversaciones se vieron interrumpidas. Irán, frente al ataque sufrido en su territorio, anunció que tomaría represalias militares contra Israel, lo que generó fuerte tensión tanto en el mundo árabe -donde predomina la simpatía por la causa palestina, más allá de la posición oficial de sus gobiernos-, como en Estados Unidos y sus aliados que respaldan la causa israelí.

Este país anunció que respaldaría militarmente a Israel si era atacado por Irán y puso en marcha una serie de desplazamientos militares, navales y aéreos para concretarlo. Dos grupos de portaaviones fueron desplazados hacia la zona del conflicto. El mismo presidente Biden anunció a mediados de agosto que las medidas militares necesarias para proteger a Israel ya se habían adoptado, incluyendo una entrega de armamentos por veinte mil millones de dólares que ya había comenzado. Por su parte Irán sostuvo que estaba listo para una represalia contra Israel, que viene dilatando.

En paralelo, la diplomacia estadounidense intentó reflotar las frustradas conversaciones de Qatar sobre Gaza. El Secretario de Estado, Antony Blinken, en su décimo tercer viaje a la zona del conflicto desde el 7 de octubre del año pasado, cuando tuvo lugar el ataque terrorista de Hamas contra Israel, sostuvo que el acuerdo era posible. A su vez, el presidente Joe Biden había sostenido que nunca se había estado tan cerca de él.

El 20 de agosto, Blinken informó que Netanyahu había aceptado una última propuesta de acuerdo para un alto al fuego en Gaza e instó a Hamas a hacer lo mismo. A partir del 7 de octubre del año pasado se realizaron varios intentos para obtener una tregua y un cese del fuego, la mayoría de ellos fracasaron, y la intransigencia israelí fue una de las causas principales. Netanyahu se ha mostrado inflexible la mayoría de las veces, argumentando que se debía derrotar militarmente a Hamas antes de cualquier cese del fuego.

Blinken dijo que era “el momento de asegurar que nadie tome acciones que puedan descarrilar este proceso”. Sostuvo también que el siguiente paso es que Hamas “diga que sí”. Pero los representantes de esta organización no asistieron a la última ronda de conversaciones de Doha y criticaron la última propuesta presentada por Estados Unidos, que habría aceptado Netanyahu. Hamas acusó al primer ministro israelí de introducir nuevas condiciones. A su vez, ante las afirmaciones de Blinken, respondió que “sin un alto al fuego total” no aceptarán ningún acuerdo. Mientras tanto, el ejército israelí continúa sus combates en Gaza, las operaciones contra Hezbollah en el Líbano y enfrenta brotes de insurgencia de los palestinos en Cisjordania. La diplomacia estadounidense insiste, pero la realidad muestra que no tiene perspectivas ciertas.

En definitiva, la ofensiva ucraniana en Kursk tuvo lugar veintiséis días después del endurecimiento de la OTAN frente a Rusia, China e Irán, y la de Israel, veinte días después de esta Cumbre, dando muerte al jefe de Hamas en Teherán y al jefe militar de Hezbollah en El Líbano, en ambos casos pusieron en crisis a las negociaciones que se realizaban en Qatar para los respectivos ceses del fuego. La coincidencia no parece ser casual.

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