No alcancé a preguntarle al doctor Carlos Menem cómo había conocido a Alain Delon pero sí lo consulté sobre su vínculo con el gran actor francés que durante cincuenta años, junto a Catherine Deneuve, marcó el tono estético de Francia.
Menem me manifestó que guardaba una excelente relación con Delon, se veían a menudo, fue en varias oportunidades a la Rosadita, en Anillaco. “Simpatizábamos en ideas, gustos y placeres. Nos comunicábamos un poco en francés, un poco en castellano, que él conocía mejor”.
“En una de las oportunidades que me visitó fuimos a pasear al Señor de la Peña, mejor dicho, lo llevé a conocer esa fiesta religiosa, muy popular y muy arraigada en mi provincia, en torno a una enorme piedra en un llano, a veinte kilómetros de Anillaco. Una especie de adoración porque esa enorme roca tiene la cara de Cristo”, me dijo.
“Y lo llevé a Delon, no más, porque él quería presenciar en carne viva el fervor religioso del pueblo riojano. Ese día había como treinta o cuarenta mil personas peregrinando a la Cara de Cristo. Mientras conversábamos y caminábamos se acerca una señora y me dice: ‘Presidente, ¿ese señor que está con usted es Alain Delón? No, de ninguna manera, está confundida. Yo tengo pinta, este no tiene nada’. Delón no entendía qué pasaba. Al rato viene otra mujer y lo mismo, ‘ya he dicho que no’. Seguidamente otra; y ya no preguntó, gritó: ¡es Alain Delon! La multitud se olvidó de la piedra, de Cristo y de por qué estaban allí, arremolinándose alrededor nuestro. No, mejor dicho, alrededor de él, levantándose una nube de tierra impresionante que nos cubrió. Salir de allí nos costó un trabajo de locos. Delón me decía: ‘Perdóneme presidente pero no sabía que la gente me quería tanto aquí'”.
-Te quieren en todo el mundo, te conocen en todo el mundo. ¡Con la pinta que tenés!
-Pero ya estamos viejos- me dice.
-Que viejos déjate de embromar- lo animé.
Ahora ha entrado en depresión y fue internado, lo anoticio (en 2009)
-Claro -me dice-, un ídolo de esa magnitud cuando llegan a tallar los años entran en depresión. Esto le pasa a todos los grandes.
-Pero a usted no le ocurre, Carlos. No es Delón pero…
-No te creas, tuve momentos de depresión no por el tema de la presidencia o la política, sino por el asunto… lo tengo que decir, de mis fracasos matrimoniales. En esto me parezco a mi amigo Delón. Fueron muy dolorosos estos asuntos para mí. Ya pasó -me dijo.
Por esos días que conversaba con Menem observé, en su caserón de Belgrano, que Zulema se desplazaba libremente por cuartos interiores de la vivienda, e incluso había contribuido con una delicia acaramelada a nuestra conversación.