La muerte de Alain Delon suscitó añoranza del tiempo en que los artistas no lloriqueaban y el talento importaba más que la moralina

El progresismo no se privó, en los obituarios sobre el último “monstruo sagrado” del cine francés, de acompañar sus elogios al actor con un “pero” por la incorrección política que lo acompañó hasta la tumba. Tildado de derechista, incluso ultra, era antes que nada un patriota

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Alain Delon y Brigitte Bardot, dos íconos por excelencia del cine francés. Abajo, la protesta de las actrices en el último Festival de Cannes
Alain Delon y Brigitte Bardot, dos íconos por excelencia del cine francés. Abajo, la protesta de las actrices en el último Festival de Cannes

En mayo pasado tuvo lugar el Festival de Cannes, la principal cita del cine francés y europeo, y un medio tituló “Festival de Connes(o sea, de las “estúpidas” o de las “boludas”). El juego de palabras aludía a que la ciudad de la Riviera francesa había sido escenario de un desfile de actrices que fueron a “liberar” su palabra. Es decir, a desgranar un rosario de quejas por presuntos abusos pretéritos. Hubo regocijo de referentes feministas porque al evento no asistió un Johnny Depp. Tampoco un Roman Polanski. El talento, ¡afuera!

“No presidiré los premios César en solidaridad con Polanski”, declaraba Alain Delon en 2017, enojado con los medios y las asociaciones “que no cesan de perseguirlo”. El genial realizador de El bebé de Rosemary había sido elegido por la Academia de los César -el equivalente francés del Oscar- como presidente de la ceremonia de premiación, pero ya había estallado el MeToo y las feministas se lanzaron a cancelarlo por lo que Polanski decidió dar un paso al costado. Circuló el nombre de Delon, pero éste se negó en redondo.

Alain Delon y su hija Anouchka Delon en la edición 72 del Festival de Cine de Cannes. 19 de mayo de 2019 (REUTERS/Stephane Mahe)
Alain Delon y su hija Anouchka Delon en la edición 72 del Festival de Cine de Cannes. 19 de mayo de 2019 (REUTERS/Stephane Mahe)

Alain Delon murió el pasado 18 de agosto a los 88 años. “Partiré tranquilo, no añoro nada y mucho menos esta época de mierda”, había dicho poco antes, a modo de ácida despedida. “Odio esta época. La detesto. Todo es falso, todo está distorsionado. Ya no hay respeto, ni palabra dada -decía-. Sé que dejaré este mundo sin remordimientos”.

Fue el actor francés que mayor fama mundial alcanzó hasta ahora. Y, sin embargo, el “James Dean francés” no gozó en su patria del mismo reconocimiento. Una de las razones es que jamás le interesó mostrarse políticamente correcto… Personaje aparte en el cine francés, no era complaciente con los medios ni buscaba la adulación. Pero, aunque parcialmente retirado en las últimas décadas, nadie ha sustituido aún al actor como ícono del cine y de la cultura francesa. Mal que le pese a la izquierda bienpensante que vive escandalizada.

Madonna compuso una canción inspirada en él, Beautiful killer, en cuya letra incluso lo nombra. Richard Gere lo imitó para construir su personaje en American Gigolo. El actor Chow Yun-fat hizó célebres los anteojos de sol Delon en Hong-Kong al usarlos en un film. En 1986 un frame de una de sus películas fue usada por The Smiths como carátula del álbum ‘The Queen is Dead’. Y su imagen fue relanzada en 2015 por la firma Dior con una fotografía suya del film La piscina (1968) que dio la vuelta al mundo.

En la tapa de Paris Match, la foto que Dior usó para la publicidad de su perfume
En la tapa de Paris Match, la foto que Dior usó para la publicidad de su perfume

A su muerte, muchos adoptaron la actitud de rescatar al actor y condenar al hombre, con comentarios condescendientes tales como que su ideología reaccionaria no debería ocultar su rol en el cine europeo de la segunda mitad del sXX, o que fue un astro de cine de gran talento pero una figura pública contradictoria y hasta odiosa.

“Reaccionario asumido”, lo definieron. Con muy pocas excepciones, los políticos de izquierda franceses guardaron silencio. No faltaron reproches porque Delon “no se contentaba con hacer su oficio”. Esto dicho por gente que celebra el compromiso de los actores. Siempre que sea en causas progresistas.

El diario Libération fue bastante justo, cabe decirlo: “(Delon) era la quintaesencia del tipo de derecha a la antigua, el último samurai de la Francia de antes, el anti woke supremo: libre, macho, salvaje, firmemente individualista y algo molesto para el orden burgués, pero ante todo patriota”.

Alain Delon en El samurai, de Jean-Pierre Melville, el personaje que le inspiró a Madonna la canción Beautiful killer (Photo by Sunset Boulevard/Corbis via Getty Images)
Alain Delon en El samurai, de Jean-Pierre Melville, el personaje que le inspiró a Madonna la canción Beautiful killer (Photo by Sunset Boulevard/Corbis via Getty Images)

Tampoco se privaron de recordar su implicación en el llamado “affaire Markovic”. El caso aparece tangencialmente en la serie Madame Claude (Netflix) que retrata los vínculos entre la política y la prostitución de alta gama. El 1° de octubre de 1968, el cadáver de Stefan Markovic apareció en un basural. El serbio había sido guardaespaldas y secretario de Alain Delon y de su esposa, Nathalie. Por este caso, el actor fue interrogado y demorado por la policía.

Otros rescataron al Delon gaullista, pero aprovecharon su muerte para hacer un alegato anti Le Pen, porque el astro nunca renegó de la amistad que lo unía al creador del Frente Nacional. Sin embargo no era votante de esa fuerza. Siempre respaldó a los candidatos de la derecha tradicional: de Giscard a Francois Fillon.

Para su amiga Brigitte Bardot, con la que compartía la pasión por los animales, Delon pertenecía a “una época pasada de la que fue un monumento a la francesa”. En torno a esta idea, Radio Monte Carlo convocó a un debate, en el que la ensayista Barbara Lefebvre fue tajante en el rescate de la figura de Alain Delon en contraste con la mayoría de los actores y actrices de hoy: “Él no necesitaba cultivar su imagen, no necesitó estar en la artificialidad en la que están ahora los actores, que lloriquean, que peticionan, que a los 25 años nos cuentan su vida de traumatizados, que se victimizan por esto o lo otro; no hay grandeza”.

 Alain Delon, circa 1969
Alain Delon, circa 1969

Si de traumas se trata, a Delon no le faltaron. Tras el divorcio de sus padres, fue dejado, con sólo 4 años de edad, al cuidado de una familia sustituta, como si hubiese sido huérfano. A los 22 años, cuando empezó su carrera cinematográfica, ya había conocido la calle, el delito menor, el reformatorio, algún que otro arresto y la guerra de Indochina.

“Era otra época, una época de sobriedad, Alain Delon era un actor sobrio, tenía carisma, belleza, talento, masculinidad, como Brigitte Bardot era la femineidad. Ella era LA mujer y Delon era EL hombre. Un mundo pasado, lamentablemente”, dijo Lefebvre.

“Algo es seguro: Alain Delon no hubiera dicho sus pronombres, si había que llamarlo él o ella”, ironizó en el debate el abogado y ensayista Charles Consigny, en alusión a los absurdos de la ideología de género.

Alain Delon y Claudia Cardinale, en El Gatopardo, de Luchino Visconti
Alain Delon y Claudia Cardinale, en El Gatopardo, de Luchino Visconti

La nostalgia por una Francia pasada es un sentimiento compartido por muchos. Frente al estallido del MeToo y del feminismo de la tercera ola, el sociólogo Emmanuel Todd escribió: “Francia es un país donde la emancipación de las mujeres tuvo lugar en ausencia de un movimiento feminista fuerte, es (un país) de relaciones positivas, de mutua seducción entre hombres y mujeres, igualitarias en materia de libertad sexual”. Y en consecuencia constataba sorprendido: “Nada hacía prever aquí el surgimiento de un antagonismo entre los sexos”, en referencia a la tercera ola feminista.

Sin embargo, también en Francia ha ganado terreno el wokismo, esa tendencia a vigilar hasta la menor salida de tono y a cancelar a cualquiera que no jure por el feminismo, el ambientalismo y el antirracismo, con el consiguiente enrarecimiento del clima público. El progresismo se escandaliza por el crecimiento del derechista Frente Nacional sin ver que esa es una de las causas.

Nunca renegaba de sus amistades. Aquí con Carlos Monzón, al que visitó en la cárcel en los años 90
Nunca renegaba de sus amistades. Aquí con Carlos Monzón, al que visitó en la cárcel en los años 90

Delon, en cambio, lo tenía claro: “La extrema derecha es la derecha que agrupa a millones de franceses cuya opinión no podemos ignorar. Gracias a Jean Marie Le Pen, esos millones de franceses podrán expresarse”, dijo en una oportunidad. Y agregó: “Soy amigo de Jean-Marie Le Pen desde hace 50 años. Y sobre el Frente Nacional sólo dije que me parecía normal que la gente se acerque a ese partido porque está harta. ¡Harta de todo! Y es por eso que está dispuesta a ir para cualquier lado. Lo confirmo: la gente ya no sabe dónde está parada, entonces ¿por qué no el Frente Nacional?”

Es difícil entender el escándalo que causaron estas declaraciones. Delon no hizo más que describir la realidad, pero de acá derivan las acusaciones de facho y racista.

“Alain Delon, l’éternel réac” (el reaccionario de siempre), tituló una revista de espectáculos. Es que se puede, como Jean Paul Sartre, morir habiendo celebrado todas las dictaduras de izquierda, de la cubana en adelante; nada de eso será calificado de “polémico”; se puede ser de extrema izquierda, denostar al propio país, su historia, su legado, y no habrá reproche posmortem alguno; sólo elogios fúnebres. Lo de Delon, en cambio, es imperdonable.

Con Delon no existe la misma indulgencia que con Sartre. Apoyar dictaduras de izquierda tiene glamour
Con Delon no existe la misma indulgencia que con Sartre. Apoyar dictaduras de izquierda tiene glamour

Sin embargo, en política, su única admiración incondicional fue para el general Charles De Gaulle a quien homenajeó en cada ocasión que pudo. Cuando en 1969 el entonces presidente francés renunció tras perder un referéndum, le escribió una carta, que es un modelo de concisión, tan breve como profunda: “Mi General: desde siempre, y aún más en estos años, me he sentido, gracias a usted, orgulloso de ser francés. Hoy, ante la inconsciencia y la ingratitud de más de la mitad de un pueblo, experimento con pavor un sentimiento de vergüenza que me parte el corazón. Quería decirle esto. Créame, mi General, que soy fiel e incondicionalmente suyo.”

En diciembre de 1970, Delon compró en una subasta el original del afiche del llamado a la resistencia “A todos los franceses” que De Gaulle había hecho pegar en los muros de Londres en junio de 1940. Evitó así que se lo llevaran de Francia y lo donó a la Orden de la Liberación.

En Colombey-les-deux-Églises frente al mausoleo del general Charles de Gaulle, en 2017
En Colombey-les-deux-Églises frente al mausoleo del general Charles de Gaulle, en 2017

Su patriotismo no fue sólo declamativo. Varias veces representó a su país en eventos internacionales, pero también cumplió otras misiones, como cuando viajó a Rusia para apoyar la candidatura a gobernador de Siberia del general Alexandre Lebed, cuya muerte en un accidente aéreo en 2002 despejó el camino a la presidencia de Vladimir Putin.

Algunos comentaristas sí le hicieron justicia: “Leyenda del cine, pero también un gaullista y un patriota, orgulloso y enamorado de Francia. Nunca tuvo vergüenza de decir alto y claro que amaba a su país. Actor, ciertamente, pero antes que nada un hombre de honor y fidelidad, de palabra concisa”, lo describió el escritor Antoine Desjardins.

Ese orgullo de ser francés es otro de los elementos que despierta nostalgia, en una época pródiga en exigencias de arrepentimientos retroactivos, en una Francia donde muchos dirigentes practican la autoflagelación respecto de crímenes pasados y dejan así espacio a un identitarismo que deriva en fragmentación social. ¿Cómo hacer que las nuevas generaciones de jóvenes hijos de inmigrantes amen a Francia si su propia elite reniega del pasado y de la herencia cultural del país?

En otro film de Luchino Visconti, "Rocco y sus hermanos", el rol que lo terminó de consagrar como actor en 1960 (Photo by Sunset Boulevard/Corbis via Getty Images)
En otro film de Luchino Visconti, "Rocco y sus hermanos", el rol que lo terminó de consagrar como actor en 1960 (Photo by Sunset Boulevard/Corbis via Getty Images)

En la revista Le Point, el escritor Sébastien Lapaque publicó una “Carta a los detractores franceses de Alain Delon”. Sin medias tintas, declara: “Los que no aman a Delon tienen un problema con Francia, con la grandeza, con el coraje, con la Historia, con el honor, con la memoria”.

Si una grieta ahondó el actor con su muerte, es justamente esa.

En el debate de Radio Montecarlo, Consigny rescató al Delon que “no renegaba de su amistad con Jean-Marie Le Pen”, en contraste con “esos actores que se sienten obligados a repetir tres veces por día que son a la vez ecologistas, feministas, antirracistas y uno se pregunta si piensan, si se permiten algo de libertad”. “En el mundo del cine de hoy hay un gran conformismo ideológico -dijo Consigny- y desde hace tiempo, es la izquierda caviar”.

El talento puede ser negado, censurado, cancelado, en nombre de la moralina. Pero es difícil pedirle a los actores algo que no respetan ni los académicos. La perspectiva de género -léase, ideología- es hoy obligatoria para cualquier investigador universitario que aspire a ser financiado por la Unión Europea. Censura lisa y llana.

A Alain Delon, por la dimensión actoral que alcanzó, tuvieron que tolerarlo como era y en 2019 en Cannes le entregaron la Palma de Oro en reconocimiento a su carrera. El actor, que entonces tenía 82 años, ironizó: “Es como un homenaje póstumo pero en vida”.

Alain Delon homenajeado en el Festival de cine de Cannes con la Palma de Oro de Honor, en mayo de 2019 (REUTERS/Stephane Mahe)
Alain Delon homenajeado en el Festival de cine de Cannes con la Palma de Oro de Honor, en mayo de 2019 (REUTERS/Stephane Mahe)

En aquel momento, las feministas no se privaron de intentar un boicot a ese tributo a Delon, tildado de derechista y adicionalmente misógino y racista, porque si se es de derecha lo demás viene por añadidura, según la perspectiva progresista.

El actor jamás fue señalado ni mucho menos denunciado por violencia doméstica y tanto en vida como luego de su muerte, los comentarios de sus ex parejas y partenaires femeninas fueron todos halagüeños. “Si vemos los testimonios de las mujeres sobre él, son todos elogios”, dijo Lefebvre, que también destacó su discreción, en contraste con las estrellas de hoy que “se la pasan contando con quién se acuestan, qué hacen en la intimidad…”

Junto a la actriz italiana Monica Vitti en 1962 durante el rodaje del El eclipse, de Michelangelo Antonioni (Photo by AFP)
Junto a la actriz italiana Monica Vitti en 1962 durante el rodaje del El eclipse, de Michelangelo Antonioni (Photo by AFP)

Alain Delon no conocía la impostura. Era directo y frontal. “Siempre fui un hombre de derecha y nunca lo negué”, decía.

Su costumbre de hablar de sí mismo en tercera persona -que caricaturizó en su aparición como César en el film Astérix- era motivo de bromas en los medios pero él no era ni soberbio ni falsamente modesto. “Soy actor por accidente”, admitía. “No tenía más que mi jeta (sic)”. Cuando le preguntaron si tanta belleza no era un problema, respondió: “Lo es, si uno es lindo y boludo. O lindo pero mal actor. Creo que no es mi caso. Se puede ser lindo, buen actor, y no muy boludo y entonces efectivamente no es un problema para mí sino para los demás”.

Alain Delon: "La belleza es un problema si uno es lindo y boludo"

Él mismo se sentía nostálgico en sus últimos años. Sus opiniones sobre la crisis del cine no dejan de tener pertinencia. Denunciaba a la globalización y su tendencia a homogeneizar y estandarizar la cultura: “Lo que ha cambiado –decía- es que ya no hay más cine nacional. No hay más cine francés, como antes. No hay más cine alemán, cine italiano, cine español. Hay personalidades en cada país, pero eso no hace el cine de un país”.

En cuanto a su lugar y su carrera, afirmaba: “Pertenezco a una generación de dinosaurios derribados por enanos. En aquella época, los actores venían de otra parte, y el cine los acogía tal como eran: (Jean) Gabin venía del music-hall, Lino (Ventura) de la lucha libre, Burt Lancaster del circo, Alan Ladd era electricista. Sí, venían de otra parte, con una fiebre, una energía, cuya singularidad no había tenido tiempo de ser formateada por las clases de interpretación. Hoy es al revés. El cine sólo recluta actores sin cicatrices sociales ni humanas”.

El Mr. Ripley de Alain Delon. A pleno sol fue la película que lo lanzó a la fama. Peleó con el director para tener el rol de villano en este film
El Mr. Ripley de Alain Delon. A pleno sol fue la película que lo lanzó a la fama. Peleó con el director para tener el rol de villano en este film

Esas cicatrices que él no dudaba en exponer, no como lamento, sino con sencillez y realismo. Como cuando en el cuestionario de Proust, que el célebre animador Bernard Pivot hacía a sus invitados al final de la entrevista, a la pregunta “si Dios existe, ¿qué le gustaría, a su muerte, que le diga a usted, Alain Delon?”, su respuesta fue: “Ya que tal es tu mayor y más profundo pesar -lo sé-, ven, te llevo con tu padre y tu madre, para que por fin, por primera vez, los veas juntos”.

Sobre esta herida infantil, reflexionaba: “Hay vacíos que nunca se llenarán. E incluso cuando vivía con una mujer, cuando amaba a una mujer, me sentía solo. Siempre experimenté eso”.

Alain Delon junto a su madre, a la que con el tiempo logró perdonar
Alain Delon junto a su madre, a la que con el tiempo logró perdonar

Tampoco tuvo prurito en declarar, en años recientes, su devoción por la Virgen María: “Mi pasión es María. Porque amo a esta mujer, amo todo lo que hace. Le hablo, le digo cosas y le pido cosas. Ella me aporta un consuelo, una compañía que no tengo, ella siempre está conmigo”.

Declaración que difícilmente le podía hacer ganar simpatías mediáticas, considerando el clima anti religioso imperante en Francia, al menos en la esfera pública. Sobre esto, un usuario de X, Antonio Camuñas, comentó. “El hombre moderno —en su modernidad de pacotilla— no solo se permite ignorar lo sagrado, sino que ha llegado al extremo de burlarse de lo divino. De ahí que este testimonio de Alain Delon resultará tan sorprendente y risible para todos esos que no ven más allá de sus narices”.

En la actualidad, cada vez más, el talento debe plegarse a las exigencias de la moralina y el resultado es un cine cada vez más formateado, para el cual el criterio de calidad no es la creatividad sino el “mensaje”. “Diversidad” e “inclusión” forzosas. La postura ideológica por encima del genio.

Alain Delon responde al cuestionario de Bernard Pivot

Cuando en 2019 se lanzó una petición para que no se le entregara la Palma de Oro a Delon en Cannes, el actor Yannis Ezziadi -luego promotor de una declaración en defensa de Gérard Dépardieu, otra víctima del feminismo rabioso- escribió: “Se lo acusa de racista, homofóbo y misógino. Ni más ni menos. Es el turno de Alain Delon de comparecer ante el tribunal de la virtud. Es el blanco ideal, perfecto. Alain Delon es el viejo mundo, el mundo que hay que condenar y borrar”. Todo “en nombre de una virtud quisquillosa, de una moral barata, que chorrea buenos sentimientos, que no tiene nada que ver con el arte”.

En la misma nota, Ezziadi citaba a las otras víctimas -Polanski y Woody Allen- de una jauría que “quiere destrozar a nuestros ídolos, aniquilar todo lo que la supera; porque el genio, la grandeza y lo extraordinario le resultan insoportable”. Y cerraba con un fuerte reclamo: “¡Déjennos tranquilos! No necesitamos sus lecciones, no nos hace falta un indicador del bien y del mal. No cedamos a las intimidaciones!”

Alain Delon, el beautiful killer de Madonna (Gettyimages)
Alain Delon, el beautiful killer de Madonna (Gettyimages)

En noviembre de 2004, en el Senado francés, Alain Delon leyó el discurso pronunciado por De Gaulle ante la Asamblea consultiva popular. La ocasión era el 60 aniversario de la Liberación.

En 2017, Delon participó del homenaje que todos los años se le hace al general Charles De Gaulle en el pueblo donde está sepultado, Colombey-les-deux-Églises, en cada aniversario del 18 de junio de 1940.

Homenaje a De Gaulle en Colombey-les-deux-Églises
Homenaje a De Gaulle en Colombey-les-deux-Églises

Muchos historiadores, políticos y analistas se complacen en destacar que casi nadie escuchó el llamado de De Gaulle aquel 18 de junio de 1940. La gratitud no está de moda. Es más bien, la hora del escepticismo y de la deconstrucción.

Es verdad que el General estuvo muy solo en aquella coyuntura histórica. Pero todo eso no hace sino engrandecer su actuación. Porque la autoridad se construye contra la corriente, no dejándose llevar por el pánico y la desesperanza. De Gaulle encarnó a su Patria ante el mundo, por eso jamás se dejó humillar durante sus años de destierro. Salvó a Francia no sólo porque la unió en la resistencia sino porque la puso en lo más alto del poder mundial, preservando su estatus de gran potencia.

Entonces, parafraseando a Sébastien Lapaque, podríamos decir que quienes no aman a De Gaulle -como lo hacía Delon-, quienes no lo honran, tienen un problema con Francia, con la grandeza, con el coraje, con la Historia, con el honor, con la memoria.

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