Los diplomáticos argentinos son servidores públicos

El mayor privilegio de quienes integramos el Servicio Exterior de la Nación es servir a la Nación y a nuestra ciudadanía

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Imagen del frente del edificio de Cancillería en la Ciudad de Buenos Aires
Imagen del frente del edificio de Cancillería en la Ciudad de Buenos Aires

En nuestra historia común como sociedad, el guardapolvo blanco ha sido el símbolo indiscutible de un acceso universal e igualitario a la educación. En el aula estamos todos aprendiendo, nos formamos como ciudadanos de la Nación Argentina. El mérito atravesaba nuestras vidas de aprendizaje sobre dos pilares: ganas de aprender y esfuerzo.

Sin duda, ese espíritu caracteriza hoy al Instituto del Servicio Exterior de la Nación como usina de formación de funcionarios diplomáticos, y por lo tanto de servidores públicos; es la institucionalidad de dar siempre continuidad al ingreso a la carrera diplomática por medio de un sistema de concurso objetivo y basado en el mérito de quien aspira a formar parte del Servicio Exterior de la Nación.

Esto ha sido el resultado de un consenso interno en el cuerpo diplomático argentino, en la convicción de que la institucionalidad, el mérito y el esfuerzo personal deben ser los únicos parámetros para poder contar con un Estado profesional y una función pública eficiente. Fortalecer la capacidad del Estado para gobernar en función del bien común y solidificar las políticas de estado necesarias. Para esto es necesario un cuerpo profesional a la altura de las altas exigencias de la política exterior, donde el amiguismo o los prejuicios obsoletos no tienen ningún lugar.

Hoy el Instituto del Servicio Exterior de la Nación ha completado su convocatoria 2024, a la que se presentaron 373 aspirantes, de los cuales menos de un tercio son de CABA y que representan 23 jurisdicciones diferentes del país y son egresados de más de 45 Universidades nacionales y algunas extranjeras. Este número demuestra un claro aumento de interés con relación a los 250 postulantes en promedio desde la pandemia, si bien las altas exigencias del concurso y de la profesión diplomática se reflejan en un número relativamente bajo si se compara con la cantidad de egresados de carreras afines en este mismo año, por ejemplo. Los exámenes escritos del concurso de desarrollarán entre el 2 y el 6 de septiembre, y posteriormente los aspirantes deberán presentarse al Coloquio de aptitud diplomática que se extenderá durante quince días.

En ese espíritu de formación de profesionales para servir a la Nación Argentina y con la convicción de presentarnos al mundo y defender nuestros intereses que hace 61 años, el 10 de abril de 1963, fue creado el Instituto del Servicio Exterior de la Nación (ISEN), gracias a la convicción y visión weberiana del Canciller Embajador Carlos Muñiz.

Desde ese momento hasta la actualidad egresaron de sus aulas, de forma ininterrumpida, 1482 funcionarios del Servicio Exterior del Nación, los cuales han desempeñado cargos de alta responsabilidad en nuestro país en el Estad como relevantes cargos en organismos internacionales de todo tipo.

Quienes aspiran a ingresar al ISEN deben ser ciudadanos/as argentinos/as, entre 21 y 35 años, con formación universitaria superior, conocimiento de idiomas, quienes después de superar pruebas rigurosas y estricta formación, afrontarán el desafío de representar nuestro país en cualquier parte del mundo y en cualquier foro, defender nuestros intereses, promover nuestros productos y servir a nuestra diáspora argentina, al sector privado que se mueve en el mercado internacional, así como a nuestros conciudadanos que por diferentes razones se movilizan en un mundo globalizado.

Pero ese desafío ya está instalado, desde el primer momento en las aulas de formación del ISEN. Durante dos años de capacitación profesional, cerca de 50 aspirantes a la Carrera Diplomática, que ya cuentan con una sólida formación universitaria de todas las procedencias profesionales, incluyendo más del 20% con estudios de posgrado, son representativos de una creciente y consistente diversidad de todo tipo.

Siguiendo el espíritu de acceso libre y universal a la educación y capacitación que ha caracterizado nuestro país, desde el año 1997 los primeros exámenes dentro del proceso de concurso al ISEN se realizan en 8 sedes universitarias de 7 provincias argentinas, posiblemente un mecanismo inédito y singular de acceso a la Administración Púbica Nacional. Quienes superan las pruebas de selección y han obtenido las notas más altas en los exámenes escritos y el coloquio final, integrarán el orden de mérito donde quedan seleccionados los ingresantes hasta cubrir el cupo anual fijado con antelación.

Ese proceso de selección y acceso al Estado es lo que nos ha permitido tener un Servicio Exterior de la Nación con 1040 funcionarios activos, que trabajan en 156 representaciones diplomáticas, consulares y centros de promoción comercial en los cinco continentes, liderando equipos integrados por personal administrativo adscripto y personal local en cada una de las sedes. Ese cuerpo profesional estable y capacitado promueve el comercio, la cultura, la cooperación y defiende los intereses políticos y económicos argentinos; está siempre atento a atender y ayudar consularmente a más de 1.800.000 argentinos/as residentes en el exterior, además de los centenares de miles de turistas de paso.

El mayor privilegio de quienes integramos el Servicio Exterior de la Nación es servir a la Nación y a nuestra ciudadanía. Como señala Adrian Wooldridge en “The Aristocracy of Talent”, el rol de las meritocracias en el funcionamiento de una sociedad a lo largo de la historia: a) ofrecen el orgullo de permitir a la gente progresar en función de sus talentos naturales y su esfuerzo; b) aseguran la igualdad de oportunidades proveyendo educación para todos; c) prohiben la discriminación de todo tipo; y d) permiten el acceso al trabajo basado en el mérito y no en el paternalismo y nepotismo. La aplicación de estas cualidades, además de garantizar el funcionamiento de las instituciones (públicas y privadas), sirven para promover la movilidad social y el compromiso de quienes somos “servidores públicos”, un factor clave para frenar los abusos de quienes -desde la política- intentan “manipular y degenerar las instituciones republicanas desde dentro”.

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