La recuperación de los salarios formales

En esta nota se plantean cuestiones vinculadas con el tiempo, las relaciones con el promedio de precios y el dólar, así como con los costos laborales y la productividad

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Lo primero que surge al
Lo primero que surge al inspeccionar los datos sobre ingresos laborales disponibles es que todas las series muestran una tendencia negativa a lo largo de los últimos 12 años (EFE)

¿Cuán rápido pueden recuperarse los salarios reales? La respuesta importa para saber si esa mejora en relación con el resto de los precios, y en particular respecto del dólar, implica aumento de costos laborales unitarios en sectores transables que resulten consistentes con la productividad, y con la estrategia macroeconómica de corto plazo. Cuánto pueden crecer, cuán rápido y en qué sectores es una pregunta compleja.

El objetivo aquí no es responder esas preguntas sino solo plantear cuestiones que son importantes a la hora de intentar un abordaje al tema.

Lo primero que surge al inspeccionar los datos sobre ingresos laborales disponibles es que todas las series muestran una tendencia negativa a lo largo de los últimos 12 años, de modo que cualquiera sea el subgrupo de trabajadores que se considere todos han perdido en términos de ingresos medios reales (en pesos y en dólares).

Los ingresos de trabajadores informales han experimentado la mayor caída, seguida por los empleados públicos y finalmente los asalariados formales privado

Dejando de lado una primera discusión acerca de cómo se construyen las distintas series -en particular de ingresos informales- podemos afirmar que los ingresos de trabajadores informales han experimentado la mayor caída, seguida por los empleados públicos y finalmente los asalariados formales privados.

El subgrupo de “informales” es
El subgrupo de “informales” es amplio y ha crecido fuertemente en el período junto también con el grupo de empleados públicos Fuente: FIEL, con datos oficiales y propios

¿Hay alguna razón para que ese sea el orden? El subgrupo de “informales” es amplio y ha crecido fuertemente en el período junto también con el grupo de empleados públicos, mientras que los asalariados formales privados se estancaron.

Tomando los datos desestacionalizados desde enero de 2012, para abril de 2024 el empleo púbico había crecido según el Ministerio de Trabajo 36%, y más de 40% los que podemos agrupar como “informales” -asalariados y trabajadores por cuenta propia informales, más un importante grupo de formales monotributistas en el borde de la informalidad-.

Entre los cuentapropistas cayó el número de autónomos -los más “formales” entre los trabajadores independientes

Como se mencionó, el número de asalariados formales privados no había variado y entre los cuentapropistas cayó el número de autónomos -los más “formales” entre los trabajadores independientes-.

Claramente, en el sector privado aumentó la precariedad laboral, es decir el porcentaje de población ocupada en actividades de baja productividad relativa, no solo porque hay más informales en términos absolutos sino porque entre los formales privados los asalariados constituyen una proporción decreciente (ver en el gráfico adjunto un índice que refleja tal caída).

En el sector privado aumentó
En el sector privado aumentó el porcentaje de población ocupada en actividades de baja productividad relativa

No siempre el crecimiento de un subgrupo permite mantener constante las proporciones de capital humano y de “calidad” de los empleos dentro del subgrupo, particularmente cuando el crecimiento acelerado se explica porque se toman trabajos para subsistir.

El fuerte crecimiento de informales, monotributistas sociales y empleo público se dio, en efecto, en un período en que la economía se estancó y enfrentó reiterados retrocesos: 2012, 2014, 2016, 2018 a 2020 y 2023/24. En un escenario de estancamiento del PBI el aumento del empleo en sectores trabajo intensivos y de baja productividad tuvo el efecto de desplomar la eficiencia agregada.

En el sector formal privado la productividad promedio dejó de crecer -aunque lo haya hecho en sectores puntuales-. No tenemos una medición para la evolución del PBI y productividad de la “economía privada formal” distinta del resto, pero podemos inferir el deterioro relativo muy fuerte de la productividad del “resto de la economía” respecto del sector privado formal.

Por estos factores cabía esperar en esta década una caída de los ingresos reales más allá de los ciclos económicos de auge y depresión: los “rebotes” dieron lugar a la recuperación temporaria de los ingresos sin por ello evitar la tendencia a la baja.

Cabía esperar en esta década una caída de los ingresos reales más allá de los ciclos económicos de auge y depresión

La caída de la productividad agregada, además, no solo afectó a los sectores menos eficientes, sino también al resto ya que todos interactúan. Es probable que la contaminación entre sectores explique parte de la baja observada en salarios reales del sector formal -cuya productividad presumimos que cayó mucho menos que el promedio del resto de sectores-.

Y probablemente por esa razón, es decir por acrecentar su diferencial de productividad, los ingresos reales tengan chances de recuperar mucho más rápido que los informales y el sector público (déficit mediante en este caso).

Por acrecentar su diferencial de
Por acrecentar su diferencial de productividad, los ingresos reales tengan chances de recuperar mucho más rápido que los informales y el sector público Fuente: FIEL con datos propios y oficiales

Si asumimos que la contribución del sector privado formal al PBI en el período considerado cayó en proporción similar a la caída del empleo privado formal en el empleo total, podemos utilizar los cocientes de empleo (formal privado y resto) a PBI como proxys de la evolución de su productividad.

La productividad media del sector asalariado privado formal podría haber caído cerca de 8% y la del resto formal 22% en este período (la productividad de la economía podría haber caído además por aumento de la economía informal). Hemos visto que ambos grupos, formales privados asalariados y “resto de formales”, tuvieron fuertes pérdidas de ingresos reales.

En el caso de los asalariados privados formales, aun si sus ingresos en 2012 hubieran sido de desequilibrio -digamos 20% en exceso de su nivel compatible con la productividad en ese momento-, todavía mostrarían un margen importante de recuperación -digamos 25% real- compatible con su actual nivel de productividad (más bajo que el de una década atrás).

Los ingresos equivalentes en dólares medidos por el Ripte alcanzarán para julio/agosto el nivel promedio de 2011, mientras que en términos reales todavía estarán más de 20% abajo

Si utilizamos como deflactor ya no el peso sino el dólar (tipo de cambio oficial) estimamos que los ingresos medidos por el Ripte alcanzarán para julio/agosto el nivel promedio de 2011, mientras que en términos reales todavía estarán más de 20% abajo. Esa diferencia medida en dólares corrientes se anula sin embargo al utilizar dólares de poder de compra constantes, de modo que parece sostenerse la probabilidad de una recuperación de los ingresos formales asalariados privados.

La productividad media del sector
La productividad media del sector asalariado privado formal podría haber caído cerca de 8% y la del resto formal 22 por ciento Fuente: FIEL con datos propios y oficiales

Sin embargo, ello requiere todavía de un supuesto crucial adicional: que la productividad actual del sector formal privado y los costos laborales unitarios de una década atrás sean todavía competitivos.

Se puede dudar de que estemos en esta situación, no solo por los problemas de competitividad que arrastra la Argentina como economía cerrada y mal regulada, sino porque nuestros competidores mundiales no se estancan.

No hay otra alternativa para mejorar salarios reales que trabajar sobre todas las dimensiones que puedan generar competitividad

Es probable entonces que la recuperación real, para ser consistente con la macro y la micro actuales, se detenga un poco antes de completar el ciclo.

En suma, no hay otra alternativa para mejorar salarios reales que trabajar sobre todas las dimensiones que puedan generar competitividad. No se puede volver atrás por la simple voluntad de recrear lo que alguna vez fue: de nada sirve llorar sobre la leche derramada.

El autor es director y Economista Jefe de FIEL

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