Contra Maduro en Venezuela, ni dictadores del presente ni dictaduras del pasado

Si de verdad queremos preservar el modo de vida que a la humanidad tanto tiempo le costó conseguir no puede haber doble vara ni discursos esquivos

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El dictador Nicolás Maduro se autoproclamó presidente reelecto en Venezuela
El dictador Nicolás Maduro se autoproclamó presidente reelecto en Venezuela

La democracia es el principio más importante para la vida que queremos construir en América Latina y en el mundo. En Venezuela la democracia hace ya mucho tiempo que no existe. Con los episodios más recientes el rumbo del régimen quedó expuesto a los ojos del mundo: el poder lo detenta un grupo de militares y civiles que gobiernan mediante una dictadura que lleva adelante detenciones arbitrarias, proscribe a dirigentes opositores, tortura en sus cárceles y tiene ciudadanos desaparecidos a los que sus familiares buscan en forma desesperada.

Las fuerzas políticas de nuestro país deben pronunciarse claramente contra el fraude y la represión de Maduro en Venezuela, porque eso es una muestra importante de lo que queremos para nuestro país en el presente, y para las próximas generaciones. Los valores del respeto por el que piensa diferente, de la tolerancia, de la observancia de las normas institucionales y de los derechos humanos son pilares fundamentales sobre los cuales los argentinos hemos construido en los últimos cuarenta años nuestra forma de vida.

Hemos tenido crisis económicas y hemos buscado cómo salir de estancamientos, hemos cambiado de gobiernos, de ideas políticas, y está bien que sigámoslo haciendo sin que ningún dictador nos imponga qué hacer con nuestro país, qué pensar, o que nos reprima por pensar distinto.

Existe una lamentable tendencia de ambos extremos políticos de ignorar violaciones a los principios democráticos cuando las cometen gobiernos a los que juzgan ideológicamente afines y solamente condenarlas cuando las cometen gobiernos opuestos. Si de verdad queremos preservar el modo de vida que a la humanidad tanto tiempo le costó conseguir no puede haber doble vara ni discursos esquivos.

Amnistía Internacional reportó en el informe anual sobre Venezuela que entre 2014 y 2023 se habían llevado a cabo aproximadamente 15.700 detenciones arbitrarias y que a fin del año pasado 7,72 millones de venezolanos se habían marchado del país. Se estima que en Argentina, convivimos con unos 200 mil de ellos.

La misma organización denunció que, tras las elecciones fraudulentas del 28 de julio, al menos 1.062 personas están detenidas y que “las ONG locales afirman que al menos 700 personas están siendo acusadas de terrorismo, incitación al odio y otros delitos discrecionales”.

La represión y el desconocimiento de la democracia que Maduro está imponiendo por la fuerza se acerca peligrosamente a los mismos métodos que las dictaduras habían impuesto hace más de cuarenta años en nuestro país. Por eso criticar a Maduro implica tanto criticar a quienes desde la izquierda dogmática o el kirchnerismo no se pronuncian, como también criticar a los diputados libertarios que fueron a apoyar a los militares que están presos por torturar, matar y desaparecer hombres, mujeres y hasta niños que hoy todavía buscan su identidad.

En el centro de la foto, el represor Alfredo Astiz frente a un tribunal que lo condenó por crímenes de lesa humanidad. En los últimos días recibió la visita de legisladores oficialistas (Foto NA)
En el centro de la foto, el represor Alfredo Astiz frente a un tribunal que lo condenó por crímenes de lesa humanidad. En los últimos días recibió la visita de legisladores oficialistas (Foto NA)

Queremos una Argentina profundamente democrática, que respete los derechos humanos, que defienda la educación como forma de igualar las condiciones en que cada persona se desarrolla en su vida, que defienda los derechos de los jubilados, que tenga políticas sociales hacia los más desfavorecidos, que sostenga la tolerancia hacia quienes piensen distinto y no los ataque como enemigos, que sostenga el valor del consenso como forma de acordar sobre lo que queremos hacer, que no permita la corrupción en los actos de gobierno.

Maduro es todo lo contrario de lo que queremos para nuestro país y para América Latina, y el kirchnerismo y la izquierda dogmática hacen mal en apoyarlo. Nuestros hermanos venezolanos, los que vinieron a nuestro país expulsados por la crisis económica o el autoritarismo político de Maduro no se merecen esto, y los que viven en Venezuela o en cualquier lugar de América Latina tampoco.

No queremos autoritarismo ni autocracias, por eso estamos tan lejos de los que apoyan a Maduro, como los que apoyan a los criminales presos en nuestro país. Tan lejos de las izquierdas como de las ultraderechas autoritarias. En estos momentos críticos tenemos que buscar coincidencias entre todos los que defendemos los valores de la democracia, de la tolerancia y del consenso, para sacar a nuestro país del estancamiento económico, de la ineficiencia y de la corrupción, desde la defensa de las instituciones y el respeto por los que piensan distinto. Nunca desde el apoyo a dictadores del presente o del pasado.

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