¿Viva la libertad de quién?

En la campaña presidencial de Estados Unidos los demócratas y los republicanos pelearán por imponer su definición del concepto de libertad. Se trata de una idea central para la historia y la identidad de ese país

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La vicepresidenta de EE.UU. y virtual candidata presidencial, Kamala Harris en Atlanta
La vicepresidenta de EE.UU. y virtual candidata presidencial, Kamala Harris en Atlanta

Kamala Harris, la vicepresidenta de Estados Unidos que, casi con seguridad, será consagrada como candidata demócrata a la Presidencia, ha elegido como eje de su campaña para enfrentarse al hasta aquí favorito Donald Trump la palabra “libertad”.

Veamos qué hay detrás de esta definición y si eso puede decirnos algo sobre el debate político local, donde la misma palabra también se menciona mucho.

En su primer spot de campaña, Harris dice: “Hay alguna gente que piensa que deberíamos ser un país de caos. De Miedo. De odio. Pero nosotros elegimos algo diferente. Elegimos la libertad”.

“La libertad no sólo de sobrevivir, sino de progresar. La libertad de estar a salvo de la violencia con armas. La libertad de tomar decisiones sobre nuestro propio cuerpo. Elegimos un futuro donde ningún chico viva en la pobreza. Donde todos podemos acceder a la salud. Donde nadie está por sobre la ley”. De fondo, la canción “Freedom”, ejecutada por Beyoncé y Kendrick Lamar refuerzan la idea.

En el mes de marzo escribimos en Infobae una nota en la que citamos al neurolingüista George Lakoff, como parte de una serie de textos que publicamos también en otros medios haciendo referencia a sus trabajos. Lo hicimos porque, por haber estudiado desde el inicio el proceso de radicalización del Partido Republicano en Estados Unidos, bastante antes del surgimiento del Tea Party, con la irrupción política de Newt Gingrich, el catedrático ya retirado de la Universidad de California Berkeley es un preciso analista pero también un generador de propuestas concretas para quienes quieran enfrentarse a dirigentes de derecha radical, como lo son Donald Trump o Javier Milei.

Conocida la definición de la campaña de Harris, no tenemos más que volver a traer aquí a Lakoff, quien en el año 2006 publicó el muy interesante libro ¿La libertad de quién? La batalla sobre la idea más importante de América.

En ese libro, Lakoff instó a los líderes demócratas -consejo que casi 20 años después está tomando en sus manos la candidata Harris- a generar activamente un debate sobre la libertad, enmarcándolo de una manera propia, evitando que los republicanos se apropien o más bien se “roben” esta idea central para los Estados Unidos, o para cualquier democracia.

En el texto, Lakoff explica que en Estados Unidos existen dos visiones muy diferentes de la libertad, que surgen de dos enfoques políticos y morales muy diferentes y que dividen a ese país.

El especialista se ocupa de marcar que “la idea tradicional de libertad es progresista”. En este sentido, sostiene, “uno puede ver los valores tradicionales con mayor claridad en la dirección del cambio que ha sido demandado y aplaudido a través de dos siglos”. De acuerdo a ese razonamiento, Estados Unidos ha sido “una nación de activistas” que “consistentemente” han expandido libertades.

El candidato republicano Donald Trump
El candidato republicano Donald Trump

Y allí enumera, por ejemplo: la expansión de la participación ciudadana y el derecho a votar, partiendo de los varones blancos propietarios, que luego se extendió a los no propietarios, a ex esclavos, a mujeres, a los jóvenes. La expansión de oportunidades, buenos trabajos, mejores condiciones laborales de hombres a mujeres, de blancos a no blancos, de nativos a nacidos en el exterior. La expansión de derechos de los trabajadores a través de la posibilidad de sindicalizarse. La expansión de la educación pública desde la primaria hasta estudios de posgrado, la expansión del conocimiento a través de la ciencia, la expansión de la expectativa de vida, de la protección a los consumidores, de los medios de comunicación, del acceso al crédito.

A esta visión progresista de la libertad, que Lakoff identifica con la etiqueta “tradicional”, se le enfrenta la visión de lo que denomina de “conservadurismo radical”, la cual apunta a detener y hacer retroceder esos avances, cosa que ha ocurrido en diversos aspectos en las últimas décadas.

Esos retrocesos durante gobiernos conservadores en los campos laboral, educativo, de seguridad, de derechos civiles, no son vistos por esos actores que hoy serían trumpistas como un alejamiento de la idea de libertad, señala Lakoff, sino como un avance hacia su propia visión de la libertad.

“Lo que los hace conservadores no es que quieran conservar los logros de aquellos que lucharon para profundizar la democracia. Es el reverso: ellos quieren regresar al momento anterior a que esas libertades progresistas fueron establecidas”, aclara Lakoff.

“Donde la mayoría de los americanos en el último siglo han visto una expansión de libertades, estos conservadores radicales interpretan un recorte de lo que ellos consideran libertad”, explica.

Para este autor -ciertamente del campo progresista- “la libertad define” lo que su país es. Advierte que la derecha radical no sólo tiene la intención de pelear por la interpretación de esa idea sino que busca redefinirla. “La constante repetición de la idea de ‘libertad’ por la maquinaria de mensajes de la derecha es uno de los mecanismos por los que ha comenzado un proceso de robo de la idea”, subraya.

Hay otra clave que ofrece Lakoff de la idea de libertad del conservadurismo radical. Por supuesto que están la noción del mercado como ideal y del Estado como puro obstáculo. Pero hay algo más: cuando ellos hablan de libertad parten de la base de que no son libres, sino de que están oprimidos. ¿Y por quién son oprimidos? Por otros conciudadanos. ¿Y cuáles? Aquellos que ven a la libertad de la manera “tradicional”, de la manera que la mayoría de sus conciudadanos siempre la han visto. Sí: son “oprimidos por quienes promueven una idea progresista de libertad”.

Veremos cómo despliega Harris este marco de debate de ahora en más en su contienda contra Trump y qué efectos tiene. Va a ser una discusión que quienes estamos en este gran país del Sur deberíamos seguir con atención, puesto que similares movimientos de disputa de sentido también suceden hoy en varios países de Europa y podría decirse que de todo Occidente, lo que el presidente Milei parece entender muy bien. Por lo tanto debieran también ser problematizados y reflexionados en la Argentina, que merece no caer -como tantas otras veces ha caído- en un “provincialismo” cerrado al mundo y a su debate de ideas.

A los lectores que hayan llegado hasta aquí los despedimos con un simple: Viva la libertad, amigos.

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