Asesoramiento y estructuración: las principales conclusiones a partir del nuevo blanqueo

Argentina debe eliminar todo impuesto al patrimonio y a las transacciones, simplificar su régimen tributario y contribuir así a la reducción sustancial del esfuerzo fiscal que hacen a diario cientos de miles de pagadores de impuestos

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La fachada de la AFIP
La fachada de la AFIP

Hay errores y hay aciertos. Hay desafíos por delante y también oportunidades. Hay críticas y elogios, y seguirá habiendo. ¿De qué hablo? De las primeras repercusiones de la nueva ley de blanqueo, su correspondiente decreto reglamentario y las primeras resoluciones tanto de la AFIP como de la CNV.

He analizado, de forma particular, los aciertos, los errores y los aspectos clave de esta nueva amnistía fiscal. Con todo eso sobre la mesa, ¿cuáles son las primeras conclusiones que se pueden sacar sobre este nuevo blanqueo? Muchas y distintas. Hoy, les comparto las mías:

  1. En primer lugar, me gustaría reiterar algo que manifesté varias veces con anterioridad: Argentina debe eliminar todo impuesto al patrimonio y a las transacciones, simplificar su régimen tributario y contribuir así a la reducción sustancial del esfuerzo fiscal que hacen a diario cientos de miles de pagadores de impuestos. Esto es necesario y urgente. Lanzar un sinceramiento fiscal sin haber hecho primero esa reforma, no es otra cosa que pedir una limosna a los contribuyentes.
  2. 2) En el marco de este blanqueo, no se van a dar exteriorizaciones de varios millones de dólares, algo que sí sucedió en 2016. Las grandes familias y las grandes empresas que tenían intenciones de blanquear capitales, ya lo hicieron en ocasión del blanqueo de Mauricio Macri y, en muchos casos, se sienten defraudadas por el país, dado que en su momento no se protegió la privacidad de quienes ingresaron al sinceramiento fiscal como se había prometido, se creó el impuesto a la renta financiera y luego no solo aumentó la alícuota de Bienes Personales hasta el 2,25%, sino que se estableció el tristemente célebre, y flagrantemente inconstitucional, “aporte solidario”. Por otro lado, me imagino que quienes decidieron no blanquear en aquella oportunidad estarán bastante contentos con su decisión. De hecho, seguramente hayan protegido sus patrimonios y no tengan pensado hacer algo diferente en esta oportunidad. No tengo pruebas, pero tampoco tengo dudas.
  3. ¿Lo anterior implica que el blanqueo va a ser un fracaso? Yo no diría eso. Solo que, a diferencia de lo que sucedió en 2016, cuando muchas familias exteriorizaron verdaderas fortunas que habían generado a lo largo de varias décadas, en este caso la mayor parte de quienes ingresarán al régimen de regularización van a ser personas que empezaron a trabajar alrededor de 2016, o más recientemente, les fue bien, y tienen dólares ahorrados fuera del sistema. También podrán ser empresas que siguieron generando dinero negro luego del blanqueo de Macri y, por supuesto, quienes deseen comprarse un inmueble o realizar alguna inversión puntual en Argentina y no les alcance el blanco. Me imagino un blanqueo más “oportunístico”, por llamarlo de alguna manera. Con el cepo aún activo y con la actual configuración del impuesto a Bienes Personales, no creo que se pueda pedir mucho más.
  4. Por último, las amnistías fiscales –y no solo en Argentina– suelen ser disparadores para que los contribuyentes se planteen el tema de la planificación patrimonial, lo discutan en familia y aprovechen la ocasión para tomar ciertas decisiones de estructuración que, en otras circunstancias, quizás serían más costosas o complicadas. Es precisamente eso lo que les recomiendo, ingresen o no al blanqueo: que se asesoren, que piensen en aquellas cosas que les quitan el sueño por las noches, que dialoguen con sus parejas y/o familias sobre sus objetivos de planificación y los riesgos que afectan sus patrimonios, y que, con toda esa información, los estructuren eficientemente. Al fin y al cabo, eso es lo único que realmente está a nuestro alcance.
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