Un gobierno en las sombras

La administración nacional lleva un rumbo incierto, mientras Milei se concentrada sólo en las finanzas

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Javier Milei junto a los ministros del gabinete nacional
Javier Milei junto a los ministros del gabinete nacional

En las elecciones celebradas en el Reino Unido hace tres semanas el partido conservador del ex primer ministro Rishi Sunak -y de la ídola de Javier Milei, la fallecida Margaret Thatcher-, fue derrotado por el laborismo que después de catorce años vuelve al poder con el liderazgo de Keir Starmer. La agenda política del nuevo primer ministro fue expuesta por el monarca Carlos III en el evento que la tradición denomina “El Discurso del Rey”; algo que recordamos porque dio nombre a la célebre película ganadora del Oscar en 2011, protagonizada por Colin Firth, como el rey Jorge VI.

Usted se preguntará cómo se relaciona esto con nuestra realidad más allá de la presencia inmanente de la cuestión Malvinas, y la mirada complaciente neocolonial del gobierno de Milei cuando se habla del Reino Unido (según Mondino es “inquilino” de las islas, no usurpador). Bueno, la primera de ellas tiene que ver con la agenda planteada por Starmer, expresada por el rey. Una propuesta de 35 leyes de participación activa del Estado en la vida económica y social, con tres proyectos destacados que, a quienes gobiernan nuestro país y son fans ingleses (Milei y cía.) les pondrían los pelos de punta: 1. La creación de una empresa de energía “limpia” estatal; 2. La nacionalización de los ferrocarriles; 3. La ejecución de un plan destinado a construir un millón quinientas mil viviendas.

El segundo aspecto lo vinculamos con la marcha del gobierno pseudolibertario y una herramienta británica que usaremos para su análisis: “el gabinete en las sombras”. ¿Qué es esto? Es algo propio del sistema parlamentario y más de la tradición política inglesa: “Shadow Cabinet”, consiste en un grupo que se organiza desde la oposición y se encarga de criticar como un gabinete en espejo las acciones del gobierno en cada una de las áreas o ministerios, así como de proponer soluciones alternativas y prepararse para gobernar. Fomenta el debate, el control, y la preparación para la gestión. Esto explica que, inmediatamente luego del triunfo laborista en el Reino Unido y la rápida asunción de Starmer, la agenda de la nueva administración fuera presentada.

De modo que, a la manera “argenta” de un “gabinete en las sombras”, podemos evaluar un gobierno con parálisis de gestión, carente de logros y peligrosamente ineficiente en sus roles esenciales. Veamos.

En un gobierno unidireccional, el Ministerio de Economía pareciera ser el único que existe para Milei. El objetivo de bajar la inflación a cualquier costo, incluyendo el de llegar hasta la “calma de los cementerios”, llevó al gobierno cambiar de rumbo varias veces. Ha pasado de la dolarización directa, a la competencia de monedas y ahora a la “dolarización endógena”. Es clave el equilibrio fiscal y bajar la inflación. Pero, ¿esto es sustentable? ¿Cuáles son las consecuencias? Lo brutal, cruel e irracional del ajuste, la devaluación, la recesión transformada en depresión, el aumento del desempleo, la caída estrepitosa del salario y del consumo, lo mismo que de la actividad económica con niveles de caída peores al 2001 y a la pandemia.

El Ministerio de Relaciones Exteriores es la síntesis del descalabro del gobierno. Degradada la canciller a un rol protocolar, la política exterior está alejada de los intereses de la Argentina. Debutó con la renuncia a los BRICS y peleas con los principales socios: Brasil y China. Hostilidad con vecinos y amigos como Uruguay, Bolivia, Chile, México, Colombia. Problemas en el Mercosur. Permanentes posiciones complacientes con los británicos en la causa Malvinas. Viajes de Milei sin agenda, mezclando lo público con lo privado, recibiendo premios excéntricos, sin ningún beneficio para el país en estos doce paseos al exterior. Ni hablar de las posturas terraplanistas negadoras del cambio climático o contra la agenda 2030 de ONU. Y mucho más.

En Capital Humano lo único que vimos estos meses fueron escándalos, como el caso de los sobresueldos y la actitud cruel e indolente con algo esencial: la entrega de alimentos. Un superministerio paralizado. La gestión consiste en defenderse judicial y políticamente ante las denuncias. Hoy resulta evidente la incapacidad para tamaña responsabilidad.

Seguimos con Seguridad. La represión en la Plaza del Congreso es lo único que puede exhibir Bullrich: meter preso a manifestantes. Eso no ha impedido que hoy la inseguridad esté al tope de las preocupaciones de los argentinos. Mejor ni hablar del caso Loan, su manejo y la demora en el “alerta Sofía”.

En Salud, las políticas públicas brillan por su ausencia. Arrancamos con el dengue, seguimos con la falta de medicamentos, la preocupación por el incumplimiento del calendario de vacunación, etc. En Justicia, los logros son haber sacado algunos Registros de Automotor, la cédula azul, y cruelmente, los programas de acceso a la justicia y de protección a las mujeres. El ministro habla de las sociedades anónimas deportivas como ex dirigente de Racing.

El Ministerio de Defensa ha servido para los disfraces del ministro, el ingreso de un portaaviones norteamericano sin los requisitos legales y un desfile.

Finalmente, el Ministerio del Interior logró la “ley Bases” devaluada que aún no tiene reglamentación, un mes después de sancionada.

El “bonus track” es el área de Desregulación y Transformación, un traje a medida para Sturzenegger, a fin de repetir la experiencia de los noventa de desgüace del Estado. La educación, la producción, la infraestructura y la obra pública, claves en un país, se cayeron del mapa.

Esto es el gobierno. Lo cierto es que la ausencia del Estado nacional y el impacto de sus políticas (o no políticas) que lastiman a los argentinos son amortiguadas, en parte, por los gobiernos provinciales y locales.

Nos hallamos, entonces, frente a una administración de rumbo incierto, concentrada sólo en las finanzas, obsesionada con un único tema que ocupa a Milei, destruyendo la clase media y el aparato productivo, relegando las funciones esenciales y sin logros a la vista. Transcurridos ocho meses, en este breve análisis, podemos concluir que a falta de un “gabinete en las sombras” lo que hoy tenemos en Argentina es un “gobierno en las sombras”.

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