El mundo de las apuestas, casinos, carreras de caballos, bingos y loterías, que se pensaba hasta hace muy poco tiempo alejado de las infancias, viene invadiendo la cotidianidad de miles de niños, niñas y adolescentes.
Indistintamente de la composición social del entorno o la posición económica de cada familia, la ciberludopatía infantil irrumpió con fuerza y se encuentra en plena masificación a través de cualquier dispositivo con acceso a internet.
Un celular es la puerta de entrada, en la mayoría de los casos, a un mundo que una vez que se enciende es muy difícil de apagar. La obtención de gratificación inmediata y la invasiva publicidad de sitios de apuestas online prometen premios y posibilidades inmediatas, y atrapan cada vez con más fuerza a jóvenes entre 13 y 18 años.
Según Fabián Tonda, presidente de una ong dedicada al tratamiento de adicciones e integrante de la Mesa Nacional de Adicciones, se está verificando que el entorno nocivo que genera la adicción al juego online, y las horas que se pierden frente a una computadora u otros dispositivos, incrementan la exposición a otras adicciones.
Es interesante examinar algunos estudios recientes en los que se establece que el neurotransmisor asociado al placer y la recompensa, la dopamina, se activa tanto con el consumo de cocaína como con las apuestas online.
Desde el punto de vista social, los casos de familias endeudadas sin conocimiento por el comportamiento compulsivo de los hijos frente a las plataformas de juego crecen sin control. Y desde el punto de vista educativo, el tema empieza a convertirse en una tragedia pedagógica debido al esfuerzo que los docentes deben hacer para competir por la atención cognitiva del alumno cuando todo el aula está compartiendo el acceso a las distintas plataformas de juego, incluso conformando “vaquitas” para hacer apuestas más atractivas en los recreos o dentro del aula.
Por lo expuesto, y por la creciente preocupación que compartimos con distintos especialistas, diputados, intendentes y concejales de todo el país, en mayo de este año presenté un proyecto para restringir la publicidad masiva de los sitios de apuestas online y casinos y controlar a las billeteras virtuales vinculadas a dichos sitios implementado controles biométricos y sistemas que, cuando detectan que el usuario es un menor, se bloqueen o necesiten validación de un adulto. A su vez, las billeteras virtuales y otros sistemas de pago electrónico podrían directamente mantener bloqueados los IP de los sitios ilegales cuando desde ellos se solicite transferencia al carrito de pago. De este modo, automáticamente se reduciría el impacto directo de los cientos de plataformas ilegales, que son las más utilizadas y populares entre los adolescentes.
De la decena de proyectos presentados en la Cámara de Diputados por los distintos bloques parlamentarios y las distintas iniciativas de los ejecutivos provinciales, como por ejemplo las del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que viene desarrollando un excelente programa para la prevención de la ludopatía, nuestro proyecto es el primero que incorpora un elemento que logrará, de sancionarse, una medida muy efectiva contra los intermediarios o “cajeros” del juego online.
Nuestro proyecto es el 2233-d-24 y en él proponemos modificar el artículo 174 del código penal a fin de imponer una sanción a quienes “defraudaren a una persona menor de edad o incapaz, declarado o no, utilizando medios y/o sistemas electrónicos”.
En el Plenario de comisiones Presidido por las diputadas Mónica Frade y Laura Rodríguez Machado, los especialistas que nos visitaron coincidieron sobre la incorporación de este artículo y lo calificaron como muy útil, no solo para la sanción a los intermediarios que recluten jóvenes para apuestas online, sino también para cualquier otro tipo de engaño mediante medios electrónicos que afecte a menores.
El 97% de los jóvenes en nuestro país tiene acceso a un dispositivo con internet. Según una encuesta de hace unos meses, de Opina Argentina, el 16% de los jóvenes de 13 a 17 años admite haber apostado en plataformas online. Ese número, que se incrementa cada día, hace imprescindible encontrar los consensos para poder sancionar una regulación práctica, legal y efectiva para evitar que esta adicción se siga extendiendo a niveles que dañen el futuro de millones de adolescentes.