La tendencia mundial que le evitará decepciones financieras

Ante el alza de la bolsa argentina de un 65% en pesos y un 54% en dólares desde mediados de marzo (dividendos excluidos), la tentación de invertir en el país es cada vez mayor, ¿pero qué puede pasar?

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¿Es imparable la racha del Merval? Ante el alza de la bolsa argentina de un 65% en pesos y un 54% en dólares desde mediados de marzo (dividendos excluidos), la tentación de invertir en el país es cada vez mayor. Sin embargo, debemos ser cautos, ya que, a pesar de que las reformas del mercado propuestas por Javier Milei hayan extendido el optimismo, es posible que en las elevadísimas cotizaciones ya estén descontados sus posibles beneficios, lo que podría generar decepción en caso de que surja algún sobresalto.

En su lugar, adopte un enfoque internacional, y aproveche un factor alcista que pasa inadvertido: las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Al margen del drama mediático, la cita electoral brinda un sigiloso impulso a la mayoría de los mercados internacionales de forma sistemática, pero no al argentino. Veamos por qué.

Aunque las tendencias globales suelen prevalecer sobre las locales, Argentina es un caso atípico. En los últimos 20 años, el índice S&P 500 de EE UU ha mantenido una correlación de 0,80 con las acciones de la eurozona y de 0,81 con las canadienses; bastante alta, si consideramos que 1 representaría movimientos idénticos y –1, totalmente inversos. Su correlación con Japón es de 0,60, también estrecha, y con Australia, de 0,66. Incluso la bolsa brasileña va en línea con la estadounidense (0,64).

Los enquistados problemas ya archiconocidos (el control de precios, la inflación o las reformas intermitentes) han minado la confianza de los inversores

Sin embargo, el índice Merval se diferencia. Su escasa correlación de 0,46 con el S&P 500 ha caído hasta 0,33 en los últimos diez años y a 0,29 en el último lustro. Los enquistados problemas ya archiconocidos (el control de precios, la inflación o las reformas intermitentes) han minado la confianza de los inversores, de modo que en Argentina la bolsa oscila en función de sus propios motores.

Las reformas podrían cambiar esta situación, pero el proceso no será rápido ni fácil. De ahí que, por su orientación al corto plazo, la bolsa argentina corra el riesgo de perderse el impulso alcista de las elecciones estadounidenses, las cuales, al igual que en Argentina, se celebran con una regularidad fija: cada cuatro años, en el mes de noviembre.

Cuando acceden al cargo, los presidentes suelen contar con un peso considerable en el Congreso que aprovechan para poner en marcha leyes de gran impacto. En los mercados emergentes, la bolsa celebra a veces las medidas en favor del libre mercado, como las que últimamente se están estudiando en Argentina. Pero los mercados desarrollados y abiertos son completamente reacios a la aprobación de leyes de peso. Al final, generan ganadores y perdedores, cambian las reglas y dificultan la planificación de las empresas.

Como nos enseña la psicología conductual, los inversores detestan las pérdidas en mucha mayor medida que ansían las ganancias, así que la bolsa estadounidense fluctúa más en los primeros años de mandato. Desde 1925 (año a partir del cual contamos con datos fiables), las rentabilidades han promediado un 11,3 % y un 7,5 % (en USD) en los primeros y segundos años, respectivamente, y han sido positivas solo en el 60 % de ellos. No son datos terribles, pero sí irregulares.

A partir de ahí, la situación da un giro de 180 grados en torno a las elecciones legislativas de mitad de mandato. Estas, como suelen beneficiar a la oposición, provocan el bloqueo político. ¿Qué sucede con los grandes cambios legislativos? Son imposibles de aprobar, y la bolsa lo celebra. Así, se han revalorizado el 92 % de los terceros años de legislatura y han obtenido una rentabilidad media del 18,7 por ciento.

Además, en el año electoral, la renta variable estadounidense ha subido el 83,3% de las veces, con una rentabilidad media del 11,4 por ciento. Aunque estemos a mitad del ejercicio, aún no se han perdido las ganancias, ya que normalmente llegan tarde. En promedio, la renta variable avanza un 2,8% en los primeros semestres, mientras persiste cierta incertidumbre. Sin embargo, en los segundos, alcanza el 9,2% en cuanto se resuelven las elecciones primarias y arranca la campaña por la presidencia, lo que disipa la incertidumbre.

Este año, algunas dudas se han despejado antes porque todo el mundo sabía que se repetiría el duelo entre Biden y Trump. No obstante, la incertidumbre seguirá disipándose, por lo que las ganancias aumentarán aún más.

Por lo tanto, de momento oriente su cartera hacia los Estados Unidos y sus mercados afines, como Europa y Canadá, para aprovechar el repunte del segundo semestre. Después, a principios de 2025, habrá que estar atentos a las grandes novedades legislativas, sobre todo si uno de los partidos arrasa en noviembre.

El autor es Presidente Ejecutivo y Co-Director de inversiones de Fisher Investments

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